«Si defendés al pueblo, no te perdonan nunca más»
"De los problemas que teníamos no resolvieron ningún sino que los potenciaron", dijo al recordar los casi cuatro años del macrimismo.
21/06/2019 El País«De los problemas que teníamos no resolvieron ningún sino que los potenciaron», dijo al recordar los casi cuatro años del macrimismo.
La emoción en los ojos de Cristina Fernández de Kirchner reflejaba la de la gente que colmó el salón Metropolitano y las más de 25 mil personas que fueron a verla al Parque Scalabrini Ortiz. Apenas subió al escenario, lo primero que hizo fue saludar a Otilia Acuña, Madre de Plaza de Mayo de la ciudad de Santa Fe, de 99 años, que en su silla de ruedas le llevó un libro, acompañada por la militante de Hijos Lucila Puyol. «Vamos a volver», fue el canto que estalló. «Hace cuatro años exactos que no venía», dijo apenas saludó, antes de reiterar algo que contó en sus memorables actos por el Día de la Bandera, cuando era Presidenta. «Manuel Belgrano es mi prócer preferido y los recuerdos que tengo de los 20 de junio en Rosario son maravillosos», le respondió al periodista Marcelo Figueras. Fue la presentación de su libro Sinceramente, un acto político y una ceremonia amorosa. Cristina apenas se refirió a Macri, al recordarle que fue aliado de Hugo Moyano, el mismo dirigente sindical al que ayer denostó. «Además de tener mal gusto, es desmemoriado», afirmó sobre el mandatario, sin nombrarlo. Y habló de soberanía. Recordó que en su último discurso en la ciudad, en 2015, la pelea era contra los fondos buitre, y no había dependencia del Fondo Monetario Internacional. La síntesis más perfecta la hizo, de nuevo emocionada, frente a la multitud que la vivaba afuera: «Los argentinos queremos volver a ser felices».
Fue un acto de amor, y de amor se habló en el momento más emotivo. Figueras le leyó el párrafo del libro en el que Cristina cuenta que Néstor le dijo «de lo único que nunca me aburrí fue de vos». Hubo aplausos y el canto «Néstor no se murió». «La idea no era que me hicieras llorar», le dijo Cristina, antes de recordar momentos de la vida en común, política y familiar y subrayar la convicción de Néstor sobre la conducción política ejercida por quién gobierna. «El que se sienta ahí, mientras está ahí es quien debe decidir los destinos del país», era lo que pensaba su compañero.
En la primera fila estuvieron la vicegobernadora electa Alejandra Rodenas, los diputados nacionales Marcos Cleri y Agustín Rossi, como así también Josefina González; la senadora nacional María de los Angeles Sacnun y los diputados provinciales Leandro Busatto y Roberto Mirabella -muy cercano al gobernador electo Omar Perotti, que no estuvo- entre otros muches dirigentes de la política, sindicalesy de organizaciones sociales.
La presentación propiamente dicha empezó con el himno nacional argentino, en la versión de Charly García, que Cristina, vestida con blusa blanca y saco celeste, cantó con la mano en el corazón, como hace siempre.
Figueras leyó el párrafo del libro en el que Cristina cuenta que Néstor le dijo «del o único que nunca me aburrí fue de vos».
Fue un acto político. «No vengo a Rosario desde el 20 de junio de 2015, y fijemonos cómo estamos hoy. No estoy hablando de que pasaron cuatro décadas, ni cuatro siglos. Estoy hablando apenas de cuatro años. Podríamos empezar por los índices de desocupación, por la cantidad de comercios, de pymes, de empresas, con dificultades, ni qué hablar del endeudamiento, reducido a su mínima expresión. Estábamos peleando contra los fondos buitre, que finalmente se volvió a endeudar el país. Dijeron que si hacíamos lo que ellos querían iban a venir las inversiones y lo único que volvió fue el FMI. Era una Argentina sin Fondo Monetario Internacional. Porque además, es cierto, a quién se le ocurrió firmar con el Fondo Monetario, un 20 de junio, algún día les tendremos que preguntar, ¿lo hicieron a propósito el 20 de junio?», expresó Cristina, mientras el público gritaba «Macri gato», «antipatria» y «no sabe hablar». «Es una Argentina con infinitas dificultades más graves y más profundas, porque de los problemas que teníamos no sólo no resolvieron ninguno sino que los potenciaron y profundizaron a cifras y límites exponenciales, y de los que no teníamos, volvieron a aparecer, como el endeudamiento y la desocupación».
Hubo una referencia nítida al acto de Macri a la mañana, pero sin nombrarlo. «¿Era necesario en un colegio rodeado de chiquitos insultar a un gremialista?», preguntó y luego, le recordó que «se trata del mismo gremialista que estaba con él (Macri) el 17 de octubre de 2015 cuando inauguraron un busto de Perón». No obvió que tuvo «diferencias» con el dirigente camionero, pero afirmó: «Realmente, además de mal gusto (lo de Macri) me parece desmemoriado, porque hace cuatro años no le parecía tan mal».
Cristina rescató «el espíritu del Bicentenario» y preguntó «¿Nadie dijo que al actual presidente lo maneja Christine Lagarde?». Reiteró una idea fuerza: «Si yo hubiera hecho lo que querían los grupos económicos y los grupos de poder, sería una dirigente… Yo era presidenta y a mí después de la muerte de Néstor me inventaban amantes. Otras son divorciadas. Sin embargo, son hadas, virginales». La referencia a María Eugenia Vidal -a la que tampoco nombró- levantó aplausos. «Qué suerte que tienen algunas mujeres que no se meten con su vida privada», ironizó. «El tema es qué queres defender. Para hacerla corta, si vos defendés al pueblo, te matan, no te perdonan nunca más», cerró.
El final fue inesperado: mientras ella hablaba, las pantallas mostraron una imagen aérea de la multitud que estaba afuera. Hubo aplausos, y el consabido «Vamos a volver». Cristina justo hablaba de la necesidad de «salir del odio» y «sentarse a debatir y decidir los temas urgentes». No tenía las pantallas a la vista, así que su primer gesto fue de desconcierto pero luego dijo: «Ustedes terminaron el acto. Gracias, compañeros, a todos». Durante unos minutos firmó libros, para salir luego a saludar a quienes la escucharon desde afuera. «Quiero darles las gracias a todos y a todas. Tenía muchas ganas de volver a Rosario».