Nutrición versus inflación: cuáles son los riesgos de una mala alimentación

Saltearse comidas o dejar de consumir determinados nutrientes no debería ser una opción. Qué opinan los especialistas.

Saltearse comidas o dejar de consumir determinados nutrientes no debería ser una opción. Qué opinan los especialistas.

Mientras las medidas anunciadas por el ministro de Economía, Luis Caputo, continúan impactando en el bolsillo de los argentinos, cada vez más familias se ven obligadas a reducir gastos para poder llegar a fin de mes o directamente se endeudan para hacerlo. Ante el ajuste, primero se disminuyen los gastos relacionados con la recreación u otro tipo de actividades que son fundamentales para la calidad de vida de las personas. Sin embargo, la crisis que atraviesa el país es de tal magnitud que, desde hace tiempo, el recorte se está aplicando sobre los alimentos.

Según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, “el concepto de alimentación adecuada comprende la disponibilidad de alimentos en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades alimentarias, sin sustancias nocivas, y aceptables para una cultura determinada; y la sostenibilidad del acceso a los alimentos de las generaciones presentes y futuras”.

Pero ¿Qué sucede cuando un grupo familiar no se alimenta correctamente? MDZ consultó a dos especialistas en nutrición para obtener respuestas sobre el impacto que una dieta no saludable inflige en las personas.

«Una alimentación inadecuada puede generar malnutrición, y ésta puede ser por triple carga, como es el caso de la Argentina», explica la licenciada en Nutrición, Maite Lizundia. Esto significa que coexisten distintos tipos de mal nutrición, por déficit, que comprende los distintas formas de desnutrición; por exceso, que está relacionado con el sobrepeso y la obesidad y por déficit de micronutrientes, por ejemplo, la falta de hierro.

Puntualmente, el principal problema en nuestro país es de la malnutrición por exceso de peso que afecta a todos los grupos etarios y los quintiles, dato que se corresponde con la encuesta nacional de Nutrición 2019. De esta información se desprende otro dato, el primer quintil, que corresponde al sector con menos recursos económicos, es el más afectado tanto por exceso de peso como por déficit. En conclusión: un ajuste brutal agudizará un problema que claramente no es nuevo, pero que seguramente se agravará si los indicadores económicos no mejoran.

«El sobrepeso y la obesidad traen aparejado y favorecen la aparición de enfermedades como Diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ACV, cáncer, entre otras. A su vez, es importante remarcar y reconocer que una persona puede tener exceso de peso y carecer de nutrientes esenciales, por ejemplo, hierro o déficit proteico. La malnutrición en cualquiera de sus formas, es un gran problema de salud pública, y si la alimentación adecuada es un derecho humano básico, la prevalencia elevada de malnutrición muestra la vulneración de este derecho», explica Lizundia.

Qué sucede con los embarazos y la niñez.
«Las mujeres tenemos necesidades nutricionales específicas en cada etapa de nuestra vida, pero sobre todo durante el embarazo y la lactancia, que es cuando somos más vulnerables y esto no escapa a lo nutricional. En esa etapa aumentan los requerimientos de calorías y nutrientes, y es fundamental cubrirlos para proteger la salud de la madre y del bebé, durante su gestación y a lo largo de la primera infancia», señala la licenciada Lizundia.

Por lo tanto, una alimentación carente o insuficiente en cuanto a nutrientes esenciales como hierro, ácido fólico, calcio, proteínas o zinc, pueden ocasionar anémica, preeclampsia, hemorragias e incluso la muerte tanto de la madre como de su bebé. En el mismo sentido, el recién nacido puede presentar bajo peso o delgadez excesiva, problemas neurológicos, retraso del crecimiento, entre otras afecciones.

Por su parte, la licenciada en Nutrición y decana de la Facultad de Ciencia de la Nutrición de la Universidad Juan Agustín Maza, María Cecilia Llaver explica que «una mujer gestante mal alimentada dará a luz a un niño prematuro o desnutrido, produciendo secuelas a veces irreversibles. La nutrición es clave durante el embarazo y los primeros dos años, que son los primeros mil días críticos de la vida».

Y agrega: «Allí se produce la programación fetal y el futuro de ese nuevo ser».

La situación de los adultos mayores.
Mientras el gobierno nacional avanza con su idea de eliminar la Ley de Movilidad para el aumento de jubilaciones, los adultos mayores viven en la incertidumbre a la espera de noticias que les permitan conocer que sucederá con su ya disminuido poder adquisitivo.

Según Llaver, una dieta incompleta significa que una persona mayor pueda «desnutrirse y pierda masa muscular que es clave para tener una óptima calidad de vida. Además, hay nutrientes críticos en esta etapa como son hierro, calcio, vitamina D» que si no se ingieren, conllevar riesgos para el organismo.

«Una alimentación inadecuada genera, aumento de infecciones, aumento de caídas y fracturas por pérdida de masa muscular, lo cual es parte del envejecimiento. Pero si el consumo de proteínas y ejercicio es deficiente, esta situación ocasiona sarcopenia y con ella mayor vulnerabilidad, aumentando la probabilidad de disfagia», agrega Lizundia. Sobre este punto, es importante destacar que la sarcopenia es la pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos de los adultos mayores, mientras que por disfagia se entiende la dificultad para tragar, es decir, que el cuerpo necesita más tiempo y esfuerzo para moverlo los alimentos de la boca al estómago.

La nutrición de los niños, niñas y adolescentes argentinos, en números.
La emaciación es definida como bajo peso para la altura y es el tipo de desnutrición más visible y letal, según informa UNICEF. Según la última encuesta Nacional de Nutrición y Salud respecto de niños, niñas y adolescentes que habitan en nuestro país, el 1,6 por ciento de niños y niñas menores 5 de nuestro país, padece esa afección, mientras que el 7,9 presenta retrasos de crecimiento y el 13,6 por ciento tiene exceso de peso. En este sentido, se tiene en cuenta que la investigación fue producida en 2019, ese porcentaje podría ser superior.

Por su parte, en la franja que va de los 5 a los 17 años, la delgadez afecta al 1,4 por ciento, el retraso del crecimiento alcanza el 3,7 por ciento y el sobrepeso incrementa notablemente hasta el 41,1 por ciento.

Los números se vuelven aún más preocupantes en la población adulta (18 años o más). Allí, la prevalencia de exceso de peso fue de 67,9%. La prevalencia de sobrepeso fue de 34,0% y la de obesidad, 33,9%.

El mismo informe explica que, según lo expuesto, «se observa un escenario epidemiológico transicional en el que conviven situaciones de déficit y de exceso de peso. En el caso de la malnutrición por déficit, la prevalencia de emaciación y delgadez en todos los grupos es baja desde una perspectiva poblacional; mientras que el sobrepeso y la obesidad resultaron ser las formas más prevalentes de malnutrición».

Fuente: MDZ