Salta: Mecánicas y herreras ganan un mercado laboral que era de hombres

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Mujeres se destacan en talleres de oficios que hace poco se consideraban masculinos. Carpintería, tapicería y colocación de durlock son actividades en las que también avanzan.

Durante muchos años los oficios de tapicería, mecánica, carpintería, soldadura y construcción fueron exclusividad de los hombres. Las excusas para que las mujeres no aprendieran estas tareas eran su falta de fuerza física y que estas actividades, de alguna manera, supuestamente afectaban su femineidad. Se sumaba el prejuicio de pensar que ellas no estaban capacitadas para cuestiones que requieren precisión. Pero los tiempos cambian y las mujeres, algunas con ayuda y otras solas, comenzaron a ganarse un espacio también en trabajos destinados históricamente a los hombres.

La Escuela de Artes y Oficios, ubicada en Independencia 910, implementó -desde que abrió sus puertas- un plan de inclusión femenina en los talleres no convencionales. Para lograr esto, los docentes de estas áreas fueron capacitados para la incorporación de las mujeres en los oficios tradicionalmente pensados para hombres. Esta formación, dictada por el Ministerio de Educación de la Nación, apunta a que los docentes rompan también con sus propios viejos esquemas.

Durante las primeras clases los alumnos son separados en las mesas de trabajo por sexo. «Es muy importante lograr la integración de a poco. Por una cuestión cultural los varones no ven a la mujeres en estos oficios, e incluso ni ellas mismas se ven realizando estas tareas», dijo Marcelo Quinteros, profesor de mecánica de motos.

Desde la Escuela de Artes y Oficios facilitaron algunas estadísticas sobre la matrícula de mujeres en oficios no convencionales.

En 2013 la institución capacitó a 10 mujeres en mecánica de motovehículos. En 2014 otras cuatro recibieron esa formación. En 2015, dos mujeres terminaron el taller en cursos de especialización en la materia de la Confederación General Empresaria.

En 2015 se inscribieron en tapicería 92 mujeres en 5 talleres. Algo similar ocurrió con carpintería, donde la matrícula es de 79 alumnas en 7 cursos.

Herrería, tal vez una de las más difíciles junto con mecánica del automotor, tuvo la inscripción de 8 mujeres en tres cursos. Mecánica cuenta con 2 mujeres en dos cursos.

La Fundación Roberto Romero, en Caseros 42, tiene 8 talleres de oficios tradicionales donde las mujeres se van sumando a poco, pero a paso seguro. En agosto dos mujeres se anotaron en el taller de pintura de obras, mientras que 9 se inscribieron y cursaron durlock básico. En electricidad domiciliaria hay 9 mujeres y 7 en revestimiento. Albañilería básica tuvo una matrícula de 4 mujeres. Tres cursan instalación sanitaria y dos, líneas trifásicas. Todos estos cursos tienen unos 25 puestos.

«Por lo general el 15 por ciento del cupo de inscripción en el taller es de mujeres. Con esto no quiero entrar en una guerra de género, ni decir que la mujer le está quitando espacios al hombre. Los tiempos cambian y hoy las mujeres en su mayoría trabajan, y no siempre consiguen un trabajo clásico. Esta es una nueva forma de darles una herramienta que las ayude a defenderse en la vida», explicó Marcelo Quinteros, profesor de mecánica de motos.

En el aula

Los viejos esquemas de convivencia con los que mujeres y hombres de esta región fueron educados durante décadas no son fáciles de derrumbar. Y en situaciones y poblaciones reducidas, como el escenario de una aula, es donde más se pueden percibir.

«Los primeros días de clases existe una cierta resistencia, pero los docentes fuimos capacitados para esta situación. Sabíamos que las mujeres iban a estar temerosas de lo nuevo, lo desconocido, y los hombres venían con toda una cuestión de crianza que a la hora de convivencia en el aula se hace sentir. De a poco se comenzó a trabajar en equipo mixtos y esto los hizo verse de otra manera», concluyó el profesor de mecánica de motos.

Más maña que fuerza

Marcelo Quinteros, además de ser docente, tiene un taller mecánico de motos, donde la mayoría de sus clientas son mujeres. «Tratar con mujeres para mí no fue tan difícil porque ya estoy acostumbrado a eso y sé que no puedo hablarles con un lenguaje técnico por el simple hecho de que culturalmente no fueron educadas ni se las incluyó en el conocimiento básico de la mecánica», contó el profesor.

«En el taller la experiencia fue distinta pero no por eso difícil. El primer impedimento es que llegaban con mucho temor a lo que les esperaba. Sobre todo el miedo a dañar una pieza o hacer una mala fuerza y lastimarse. Pero con el tiempo todo se supera», aseguró Quinteros.

Fuente: El Tribuno, Salta