Rosario crece hacia el noroeste y en la zona se multiplican los condominios

En barrios tradicionales como Fisherton, donde antes había casonas ahora se edifican complejos de hasta diez departamentos con espacios comunes.

En barrios tradicionales como Fisherton, donde antes había casonas ahora se edifican complejos de hasta diez departamentos con espacios comunes.

La ciudad crece cada vez más hacia el distrito noroeste que abarca los barrios Antártida Argentina, Belgrano, Fisherton y Empalme Graneros. La construcción de viviendas colectivas, más conocidas como condominios, explotó en los últimos años, tanto que los inversores reconocen que se venden antes de que se terminen de construir. La pandemia no hizo sino acentuar esta tendencia, porque no fueron pocos los rosarinos que comenzaron a demandar hogares luminosos y con espacios verdes.
Desde la Municipalidad indicaron que esto es una tendencia marcada desde hace al menos dos años y no para de crecer. La cantidad de permisos de edificación que se solicitaron para ese sector de la ciudad superó al distrito norte, que siempre fue el segundo más requerido, luego del centro, para la construcción. Hoy la mira está puesta en esta zona que, por el mismo precio que el centro, ofrece casas pequeñas o departamentos con espacios verdes y seguridad.
Esto trae aparejado un cambio importante en la fisionomía de un barrio tradicional como Fisherton, donde las viejas casonas tienden a desaparecer. Los inversores las compran, las demuelen y edifican diez casas o departamentos en el mismo lugar donde antes había una sola.

Las inmobiliarias confirmaron que la demanda no para de crecer. “Quienes buscan estas casitas o departamentos son familias jóvenes que, por el mismo dinero o tal vez menos, deciden irse a vivir a lugares más abiertos, con algo de verde, a donde puedan jugar los niños. También hay parejas de adultos mayores que buscan más seguridad”, explicaron.

Por otra parte, el aislamiento obligatorio sacó a la luz los beneficios de trabajar desde el hogar. Esto provocó que no pocas personas decidieran irse a vivir más lejos del centro, porque no es necesario viajar todos los días a la oficina.

No todos son beneficios en este sector de la ciudad. Quienes dejaron el centro y se instalaron en zonas como Hostal del Sol, Aldea o Funes manifestaron que la conectividad del lugar es pésima. Y es que sólo circula por esa zona una línea de colectivos, la 115, que atraviesa avenida Newbery y termina en el aeropuerto. Las familias jóvenes se encuentran con la dificultad de que si no tienen auto, no se pueden movilizar, algo que supone un esfuerzo económico importante.

De hecho, ya juntaron firmas y presentaron cartas a la Municipalidad para solicitar que alguna línea de colectivo entre a la zona de Hostal del Sol, por ejemplo.

Otra gran falencia que quedó al descubierto también durante el aislamiento fue el pésimo servicio de internet. Hay zonas donde casi no llega la señal y para trabajar se vuelve sumamente complicado.

Sebastián Ramasco Padilla, un inversor y corredor inmobiliario que apostó fuerte por la construcción y la venta en esa zona de la ciudad, contó que “la venta en Fisherton explotó. Pensábamos que nos íbamos a ir a pique y fue todo lo contrario. Se empezaron a vender propiedades en el pozo, sin que existieran. Ahora la moda es el condominio, o vivienda colectiva, en el mercado inmobiliario”, aseguró.

Costos y comodidades
Los primeros condominios fueron pensados como pequeñas casas o departamentos con un diferencial: cochera y parrilla. Hoy la mayoría de estas casitas o departamentos no superan los 200 metros cuadrados.

Ramasco Padilla comentó que el perfil de gente que busca estas viviendas “es del centro que migró a Fisherton, que ya dejó de ser un barrio tradicional como lo conocimos antes, hay transformaciones grandes. De hecho, además de los condominios también hay edificios, algo que era impensado”, destacó.

En cuanto a los costos, hoy, por una pequeña diferencia con un departamento sobre Pellegrini se puede comprar una casa en un condominio con cochera y espacio verde. “Un departamento en Pellegrini de 70 metros cuadrados, con dos dormitorios y cochera cuesta cerca de 120 mil dólares, mientras que una vivienda de 90 metros cuadrados, con dos dormitorios, cochera y espacio verde tiene un valor de 130 mil dólares aproximadamente”, explicó el corredor inmobiliario.

El condominio es una pequeña comunidad. En un mismo espacio conviven 10 casas, con sectores comunes. Algunos también poseen seguridad privada y pagan expensas al igual que un barrio cerrado.

En la misma línea, Gonzalo, otro desarrollador inmobiliario, explicó que se está vendiendo “al pozo”.

A raíz de la pandemia, “la gente dejó de buscar lugares para vivir en el centro y se volcó hacia la zona de Fisherton”, comentó quien está vendiendo departamentos en la calle Juan José Paso, en el corazón de ese barrio. “Creo que toda esta movida tiene que ver con priorizar la calidad de vida y buscar lugares más saludables”, opinó.

En otra esquina, más cerca de Aldea, antes del aeropuerto, se ofrece un condominio con 14 unidades de 160 metros cuadrados cubiertos. Todas ellas cuentan con cocheras, un parrillero y un jardín. A su vez, se ofrece un quincho que se comparte entre todos. El costos es el mismo que un departamento de dos dormitorios en el centro.

“El problema es la conectividad”
Fátima vivía con su esposo y su nena de dos años en un departamento en Italia y San Luis. Trabaja en una escuela de zona sur y su marido en pleno centro. Cuando pudieron asumir un plan de pago para una vivienda, no dudaron. A la hora de elegir el lugar, prefirieron uno con espacios verdes y se fueron a vivir a metros del autódromo. Allí hay 14 torres con 476 departamentos de hasta dos dormitorios. “Me cambió la vida, porque tenemos espacio verde y seguridad. El problema acá es el transporte. Para irme a trabajar tengo que tomar un remís que me alcance con la nena hasta la parada del 115, porque es un lugar muy desierto alrededor”.

Permisos de edificación en franco auge
En 2014 comenzó a notarse el crecimiento de la construcción de viviendas en el distrito Noroeste. Ese año la Municipalidad contabilizó 98 permisos de edificación o de regulación de construcciones. La tendencia se mantuvo durante los años siguientes. En 2015 se solicitaron 92 permisos. Luego, vinieron dos años de baja hasta el 2018 cuando el número escaló a 138. Sin embargo, la cifra más alta fue la del 2019, si se tiene en cuenta la relación de permisos y metros cuadrados para construir. En ese año, Obras Particulares recepcionó 85 permisos para 45 mil metros cuadrados de superficie para construir en esa zona de la ciudad.

Fuente: La Capital