Por otro Nunca Más y con Canal

El panorama político sigue mostrando el absurdo de que no se propone nada nuevo ni mejor, y hay más especulaciones y sarasa periodística que seriedad propositiva, como toda sociedad necesita en vísperas electorales.

El panorama político sigue mostrando el absurdo de que no se propone nada nuevo ni mejor, y hay más especulaciones y sarasa periodística que seriedad propositiva, como toda sociedad necesita en vísperas electorales.

Los candidatos que primerearon parecen dispersos y algunos irritantes como sarpullido. Los de la derecha, previsibles: mentiras y tele, amenazas, cero ideas. Y los gubernamentales, todos parecidos: presidente, ministros, embajador, con más silencio propositivo que expresión de ideas, y además harto difíciles de creer.

También empieza a moverse saludablemente un joven dirigente, mediático y con cierto carisma. Pero la caballada está flaca, como se dijo aquí, y no se ve modo de engordarla. Sobre todo porque sin Ella –única garante con caudal– todo parece pobre y más de lo mismo. Y he ahí los débiles operativos para convencerla, neutralizados por algunos que tiran la pelota para finales de marzo, lo que equivale a pocas perspectivas de convencer a la última líder genuina de este país.

Acosada por el feroz bestiario judicial que nadie, ni el gobierno mismo, se atreve a poner coto más allá de lo declarativo y periodístico, la Dama se mantiene digna, serena, austera. Conducta ejemplar, sin dudas, pero que aquí y ahora representa una debilitada esperanza para un pueblo harto y exhausto, y desconfiado como el piojo de Gustavo Roldán que recelaba de toda la fauna del monte y bien que hacía.

En ese contexto, el gritón despeinado crece, aunque sólo en las encuestas fachas. Y la exministra también, en miserable debate con el intendente y el capomafia, hoy basuras residuales de un pueblo confundido cuya mitad –pareciera– los podría votar como quien se dispara balazos en los pies.

Por ello sería bueno que se lancen otros u otras a la lid, en procura de terciar, de abrir perspectivas realmente superadoras. Muchos más podrían proponerse, e incluso este columnista que al menos fue el primero, y hasta ahora el único, que propuso ideas e hizo diagnósticos y análisis, y los organizó en forma de propuesta política al servicio de la República y de la paz social. Y que no tiene nada que ocultar, carece de prontuario, no ha manejado jamás dineros públicos y siempre ha aportado ideas, pero nunca sarasa. Así hay incontables y mucho mejores personas que merecerían ser evaluadas en esta nación hoy alterada y confundida, engañada y mentida, y tan necesitada de paz y trabajo. Esas candidaturas sólo encarnarían esperanza y patriotismo para movilizar a un pueblo tan excepcional en trabajo y lucha como en aguante y paciencia.

Y si de ideas se trata, y sostenidas en ideales firmes, consecuentes y nunca traicionados, la mayor cantidad de postulaciones enriquecería la experiencia política y cultural argentina. Gente que jamás pisó los tribunales, por caso. Gente cuya representación de la Patria ha sido siempre, en todo el mundo, bien valorada, serena, optimista y amorosa. Hay mucha ciudadanía argentina en tales condiciones. Gente que podría sanear una vida política hoy saturada y falseada por multimedios mentirosos y canallas.

Cierto que no faltarán quienes, cancheros y también necios e ignorantes, opinarán que esta nota está sobrada de pretensiones imposibles. Y puede ser, pero también es seguro que sobran personas de bien, honestas y derechas. Y para las cuales, si a la Patria sirviese, su honor se dispusiera.

Dicho todo lo cual esta columna retoma su misión informativa respecto del río Paraná y ahora en forma urgente ya que según el portal Globalports.com.ar, vocero semioficial del Ministerio de Transportes, esta semana el ministro Diego Giuliano declaró que «vamos a extender la vía navegable troncal hasta Misiones», lo que fue duramente descalificado por expertos que recordaron que «el Alto Paraná es binacional, lo cual parecería que en el ministerio ignoran».

Dos veteranos capitanes fluviales explicaron su extrañeza porque, siendo abogado, el ministro «parece que no sabe que en los ríos binacionales ningún país define nada unilateralmente». Por eso el Alto Paraná fue siempre navegable: hace miles de años por los pueblos originarios; hace cinco siglos por los jesuitas. Y para garantizarlo se hizo la esclusa en la represa de Yaciretá.

Claro que las barcazas que allí navegan son todas paraguayas y el destino de lo transportado es siempre Montevideo. Lo que es así desde que hace 35 años Menem y Cavallo destruyeron la flota fluvial argentina entregando así la soberanía del río Paraná.

Claro que hoy lo más irritante para los veteranos es la absurda política de anunciar imposibles para no hacer lo que sí es posible y además necesario. Por eso no se toman decisiones y en cambio el ministro habla de un río que es binacional. De donde en realidad lo que hace es no hablar del Canal Magdalena, que ya está aprobado y es enteramente nuestro. Como tampoco habla del Paraná Guazú, que sí es totalmente argentino pero está bloqueado por la Bolsa de Cereales de Rosario para que nada salga por ahí y en cambio todo el comercio se dirija al Uruguay y por los canales que la Bolsa controla.

Es obvio que nadie puede saber a cabalidad si es que son burros o maestros en la estrategia perversa de confundir al pueblo anunciando lo imposible para no hacer lo posible y urgente. Pero es así como el pueblo es sumido en la ignorancia, la confusión, el desamparo y la bronca las 24 horas del día.

Y mientras se suceden «noticias» distractivas, se oculta la verdad: el Canal Magdalena está listo para licitarse y empezar la obra.

Y es por eso –dice otro experto naval– que «fastidia y repugna que el Ministerio y la AGP sigan haciendo todo lo posible para demorarlo». Ya resulta obvio que se ha decidido no avanzar y sólo hacer declaraciones laterales mientras se mantiene congelado el Canal Magdalena. De donde resulta desdoroso el rol del ingeniero Hernán Orduna, que a este paso quedará como responsable de la frustración del Canal, lo que podría ser injusto porque, dicen algunos, «es el único que empuja la obra y en soledad. Se sabe que ya le entregó al subsecretario de puertos todo el material necesario para licitar mañana mismo, si quisieran». Pero la cuestión de fondo sería que en el gobierno nacional no se quiere hacer esta obra, decisiva para nacionalizar el comercio exterior de la Argentina, hoy en manos extranjeras.

Lo cierto es que el Canal Magdalena ya está proyectado y aprobado en el marco del Tratado del Río de la Plata. Por eso cuando se supo en las últimas semanas que el interventor de la AGP, José Beni, resaltó la importancia de un nuevo relevamiento «para tener datos más precisos y claros respecto de la profundidad, tipo de suelo y solera para proyectar la obra”, esas palabras fueron repudiadas por expertos: «Teníamos razón: era nomás una trampa».

Es difícil entender a un presidente que viaja a la Antártida a declamar soberanía virtual cuando al mismo tiempo entrega la soberanía del Paraná mediante un decreto (el 949/20) que clausura la salida fluvial al Atlántico, obligando a navegar hacia el Norte cuando tenemos 5.000 kilómetros de costas y la Antártida en el Sur.

¿Qué compatriota decente y llen@ de amor a la Argentina no querría tener la oportunidad de enderezar el presente y abrir de una vez las puertas a lo que casi 50 millones de compatriotas han soñado y sueñan: un país de paz y democracia, de justicia y honra, de respeto y amor a nuestra tierra, nuestro subsuelo y nuestro cielo?

Por Mempo Giardinelli

Fuente: Página 12