Paicor, Córdoba: “Hay chicos que abandonaron la escuela y vienen igual al comedor”

La crisis económica y social convirtió las escuelas de San Francisco en un espacio que cubre necesidades básicas para niños y jóvenes en situaciones de extrema vulnerabilidad.

La crisis económica y social convirtió las escuelas de San Francisco en un espacio que cubre necesidades básicas para niños y jóvenes en situaciones de extrema vulnerabilidad.

Un indicador de la difícil situación social y económica que atraviesa el país y de la que San Francisco no es ajena, es la inscripción de niños y jóvenes que asisten a establecimientos educativos en el Programa de Asistencia Integral de Córdoba (Paicor).

El objetivo primordial de este programa social de la provincia es contribuir a la inclusión y permanencia en el sistema educativo formal y al adecuado crecimiento y desarrollo de la población en edad escolar en situación de vulnerabilidad, brindando asistencia alimentaria y promoviendo la mejora en los hábitos vinculados a una alimentación saludable.

Un relevamiento efectuado por LA VOZ DE SAN JUSTO arrojó una escena muy reveladora de lo que ocurre en distintas instituciones de la ciudad. Las escuelas desde hace varios años cumplen funciones mucho más amplias que sólo las pedagógicas, y la asistencia a los comedores es un indicador que demuestra que la alimentación se torna indispensable para el desarrollo integral de niños y adolescentes en edad escolar.

En el Ipet N° 264 “Teodoro Asteggiano”, de barrio Parque, se constató que no sólo el porcentaje de estudiantes inscriptos en el Paicor es significativo – llegó al 57% en 2023- sino que incluso hay jóvenes que dejaron la escuela, por diversos motivos, y siguen yendo a comer.

“Hay chicos que han abandonado la escuela y que vienen igual al comedor. No entran al aula, pero vienen a comer”, reveló Sabrina Ríos, vicedirectora del Ipet 264. Las situaciones educativas y sociales son muy puntuales, hasta incluso hay estudiantes que tienen una intermitencia en la asistencia a clases y, sin embargo, al comedor “van siempre”.

“Vos los ves comiendo y después no entran al aula”, agregó Ríos.

Estas circunstancias, para el personal docente, se tornan un tanto problemáticas, sobre todo por cuestiones de cuidado. Los directivos, si divisan a algún estudiante que abandonó la escuela o que faltó a clases, inmediatamente llaman a sus respectivas familias para confirmar que están al tanto y los autorizan a retirarse o a alimentarse en el establecimiento.

“No entran al aula, pero vienen a comer”, advierten directivos. Reciben asistencia alimentaria hasta tres veces al día.

La escuela, en este contexto, como espacio de enseñanza queda relegada a un segundo plano frente a cuidados y asistencias de primera necesidad. Ahora bien, lejos contemplar lo meramente educativo, el Paicor viene a suplir una necesidad básica como la alimentación y les brinda un espacio de contención a los jóvenes que, por diversas circunstancias, no pueden acceder a un plato de comida en su hogar.

Cabe destacar que muchos de ellos a veces tienen horas libres y, en vez de retirarse antes de la escuela, prefieren quedarse y esperar al momento del almuerzo.

La zona que ocupa la Teodoro Asteggiano también es un espacio de contención para que jóvenes de localidades santafecinas. No es un dato menor que el Paicor, un programa de la provincia de Córdoba, le provee de comida a estudiantes que vienen de Frontera y Josefina.

Mayor asistencia de los inscriptos en Paicor
A la vuelta del Ipet 264, se encuentra la escuela primaria José María Paz, donde el número de alumnos inscriptos al Paicor llega al 90% y esto se refleja directamente en la asistencia a clases, que tiene un porcentaje similar.

Tanto en este establecimiento como en los demás consultados, hubo una constante: si sobra comida, estudiantes que no estén inscriptos pueden acceder al comedor para alimentarse en la escuela.

En la José María Paz también existen casos puntuales de alumnos que vienen de otras provincias, como Entre Ríos, Catamarca y, en breve, de Mendoza. Si bien, las familias llenaron las planillas para acceder al programa social, muchas quedaron observadas, pero si sobra comida, están invitados a comer.

“No les podés negar un plato de comida a los chicos”, manifestó la directora Elizabeth Fernández, y resaltó que Paicor también les provee útiles.

Otro establecimiento consultado es el Ipem N°96 “Prof. Pascual Bailón Sosa”, que tiene un 70% de estudiantes inscriptos en el programa de alimentación. Si se comparan los números del año pasado con los de 2023, hubo un incremento de 90 beneficiarios.

En este centro escolar, la vicedirectora Carina Stassi subrayó que una particularidad de estos últimos tres años es que la mayoría de los estudiantes que inician sus estudios secundarios ya vienen inscriptos desde el primario en el Paicor.

Por su ubicación, la escuela Bailón Sosa posee una población estudiantil que viene de varios sectores de la ciudad. Los estudiantes recorren largas distancias para asistir a clases. Al igual que en la Teodoro Asteggiano, muchos de los jóvenes esperan al momento del almuerzo, incluso hasta si tienen horas libres y pueden retirarse antes.

La escuela, mucho más que un espacio para aprender
En los últimos años, los colegios de San Francisco se convirtieron en sitios de contención, esparcimiento y, también, en donde se brinda un plato de comida.

La crisis económica acrecienta las funciones que cumple el sistema educativo y la inscripción de familias en el Paicor así lo demuestra. Además de ser un programa que permite una alimentación saludable para estudiantes, es un gran alivio para las familias tanto por cuestiones económicas como de organización hogareña.

La escuela, como institución que forma a las nuevas generaciones, se ve un tanto desdibujada en su labor pedagógica central ante la urgencia de suplir necesidades primordiales para niños y jóvenes.

Fuente: La Voz de san Justo