Qué hará Sandleris el lunes para no quedarse sin reservas
La restricción al giro de utilidades a los bancos se explica por un aumento inusual de salida de fondos en los últimos meses, casi cuadruplicando la de 2018. Pero con eso no alcanza para detener la fuga.
02/09/2019 El PaísLa restricción al giro de utilidades a los bancos se explica por un aumento inusual de salida de fondos en los últimos meses, casi cuadruplicando la de 2018. Pero con eso no alcanza para detener la fuga.
Los 1943 millones de dólares de reservas perdidas el viernes, acumulando 4161 millones a lo largo de la semana, fueron más que un signo de alarma para el gobierno. Es el aviso de que si no logra cerrar el grifo, la fuga se consumirá sus últimas herramientas de defensa. La decisión de ponerle un freno a la remisión de utilidades al exterior por parte de las entidades financieras fue una reacción, aunque muy tardía, a la fuga que por esa vía venía sufriendo el sistema y amenazaba ampliarse. En los primeros siete meses de 2019, el giro de utilidades y dividendos al exterior por parte de las entidades financieras y cambiarias acumuló 441 millones de dólares, casi cuatro veces el monto girado en igual concepto durante todo 2018. Estas transferencias, según señalan especialistas en la materia, no se corresponden estrictamente con los resultados de balances anteriores, sino que podían ser incluso giros «a cuenta» de futuras utilidades, como modo de enmascarar otro tipo de operaciones, propias de la entidad declarante o de terceros. El sector financiero no es el único que utiliza fluidamente este mecanismo de transferencias, pero por las cifras puv¡blicadas por el Banco Central, fue «el más activo» en los meses transcurridos del actual ejercicio. Por sí sólo, el sector financiero representó este año el 60 por ciento del total de los giros al exterior de utilidades y dividendos del sector privado en su conjunto.
«Si el gobierno espera que cualquier medida cambiaria que disponga le dé algún resultado, va a tener que cerrar todos los grifos de salida de capitales; esto ya no es una cuestión que se resuelva en el plano ideológico o dogmático; para el gobierno es un asunto de supervivencia», señaló a este diario un experto consultado sobre el panorama que podría esperarse en materia de regulaciones cambiarias para los próximos días. Otros son más estrictos con los plazos: el gobierno necesita tomar resoluciones importantes este mismo lunes, dicen, si quiere evitar que las transferencias al exterior –y no sólo las compras de dólares en efectivo en el mercado– terminen extinguiendo las reservas.
El viernes, la entidad que preside Guido Sandleris dio a conocer la Comunicación A 6768 por la cual estableció que «las entidades financieras deberán contar con la autorización previa del Banco Central de la República Argentina para la distribución de sus resultados». Una «aclaración» que la misma institución difundió minutos después, informaba que se trataba de «una medida que sólo corresponde a las entidades financieras, no a otro tipo de empresa». Vista la dimensión real de la fuga y la situación límite en la que se encuentra el Banco Central, podría decirse que la medida cerró el grifo principal pero sería irracional que mantuviera abiertos los restantes: las transferencias, por giro de utilidades o cualquier otro concepto (a excepción de pagos de importaciones), del resto del sector privado. Ni más ni menos que el tan denostado «cepo cambiario» pide permiso para volver a escena, y a pedido del público que más lo repudiaba.
El problema de la fuga de divisas fue empujando al abismo a este modelo económico, porque mientras se mantenía abierta esa puerta todo lo que salía en dólares por allí debía compensarse con más deuda. Y un día, el crédito externo se cortó, pero la fuga siguió. Y el salvataje financiero del FMI para tapar el agujero resultó insuficiente. Expresado en cifras, la Formación de Activos Externos (patrimonio de residentes locales, empresas o personas, que se radica afuera como inversión, activos físicos o financieros) del «sector privado no financiero» en estos años fue persistente. Entre 2016 y 2019 (este último, hasta julio), los sectores que más acumularon activos externos fueron Comunicaciones, Transporte e industrias química y del caucho, sumando alrededor de 1800 millones de dólares cada uno. Un paso detrás se ubica Maquinarias y equipos, con poco menos de 1600 millones de dólares en los tres años y siete meses considerados. Entre enero y julio de 2019, en cambio, tuvo mayor relevancia el sector petrolero, siendo el sector con mayor nivel de acumulación neta de activos externos: 713 millones de dólares. Por detrás de ese rubro quedaron este año el sector Comunicaciones, con 624 millones fugados, e industria química y caucho, 553 millones.
Llamativamente, las cifras que informa el mismo Banco Central de la República Argentina (que el Observatorio de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación recogió y aportó a esta nota) dan cuenta de formación de activos externos de origen no identificado por 45.446 millones de dólares, pero también formando parte del «sector privado no financiero» bajo el rótulo de «Otros». En parte, se trata de particulares que atesoran en divisas fuera del sistema financiero, pero sólo en una mínima proporción. Sobre el resto, no hay información.
En tanto, las transferencias registradas como giro de utilidades y dividendos de los distintos sectores sumaron, en los últimos tres años y siete meses, 6808 millones de dólares. En general, la evolución fue descendente en estos cuatro años (2991 millones en 2016, 2043 millones en 2017, 1034 milones en 2018 y 740 millones en estos últimos siete meses), con la excepción del ya mencionado sector de entidades financieras y cambiarias. En todo el período enero 2016 a julio 2019, las transferencias acumuladas están encabezadas por financieras y cambiarias, 1180 millones, seguidas de Alimentos (928 millones), Petróleo (650 millones) y Química, caucho y plástico (591 millones).
Este es el panorama de los «otros grifos» que permanecen abiertos. Formación de activos externos y trasnferencias de utilidades, junto a las compras locales de divisas en el mercado cambiariao que, según se estima, también podría imponerse un tope de compras por mes (100 o 200 mil dólares, se mencionó). La vuelta a la medida que el gobierno de Mauricio Macri menos desearía pero que el desastre provocado por su política económica transformó en imprescindible en su etapa culminante; el cepo, según lo bautizaron sus propios detractores.
El endeudamiento primero, y la sangría de servas últimamente, son el origen de los recursos que fueron fugados del país en proporciones crecientes en estos años. Mientras el Banco Central no cierre los grifos, continuará. En estas horas, se estima que de las comunicaciones entre Washington (sede del FMI) y las autoridades económicas (Lacunza y Sandleris) saldrá la decisión. Por ahora, salvo para las entidades financieras y cambiarias, sigue habiendo «canilla libre».