Preocupación en varios comedores solidarios de Santa Fe: no les alcanza para la leche
UNO Santa Fe dialogó con cinco referentes barriales y sociales que llevan adelante viandas y merenderos los fines de semana en distintos barrios de la ciudad
03/09/2019 MUNICIPIOSUNO Santa Fe dialogó con cinco referentes barriales y sociales que llevan adelante viandas y merenderos los fines de semana en distintos barrios de la ciudad
El aumento en los precios de los alimentos y la desocupación o falta de empleo formal en un contexto de crisis económica nacional golpea a los barrios de la ciudad. Según referentes barriales y sociales son cada vez más los chicos, adultos y ancianos que se acercan a comedores y merenderos para tener una ración de comida. Describieron a UNO las estrategias para llegar a fin de mes y poder cumplir con la demanda alimenticia y coinciden en la preocupación por la falta de lácteos y carnes en las dietas.
En barrio Alfonso funciona Fundación Mundo Pequeño con talleres recreativos y culturales para niños y niñas. Además, tienen un comedor para los almuerzos y para las meriendas. Su impulsor, Raúl Dalinger observó: «Desde que arrancó el año tuvimos un incremento de entre el 40 y el 50 por ciento de asistentes, que son chicos que vienen a la merienda o al almuerzo. Con mucho más hambre y necesidades básicas visibles. Ya sea ropa ocalzado. En otro momento, hace dos años, era común que repitieran o media ración o comieran dos veces. Pero hoy comen dos o tres veces, y si sobra te piden llevarse, traen tappers o bolsas para llevarse comida a su casa. Hay mucha más hambre, mucha más necesidad».
El panorama se repite en distintas instituciones u organizaciones civiles que tratan de suplir la falta de comida. En barrio Chalet funciona un comedor de lunes a viernes en la vecinal, y además los fines de semana hay 360 viandas que se producen en el espacio de La Poderosa (J.J. Paso 3971): «Son familias enteras que comen a través de una vianda sábados y domingos, y de forma solidaria se cocinan haciendo turnos entre quienes comen ahí. Pero ya no llegamos a lo que teníamos planteado, no podemos recibir más gente en el comedor porque ya pasamos el cupo, pero ni siquiera quienes están comiendo lo están haciendo bien. Hoy tenemos una lista de espera de 150 personas», explica su referente María Claudia Albornóz.
Y agrega: «Preguntamos mucho a nuestras vecinas y vecinos que es lo que les va pasando para poder relatarlo y hablar de lo que nos pasa. Vemos que los adultos en una casa ya no comen. Antes comían una vez por día, ahora si no tenés un comedor es imposible que esté garantizado. Entonces es mate, dulce porque llena y mucha harina: torta negra, torta asada. La gente se está nutriendo de una manera espantosa solo para tapar el hambre».
La Corriente Clasista y Combativa tiene comedores y copas de leche en los barrios Arenal, San Lorenzo, Santa Rosa de Lima, Villa del Parque (es el más grande, con 300 personas y van vecinos de Barranquitas oeste, Barranquitas sur y Villa Oculta), La Lona (en Candioti Norte sobre la vía y Luciano Torrent), Guadalupe oeste, Coronel Dorrego, Pompeya (el que más se ha incrementado), 29 de abril, La Ranita, Cabaña Leiva, Loyola, Colastiné (en Vía muerta), y en Villa Adelina de Santo Tomé. Sebastián Saldaña, referente del espacio señaló a UNO: «Son 1650 personas, según un relevamiento que hicimos hace dos meses. Son chicos, embrazadas y adultos mayores. Arrancamos en 2010 con varios comedores en distintas partes de la ciudad. Lo que pasó en estos dos últimos años es que se abrieron un 40 por ciento más de comedores, por los mismos vecinos de los barrios que planteaban esa necesidad. Y dentro de los que ya teníamos aumentó un 30 por ciento la cantidad de gente que va en este último año y medio».
En relación a los últimos meses, Saldaña aseguró: «Se suman de 10 a 15 personas más por fin de semana. Los comedores los tenemos sábado y domingo, y en algunos barrios los miércoles. Ahora estamos tratando de ver eso porque no alcanza, mucha gente nos está pidiendo que abramos los días de semana porque a veces a la noche no alcanza. Porque los chicos en las escuelas muchas veces no llegan a comer bien».
Del otro lado de esos puntos de la ciudad, en Alto Verde, las situaciones se repiten: «Este año como varios comedores cerraron en el barrio, toda esa gente se nucleó en Arroyito Seco (ONG) y ahora le estamos dando de comer a más de 300 personas. No nos alcanza diariamente, hacemos magia para llegar a fin de mes», señala Carolina Aquino de la agrupación que comenzó con actividades recreativas y deportivas para los más chicos y que hoy asiste a personas de todas las edades.
Asimismo, sobre la asistencia solidaria para los más chicos en barrio Santa Rosa se Lima, Griselda Soloaga de las Madres Voluntarias apuntó: «La verdad este último tiempo se ha notado muchísimo más. Cada vez más chicos en los comedores y en los merenderos, hay una gran demanda. Siempre se van sumando más familias, cada vez más chicos. Todos los días es un esfuerzo. Los fines de semanas oscilan entre 150 familias más o menos que son 350 personas, y siempre dos o tres familias por semana se suman».
Sin leche, sin carne y pocas frutas
Al ser consultados sobre los modos de administrar los recursos y los alimentos para solventar la necesidad de tantos vecinos, los referentes coincidieron en que los subsidios estatales no alcanzan para cubrir alimentos básicos como leche y carne vacuna. En algunos casos, hasta decidieron dejar de entregar frutas.
«Trabajamos con donaciones y elaboramos torta fritas, ya no tanta chocolatada. Si tenemos arroz, les hacemos arroz con leche. Para la leche alcanza más o menos, a veces tenemos que hacer mate cocido. Es todo un tema», señalan por su parte las Madres Voluntarias de Santa Rosa de Lima.
Arroyito Seco tuvo que recortar los días en que daba leche en la merienda. De todos los días pasaron a entregar solo sábados y lunes. «Implementamos esos días porque no hay nada más en el barrio. Lo más caro en este momento es la leche. Con la leche nos pasó que había una persona que nos la donaba y dejó de hacerlo. Preguntamos cuánto salía y la bolsa de 25 nos sale 7 mil pesos, es imposible comprarla porque ocupamos tres en el mes. Después la municipalidad nos dio un subsidio por tres meses y la estamos dando, pero después no sabemos si vamos a poder seguir. Igual ocupamos un poco de la plata del comedor, así que nos vamos ayudando con las dos cosas. La leche si o si hay que darla por los chicos que van a entrenar», expresó Aquino a UNO.
Y agregó: «Carne no compramos porque es imposible. Lo que hacemos es implementar pollo, compramos los cajones y hacemos hamburguesas u otras cosas. Hay días que se hace salsa nada más».
Por su parte Dalinger describió: «Tenemos un subsidio de Desarrollo Social de la provincia que es para la compra de alimentos, pero recibimos el mismo importe hace cuatro años. Imaginen que con la inflación que hubo no nos rinde para nada. Entonces tuvimos que tomar decisiones. Antes les dábamos como mínimo una fruta después del almuerzo, también por una cuestión de nutrición. Hoy no hay más frutas, decidimos cambiar eso para poder comprar la leche que es básico, poder tener una merienda con pan o galletitas. Empezamos a suprimir calidad. Lo que es alimento volvimos a todo lo que es guiso, arroz con pollo y todo lo que sea de olla y rendidor. Olvidate de poder servir un pedacito de carne o una milanesa. Se nos hace imposible de afrontar. Lo que apuntamos es a poder llenar sus pancitas con lo que se puede».
Desde la CCC coinciden: «Hay una faltante muy importante de leche, hace un mes que no nos dan este refuerzo alimentario desde el gobierno nacional. Nos deben un mes. Y encima, lo que es julio – porque es a mes vencido- nos dieron la mitad de la leche. Nos venían dando 600 leches, y nos dieron 300. Y después, la tarjeta de la provincia que es a través de Desarrollo Social a pasado casi lo mismo porque aumenta la gente y lo que hacen es equilibrar el monto con la inflación. Hay tres supermercados a los que podes ir a comprar con la tarjeta y nos pasa que por ahí necesitas algo que ellos no tienen, como carne, se lo compran a otro proveedor y nos lo cobra un 30 o 40 por ciento más. Estamos muy atados a ellos porque no se les puede ni pelear un precio porque te dicen dónde vas a ir sino. eso es lo que nos pasa. Nos rendiría más si pudiésemos comprar directamente a una empresa láctea o de carne. Lo venimos reclamando desde enero», dijo Saldaña.
Y Albornóz concluye: «No hay alimentación saludable ni planificada, solamente tapar el hambre con mate dulce y pan. Además es muy difícil acceder a la garrafa, ni a la social. Está cada vez peor. La social es una trampa porque tenés que caminar como 20 cuadras para llevarla en el hombro. Se pone cada vez más horrible, la gente adulta ya ni siquiera come. Con arveja y lenteja vamos supliendo las proteínas pero en realidad no se están comiendo. Nos vamos retroalimentando con la Unidad de Trabajadores de la Tierra. Frutas solo naranja y mandarina que son de estación ahora. Banana, manzana, todo eso no. Todavía estamos sosteniendo solo esas frutas. Se te rompe el corazón porque no hay muchos comedores abiertos sábados y domingos».