Preocupa al sindicalismo la reconversión laboral que promueve el gobierno

El consejo directivo de la CGT debe decidir si sigue con el dialoguismo o endurece sus demandas como se lo exigen otros sectores gremiales

El consejo directivo de la CGT debe decidir si sigue con el dialoguismo o endurece sus demandas como se lo exigen otros sectores gremiales

El consejo directivo de la CGT se alista para debatir y adoptar decisiones en torno a la fuerte campaña oficial para demostrar la necesidad de una «flexibilización laboral», que supone reconvertir los convenios colectivos, reducir costos y aportes patronales, producir un blanqueo o regularización laboral e instalar un nuevo sistema de pasantías, entre otros temas que provocan escozor en el mundo obrero.

El primer encuentro de consejo directivo del año «se realizará casi con seguridad el jueves 2 de febrero» próximo, según admitieron varios dirigentes gremiales, quienes señalaron que «habrá algunos debates escabrosos, en especial respecto del incumplimiento total del sector empresario a los acuerdos antidespidos firmados en la Mesa del Diálogo».

La conducción obrera que representa el triunvirato integrado por Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña mira de reojo la propuesta oficial de producir cambios en los convenios colectivos y, en general, estudia desconfiada toda la estrategia que el Ejecutivo lanzó con firmeza para reconvertir el mercado laboral.

Las perspectivas para el año que se inició «no son positivas si se tiene en cuenta la realidad del empleo y la política patronal de despidos, que no cesa y que el gobierno tampoco frena, pero la CGT extremará la posibilidad de diálogo hasta la última instancia porque tampoco está dispuesta a convertir el país en una caldera sin salida», puntualizó un encumbrado referente gremial.

La central obrera insiste en la defensa de los convenios colectivos y la libre discusión paritaria ante un proceso inflacionario que también evalúa con desconfianza, y rechaza y critica los despidos y las iniciativas laborales oficiales, pero no parece dispuesta a «quemar las naves».

Los sectores de las tres ex CGT que integraron el consejo directivo a partir del 22 de agosto último debaten a fondo y proponen estrategias para negociar con el Ejecutivo iniciativas que contemplen al movimiento obrero en las decisiones nacionales; se oponen a consagrar sin discusiones de fondo lo que consideran «antisindical» y evalúan pasos a seguir que, sin producir un quiebre total, amaine una ofensiva laboral oficial que, aunque prevista en sus cálculos, no deja de sorprenderlos.

Los petroleros se avinieron a modificar su convenio colectivo para la explotación del crudo en el sector no convencional, y hay perspectivas de continuar esos pasos en los sectores metalmecánico, computación y construcción y ya comenzó ese diálogo con los capitanes de ultramar. Nada hace prever que será sencillo, pero el gobierno avanza y, hasta ahora, la CGT no definió una estrategia conjunta que logre frenar iniciativas que, de concretarse, modificarán de manera profunda el mapa laboral y la estructura del movimiento gremial.

Ante este panorama, la Corriente Federal de Trabajadores (CFT), que integra una treintena de sindicatos —bancarios, televisión, pilotos y docentes privados, entre otros—, denunció «el incumplimiento total» del compromiso asumido en la Mesa de Diálogo para la Producción y el Trabajo respecto de «no producir despidos», y conminó a la CGT que «urge la convocatoria a un plan de acción». Además, pidió «un cambio de política económica para evitar que la Argentina quiebre».

La CFT subrayó que «es imprescindible» que la CGT «decida de forma urgente un programa y un plan de acción que unifique los reclamos y luchas de todos los sectores del movimiento obrero». Recordó que «más de 450.000 argentinos que perdieron su trabajo desde diciembre de 2015 sufren las consecuencias, mientras el gobierno y sus ceos insisten en agravios y comprometen con esos incumplimientos a la CGT, lo que resulta inaceptable».

Por su parte, para las Centrales de los Trabajadores Argentinos (CTA) y Autónoma (CTAA) de Hugo Yasky y Pablo Micheli, «las perspectivas de 2017 son desalentadoras y ominosas», y afirmaron que ya trabajan en un realineamiento de fuerzas a partir del diálogo con sindicatos de todas las centrales obreras.

Lamentan la falta de unidad

El Movimiento de Acción Sindical (Masa), que conducen el taxista Jorge Viviani y el ferroviario Sergio Sasia, ratificó ayer que «el movimiento obrero perdió una oportunidad histórica al no concretar una CGT unida y fuerte, con una agenda concreta para defender los intereses de los trabajadores y el fortalecimiento de la industria nacional, la salud y la educación» y lamentó que «la pérdida de empleo es demasiado significativa y nadie lleva adelante propuestas claras».

Fuente: La Capital Rosario