Pequeñas huertas en el corazón de la ciudad de San Juan

En el predio del Centro Cultural Conte Grand y en lo que hasta hace poco se llamaba IXD, dos parcelas de prueba demuestran que los espacios urbanos pueden ser tierra fértil para el cultivo de todo tipo de hortalizas y aromáticas.

En el predio del Centro Cultural Conte Grand y en lo que hasta hace poco se llamaba IXD, dos parcelas de prueba demuestran que los espacios urbanos pueden ser tierra fértil para el cultivo de todo tipo de hortalizas y aromáticas. ¿Quién las siembra y sueña con multiplicar alimentos en los lugares menos pensados?

Para sorpresa de muchos, a pocos metros del Centro Cívico, hay un vergel de dónde se cosechan tomates, ajos, zanahorias, espinacas, acelgas y variedad de hierbas aromáticas. Bien podría ser una parcela de un chacarero de la Feria Municipal o una pequeña extensión de una escuela agrotécnica para sus prácticas, sin embargo no es así. Ese rectángulo fértil de tierra que temporada a temporada renueva sus cultivos es una iniciativa de la Dirección de Espacios Verdes. De hecho personal de esa dependencia del Ministerio de Obras Públicas es quien se ocupa de la siembra, la limpieza de malezas, el riego y por supuesto, de la cosecha, entre otras tareas propias del campo.

La plantación lleva en pie poco más de un año. La primera huerta se planificó en el predio del Centro Cultural Conte Grand (CCCG), y meses después, se hizo otra en las cercanías del ex Infinito por Descubrir -IXD, ahora llamado Conectar Lab que está ubicado en calle Las Heras y Juan B. Alberdi, frente al Cementerio de la Capital-. Nobleza obliga decir que ambas nacieron silenciosamente y casi escondidas. Como prueba piloto, define Lisandro Cevinelli, el ingeniero agrónomo que está al frente de esta cartera de gobierno. Es que las intenciones eran no sólo evaluar aquellos parámetros que se relacionan con las factibilidades técnicas para la siembra -como por ejemplo determinar la calidad de suelos, la incidencia climática en el lugar y el riego- sino también chequear la conducta de la gente en estos espacios verdes tan concurridos. Es que en definitiva el balance de ambas variables será determinante para poder replicarlo en otros espacios públicos: la mega meta que se han propuesto. Hasta ahora, las observaciones son favorables.

«Las huertas surgieron intentando replicar lo que se ve en Europa y otras ciudades Latinoamericanas, donde es muy común que hagan huertas comunitarias y huertas públicas. Quisimos intentar ver cómo resultaba y cómo lo tomaba la gente y la verdad es que ha sido un éxito. Lo cuida nuestro personal que está muy comprometido con el proyecto y se cosecha y comparten los cultivos. Y por parte del público ha sido muy interesante ver la reacción de la gente que se acerca a preguntar y a querer saber cómo se hace para cultivar a pequeña escala. Por suerte se ha respetado lo que se ha sembrado. Estamos programando la posibilidad de abrir las huertas en algunos horarios y hacer un sector de circulación con un pasillo en el medio, para que quien esté interesado pueda caminar por los bordos, ver detalles y estar en contacto directo con lo sembrado», resume Cevinelli, quien ya empezó a soñar con acciones semejantes en el Parque de Mayo, la Quebrada de Zonda y por qué no, otros sectores donde los ciudadanos van a hacer trámites o al menos tienen una circulación diaria por cuestiones laborales. De concretar allí algunos cercos con cultivos, al menos de aromáticas, cambiaría el paisaje, sin lugar a dudas.

«Más allá de las funciones sustentables, productivas, ecológicas y de los cientos de destinos que se le podría dar a los cultivos, también pensamos estas huertas como cuestiones demostrativas y hasta educativas para que la gente vea que con muy pocos recursos se puede hacer, inclusive en el domicilio y con lo que tiene a mano para suplir parte de su alimentación», explica el funcionario quien aclara que no hace falta tener ni siquiera una porción de tierra disponible sino que se pueden usar cajones, macetas y hasta otras alternativas que implican muy poca inversión.

Las huertas urbanas públicas de San Juan son dos, por ahora: una en la zona del Centro Cultural Conte Grand y otra, más incipiente en el Conectar Lab sobre calle San Luis y Alberdi que reemplazó una antigua huerta que había en el lugar pero se secó y se perdió, según recuerdan algunos memoriosos. La nueva es más grande. La próxima siembra de hortalizas y aromáticas será en el Parque de Mayo. Las cuidan y cosechan personal de la Dirección de Espacios Verdes.

Casi una verdulería
Cada una de las parcelas de tierra implantada tiene aproximadamente 4 por 6 metros, están cercadas por protección con una tela metálica y tienen su propio sistema de riego presurizado y con goteo, al menos en el caso de la que crece en el sector del CCCG. En las distintas hileras se han cosechado habas, rabanitos, brócolis, acelgas, espinacas, variedades de tomates cherrys (se consiguieron amarillos y rojos), perita y platense, ajos, zanahorias, berenjenas, además de orégano, albahaca, romero, lavanda y caléndulas. Estas dos últimas se han puesto en los alrededores para ahuyentar los insectos.

«Cuando dimos los primeros pasos se acercaron profesionales del INTA, más precisamente del Programa ProHuerta para ofrecer su colaboración. Ellos nos proveyeron de algunas semillas y nos han asesorado. Estamos en un proceso de firmar un convenio para que una de sus licenciadas en Nutrición nos indique que variedades cultivar para cubrir todas las épocas del año con una mejor nutrición. Aparte hemos adquirido algunos plantines de productos que no teníamos», agrega el funcionario.

El aporte del INTA es generar siembras escalonadas para que siempre haya plantaciones en estadios diferentes de las plantas, algunas en plántulas y otras listas para cosechar y así poder ver todo el proceso.

Otro detalles es que este tipo de cultivos es absolutamente natural y no se han utilizado para su crecimiento fertilizantes. «Si bien en general el suelo sanjuanino es bueno, salvo en algunos sectores muy salitrosos, hay otra característica que es que tienen muy poca materia orgánica. Es por eso que esta falencia se compensa con el material vegetal que se obtiene en las composteras que se han instalado en distintos puntos de la provincia (como en el Parque de Mayo donde hay dos, uno sobre el andén del trencito y otro cerca de la Plaza del Sol, sobre Avenida Libertador, en la zona del Monumento de San Martín, el Autódromo de Albardón y en la Avenida Circunvalación, que al ser los más grandes aún se están llenando de desechos orgánicos).

«Lo que produce el compostaje de desechos orgánicos y vegetales -cáscaras, restos de césped, poda, entre otros residuos- es un reemplazo de la fertilización y una mejora de la calidad física y química de los suelos, devolviendo lo que le extraemos a la tierra. Este es un proceso microbiológico controlado y medido por eso hay carteles indicadores para que la gente no tire nada. Los resultados son extraordinarios y pueden comprobarse en la calidad de las hortalizas que obtenemos», asegura.

Mano verde

La Dirección de Espacios Verdes también se ocupa de manera directa del mantenimiento y cuidado de los jardines del Teatro del Bicentenario, el Auditorio Juan Victoria, parte del Parque de la Quebrada de Zonda, una parte del Centro de Educación Física.
En otros espacios públicos, la repartición, tiene tercerizado este tipo de trabajos.

Que florezca el Parque
Ahora la mira está puesta en el Parque de Mayo. Es que se está estudiando el terreno para instalar la tercer huerta. «Estamos buscando el sector indicado para emplazarla pero además es importante que tenga sus horas de sol necesaria por eso la ubicación es fundamental», adelantó el funcionario.

Todo hace pensar que el lugar ideal para la huerta estará en la zona de la ampliación del parque hacia el oeste, donde era el exvelódromo y cercano al actual edificio del Museo de la Historia Urbana. Es así porque el predio del parque original tiene mucha cobertura arbórea, según explican los expertos y eso afectaría la cantidad de sol que requiere la huerta, ya que les aporta a los plantines la energía básica para que puedan crecer. Las hortalizas de fruto y las de raíz deben contar con al menos cinco horas diarias de sol, mientras que las de hoja, requieren tres horas de exposición. Mientras que la escasez de luz directa provocará que las plantas crezcan despacio, débiles y que tengan poco rendimiento y muchas enfermedades.
En ese lugar hay menos condicionantes para el paso de la luz solar.

Crecen los bordos entre los edificios
A lo largo y ancho del mundo, las administraciones de algunas ciudades tomaron el guante y empezaron a apostar a las huertas urbanas en espacios públicos no sólo como medida para oxigenar el ambiente aprovechando mejor el agua, resguardando la flora y fauna y por ende, amortiguando la contaminación y las altas temperaturas que cada vez se sienten más agobiantes, sino también -especialmente en las urbes con poblaciones más empobrecidas- como respuesta a la necesidad de alimentación sustentable. Pero además a generan la necesidad de que estas acciones se repliquen en cada casa, cultivando en macetas, patios, veredas e inclusive balcones, aunque sea a baja escala. Es por eso que cada vez es más común ver estas prácticas de agricultura en medio de edificios superpoblados y calles repletas de vehículos.

Hay cientos de ejemplos de cómo esta tendencia «verde» se está multiplicando.
Europa fue pionera con huertas en lugares emblemáticos como Francia, España, Alemania, Polonia e Inglaterra donde el fenómeno es exponencial. Pero Latinoamérica tiene mucho para mostrar: La Habana (en Cuba) es una de las ciudades consideradas «reina de los huertos urbanos» porque ha llegado a producir más de 7000 toneladas de alimentos de este modo, en México pasa algo parecido, claro que aquí por ser una de las aglomeraciones urbanas más grandes del mundo, el gobierno ha impulsado la creación de las llamadas «azoteas verdes» con más de 12.300 metros cuadrados de plantaciones en pleno DF. La ciudad de Quito, en Ecuador, decidió hace unos años ya emitir la primera declaración para llamar a los habitantes a comprometerse con la agricultura urbana. Actualmente es una de las capitales más verdes de la región. De acuerdo con el último relevamiento contaba con 140 huertos comunitarios, 800 huertos familiares y 128 huertos escolares y en plazas.

También Managua (Nicaragua) tiene planes de plantaciones urbanas y bancos comunitarios de semillas en dos de las áreas más pobres de la capital. En Perú, se promociona la agricultura urbana en 43 distritos y en Belo Horizonte, Brasil, hay un programa que ha generado 158 huertos de hortalizas y 48 huertos frutícolas.

Argentina no se queda atrás de todo ese desarrollo. En Rosario, tal es el auge, que la ciudad celebra la Semana de la Agricultura Urbana para conmemorar el desarrollo de esta actividad que se integra fácilmente en las actividades de la población, lo cual es un gran ejemplo para muchos países. Mientras que en la ciudad de Buenos Aires, hay cultivos en plazas y veredas y ya se armó un «Club del Compostaje». En CABA se aprobó una ley que promueve la agricultura urbana «con el fin de favorecer hábitos de nutrición saludables, cuidar el ambiente y diversificar la producción y el consumo de alimentos con métodos sostenibles a través de la participación ciudadana». San Isidro un grupo de vecinos inspirados por la organización londinense Incredible Edible, que promueve la creación de paisajes comestibles en las ciudades, hizo su Huerta Vereda al lado de las vías del Tren de la Costa que luego se extendieron por distintas zonas.

De acuerdo con relevamientos de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se estima que cerca de 800 millones de personas se involucran diariamente en la práctica de la agricultura urbana y periurbana. Pero no sólo eso, se calcula que a esta altura de las circunstancias, el 15 % de los alimentos del mundo son producidos en ciudades.

Fuente: Diario de Cuyo