Shock contra el salario

La aceleración de la inflación está castigando los ingresos de jubilados y trabajadores. Junio comenzó con subas en transporte, prepagas y combustibles. La probabilidad de una segunda vuelta de devaluación.

La aceleración de la inflación está castigando los ingresos de jubilados y trabajadores. Junio comenzó con subas en transporte, prepagas y combustibles. La probabilidad de una segunda vuelta de devaluación.

Los aumentos de productos de la canasta básica de los hogares y el tarifazo en luz, gas, agua y transporte en los primeros cinco meses del año se han desplegado con salarios que no tuvieron variaciones significativas. Las paritarias cerradas fueron acordadas con un primer ajuste en abril de 5,5 por ciento (UTA) a 10,0 por ciento (Comercio, Construcción, Carne), con intermedios de 7,5 por ciento (Petroleros de YPF y Obras Sanitarias). La devaluación que disparó la paridad cambiaria a 25 pesos ya tuvo traslado a precios, pese a que funcionarios relativizan ese impacto. La persistencia en el engaño queda al descubierto con datos duros: entre la segunda quincena de marzo y la primera de mayo, el alza promedio de un conjunto de 37 artículos seleccionados de una canasta básica de consumo (alimentos, bebidas, de aseo personal y de limpieza del hogar) subieron 16 por ciento en promedio, según un relevamiento del Centro de Economía Política Argentina. Otra encuesta realizada por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana calculó que la canasta básica total se incrementó 19,4 por ciento en los primeros cinco meses del año. El castigo a los ingresos de los jubilados es similar al de los trabajadores: en marzo, el haber subió apenas 5,7 y otro porcentaje similar a partir de junio, para ubicar el mínimo en 8096 pesos. Ni salarios ni jubilaciones aumentaron igual o más que la inflación. Por eso se está registrando una importante caída del poder adquisitivo por un shock inflacionario que recién está transitando la primera etapa, con riesgo de ser alimentado con una segunda vuelta de devaluación, más tarifazos y alza de combustibles. Mientras, el Banco Central sigue perdiendo reservas, el dólar sigue subiendo y ahora es el Banco Nación que liquida billetes verdes del Tesoro para atender la corrida.

Junio comenzó con alzas en el transporte, prepagas y combustibles. El reciente documento de coyuntura del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNdAv) advierte que esas subas se dan en un contexto generalizado de alza de precios. Apunta que en el primer cuatrimestre la tasa de inflación oficial fue 9,6 por ciento, que en mayo rondaría el 3,0 por ciento (consultoras del establishment lo ubican en el 2,5, mientras que el Indec aliviaría al presidente Macri con un índice cercano al 2,2) y que el bimestre junio-julio también sería de mucha presión en materia de precios. En apenas dos semanas el papel de coordinador del ministro Nicolás Dujovne quedó desdibujado. El ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, lo cruzó con éxito por el tema retenciones, y anteayer fue el turno del ministro de Energía, Juan José Aranguren, al definir junto a petroleras aumentos de las naftas pese a la oposición de Dujovne. Este mes suben 5,0 por ciento y el próximo otro 3,0, avivando así el fuego inflacionario.

Mientras los precios suben, los salarios han quedado en evidente desventaja, explican los economistas de la UNdAv, porque si bien muchos gremios han pactado aumentos, éstos fueron en cuotas, lo que impide preservar el poder adquisitivo con aceleración inflacionaria. La caída del salario real no puede ser disimulada ni por el Indec de Macri. Los datos oficiales correspondientes al primer trimestre del año, antes de la corrida cambiaria, muestran que el índice de salarios anotó un alza del 3,9 por ciento entre diciembre y marzo, 2,8 puntos por debajo de la inflación de ese período. Este resultado se dio pese a que varios gremios recibieron una compensación por lo perdido en 2017, y ni así lograron evitar la caída promedio de la capacidad de compra del salario.

Casi todas las paritarias cerraron en el 15 por ciento por presión del gobierno (algunos gremios pactaron adicionales que elevarán el aumento efectivo al 22/23 por ciento). Ese número fue innegociable en el Ministerio de Trabajo porque el objetivo era hacer converger de ese modo las expectativas inflacionarias a la meta establecida por el Banco Central. Esa estrategia para desindexar la evolución de precios voló por los aires con la corrida y devaluación, quedando el salario rezagado.

Salario real
Cómo quedará el salario real en este año dependerá de dos factores: el primero, del resultado de la segunda tanda de paritarias que lidera el gremio de los Camioneros, que reclama 27 por ciento, y después, del saldo de la pelea por la reapertura de los acuerdos que tienen cláusula de revisión. Hasta entonces, el poder adquisitivo del salario retrocederá varios escalones. En esa disputa, los trabajadores parten de una situación adversa. Los economistas del Instituto de Trabajo y Economía-Fundación Germán Abdala calcularon que desde septiembre de 2017 hasta abril pasado, el retroceso del salario real fue de 4,3 por ciento. Si el período se extiende desde noviembre de 2015, la pérdida se amplía a 6,8 por ciento en lo que va del gobierno de Macri.

No aparecen señales que permitan vislumbrar un recorte de esa caída, más bien existe la probabilidad de que se profundice. El texto del ITE “Las paritarias después de la turbulencia” explica que “los aumentos paritarios no son el único factor que interviene en la dinámica salarial, ya que los salarios se modifican por cambios de categoría, aumentos por antigüedad y aumentos por fuera de la escala, entre otros”. Calcula entonces que los salarios nominales del sector privado registrado se incrementarán en promedio 22/23 por ciento anual.

Con la estimación de la inflación 2018 cercana al 30 por ciento, el salario real anotaría entonces un retroceso adicional al ya acumulado. Los economistas del ITE proyectan una caída del 5 por ciento, o sea, si no aparecen cambios en la dinámica de las paritarias o si no se gatillan rápidamente las cláusulas de revisión, el deterioro de los ingresos de los trabajadores sería parecido al de 2016.

Alimentos
El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana realiza un relevamiento mensual de los precios de los 57 productos que componen la Canasta Básica de Alimentos (CBA), para conformar el Indice Barrial de Precios, en 480 comercios de 20 distritos del conurbano bonaerense. En mayo, los alimentos aumentaron 6,8 por ciento, acumulando 17,1 por ciento en los primeros cinco meses del año, mientras que la canasta básica total subió 19,4 por ciento. Son variaciones que reflejan mejor el castigo real que está padeciendo el presupuesto de los hogares vulnerables, puesto que las estadísticas oficiales y de consultoras del sector privado lo subestiman. Los responsables de ese Instituto calculan que en diciembre pasado una familia de dos adultos y dos niños pequeños necesitaba 6145 pesos para adquirir sus alimentos, y en mayo requirió 1038 pesos adicionales para comprar los mismos alimentos. Respecto a la canasta básica total, en diciembre esa misma familia destinaba 14.994 pesos para cubrirla, mientras que en mayo precisaba 3419 pesos más para los gastos totales indispensables del hogar.

El Centro de Economía Política Argentina también realizó un relevamiento de 37 productos que componen la canasta básica. Como se mencionó al comienzo, el aumento promedio fue de 16 por ciento en marzo-mayo 2018, captando así el “efecto corrida” en los precios. Anotaron subas considerables en productos frescos, de higiene personal y bebidas. En relación a las frutas y verduras frescas, se suma al componente estacional la devaluación para explicar los incrementos. En lo que va del año, algunos productos estacionales (lechuga y papa) subieron 80 por ciento, y en otros donde no intervinieron factores climáticos o estacionales, como yerba mate, arroz, mermelada o gaseosa, los incrementos fueron del 50 por ciento.

Otra vuelta
El deterioro de la calidad de vida de trabajadores y jubilados en lo que va de este año, retroceso que agudiza la tendencia iniciada con el gobierno de Macri, puede ser que siga avanzando si se precipita una segunda vuelta de devaluación. Si es por las señales que envía diariamente el mercado de cambio, que esta testeando los 25 pesos defendido por el Banco Central con el muro de 5000 millones de dólares de reservas, monto que oferta diariamente en la plaza, y por el tradicional reclamo del FMI de subir el tipo de cambio, es probable un nuevo ajuste.

Cuando se precipitan estos procesos de inestabilidad económica, con corridas cambiarias, incertidumbre financiera y shock inflacionario, lo que hoy parece caro en pesos (dólar o precios de bienes) mañana será barato. El dólar a 25 pesos en mayo de este año era impensado a comienzos de diciembre pasado, hoy algunos evalúan que esta en un nivel de equilibrio de acuerdo al tipo de cambio real base diciembre 2015, otros piensan que sería caro si se acerca a 30 pesos, pero no pocos piensan que la evolución próxima puede hacer recordar esos valores como baratos.

La apertura total de la cuenta capital, que permite el ingreso y egreso de capitales especulativos sin ninguna restricción, la apertura comercial facilitando las importaciones y la desregulación absoluta del mercado de cambio, ha arrojado a la economía a un nivel de vulnerabilidad inquietante. Cualquier evento perturbador en la economía mundial (suba de la tasa de interés internacional, crisis política italiana, corrida cambiaria en Turquía o conflictos gremiales -camioneros- en Brasil) impacta en el mercado local. Esa fragilidad se potencia por las debilidades propias agravadas durante la administración Macri.

La entrega de reservas de casi 14.000 millones de dólares desde el stock máximo registrado en enero pasado, que incluye la liquidación de los billetes verdes obtenidos por la última colocación de deuda en el mercado internacional por 9000 millones y los 2000 millones del préstamo del Banco de Basilea, deja al descubierto que las divisas que ingresan se van rápidamente vía el sector externo y la fuga. Los dólares de deuda sirven para reforzar en forma transitoria las reservas pero rápidamente se evaporan. El último informe de Fide lo expone con claridad: “Lo cierto es que las nuevas deudas se consumen a una velocidad infartante, producto del déficit de cuenta corriente y la fuga de capitales”.

Ahora con reservas en 50 mil millones de dólares, siendo de libre disponibilidad un monto bastante más bajo, el gobierno de Macri está desesperado para cerrar rápido el acuerdo con el FMI para sumar inmediatamente unos 10 mil millones de dólares. La apuesta que hace es que esos recursos provean estabilidad financiera para empezar a recomponer su proyecto político. El FMI adelantó que no quiere que los dólares del préstamo stand-by sean utilizados para facilitar la fuga de capitales. Esto implica la exigencia de un tipo de cambio libre que acompañe la demanda, y si ésta no afloja, el resultado no será otro que una mayor devaluación. Acuerdos pasados con el FMI enseñan que de una u otra forma, reprimiendo al tipo de cambio o con una fuerte devaluación, los dólares de esos préstamos vinieron a dar tiempo a un gobierno débil mientras financian la fuga de capitales. No hay indicios de que el actual recorrido sea diferente a esas experiencias traumáticas.

Fuente: Página 12