Sin cajeros ni supermercados el aislamiento se complica en los pueblos del interior

La rutina de las pequeñas localidades también se vio afectada por la cuarentena, ni hablar de quienes viven en el campo. Abastecerse de alimentos deben hacerlo en los márgenes urbanos y los permisos son escasos, como pasa en Josefina.

La rutina de las pequeñas localidades también se vio afectada por la cuarentena, ni hablar de quienes viven en el campo. Abastecerse de alimentos deben hacerlo en los márgenes urbanos y los permisos son escasos, como pasa en Josefina. Es un ida y vuelta a hacer lo justo y necesario como ir a retirar dinero a un banco o la farmacia.

Al mañana bien temprano en Josefina son pocos los vecinos que salen con su bolsa a hacer los mandados. No le queda otra a la mayoría que abastecerse con lo que se vende en los dos almacenes del pueblo porque muchos antes del aislamiento obligatorio llegaban a San Francisco a «hacer la compra grande» pero ahora los accesos se restringen y todo se hace más complicado.

La pregunta es obvia, ¿entonces como hacen? No solo para las compras sino también por remedios, el cajero automático para obtener más efectivo sino tienen tarjeta de débito y cualquier necesidad que los obligue a salir de los márgenes del pueblo.

La misma situación atraviesan las familias que viven en las zonas rurales al tener a San Francisco como la ciudad más próxima donde pueden abastecerse en un supermercado o utilizar otros medios de pago y hasta extraer dinero.

Por ejemplo, en una encuesta realizada en LA VOZ DE SAN JUSTO donde los lectores respondían cuántas veces iban a comprar al supermercado (hasta tres o más de cuatro) tuvo entre los comentarios el relato de vecinos que no pueden acceder a nuestra ciudad como lo hacían habitualmente.

Carina contó: «Hace 3 semanas que no vamos a comprar porque vivimos en el campo y encima nos cerraron los accesos a San Francisco y cuando vamos corremos el riesgo que nos saquen el auto porque no te creen que vas por mercadería». Graciela agregó que el permiso es limitado «a una hora nada más».

Otros aunque saben caminos alternativos a la ruta han encontrado igual a la Policía Federal en algunos casos. A ellos debe exhibirse el permiso, se les toma la temperatura, el motivo por el cual arriban a la ciudad y la licencia que los habilita como conductores.

Más allá de la ciudad
En ese sentido, la cotidianeidad se rompió para estas personas que ven complicada la situación, pero se las arreglan, principalmente gracias a los almacenes y también porque en ocasiones de obtener un permiso, la Policía los certifica como fedatario para que puedan hacer esa actividad específica que indica el papel.

Sin embargo, los pueblos pequeños también esconden otras realidades y es como una cuarentena aparte que obliga a recorrer unos kilómetros para ponerse en el lugar de quienes no tienen las mismas comodidades que en la ciudad.

El subinspector Lucas Caniggia de la subcomisaria 8° de Josefina tiene a cargo el control de que el aislamiento se cumpla en Josefina. Aseveró que «la gente en este caso en el pueblo se maneja con el permiso otorgado por Nación, o en su caso por personas que tienen permiso para salir (excluidos) y les puede traer el dinero o medicamentos».

En este pueblo santafesino no hay farmacia, sino que los medicamentos los trae la médica del Samco para las personas que lo tienen recetado.

En otros casos si las personas presentan un certificado por salud o trabajo, el subinspector explicó que «certifican la firma de quien lo presenta, pero solo para casos y actividades puntuales como ir al cajero, farmacia».

Las compras, un caso aparte
Las compras no se pueden hacer fuera de la localidad porque se pueden cubrir en el pueblo, expresó el Policía a cargo de la subcomisaría y en este sentido agregó que «la gente acá es más tranquila, cumple y los comercios con los horarios también».

Para llegar al almacén hay que hacer menos de 50 metros, Roberto lo atiende desde 2016. Desde su perspectiva «existe gente que no toma las precauciones o lo toma en broma, hacen la vida normal».

En su comercio solo como máximo entran dos personas y él tiene un plástico que lo separa de cualquier contacto, además trabaja con guantes. En un principio comentó lo hicieron con barbijo pero era cansador así que optaron por ese plástico transparente que facilita las cosas.

Para pagar muchos van con el dinero en efectivo pero en el lugar también trabajan con tarjeta de débito y Mercado Pago, solo no pudieron todavía lograr terminar el trámite para que la gente pueda abonar con la Tarjeta Alimentar.

Son conscientes que a la gente no le queda otra que abastecerse allí porque llegar a San Francisco es dificultoso por los controles. Esto lo benefició porque hay más movimiento, antes iban al mayorista en nuestra ciudad y él mismo se abastece allí pero la diferencia es que cuenta con el permiso para hacerlo porque provee alimentos de primera necesidad.

Adentro de a uno, la fila con distancia
Afuera del almacén la gente espera con distancia prudencial y paciencia. Han repetido esta rutina los últimos 10 días y continuarán haciéndolo hasta el 12 de abril producto de la prórroga anunciada por el presidente Alberto Fernández.

Una de las que llegó y dejó su bici para comprar fue Elsa, tiene 60 años y lo que más le preocupa es que los trámites para la jubilación se van a demorar, mientras tanto sigue trabajando como empleada doméstica, aunque claro está esa actividad está también parada.

«Todo con dinero compramos, no tenemos cajero acá. No sé cómo vamos a hacer para pagar la luz y el cable, esos servicios que normalmente pagamos en el ‘banquito’ (una especie de Rapipago)», detalló la mujer.

A ella no le molestaría que estas medidas de precaución como mantener la distancia, la higienización se convirtieran en una sana costumbre, más allá de la pandemia y cuando se controle el coronavirus.

Bancarización en San Justo
En el departamento San Justo de la provincia de Córdoba hay 38 localidades (y cinco ciudades) de las cuales 15 no tienen servicio de bancos y por extensión tampoco cajeros automáticos. Todos ellos normalmente viajan a la localidad más cercana que lo posee y realizan gestiones de pago, cobro, retiro y cualquier otro trámite bancario.

Entre esas localidades se destacan Anita, Iturraspe, Valtelina, San Pedro, Prosperidad, Vignaud, San Bartolomé y Las Pichanas, así como también pequeños pueblos como Quebracho Herrado, Toro Pujio, Luxardo, La Paquita, Villa San Esteban, El Fortín y Seeber.

Muchos recorren hasta 40 kilómetros para hacer estas actividades y hay algunos donde la comuna cumple el rol de «banco» porque tiene un sistema de cobro electrónico, aunque dadas las circunstancias a nivel país a ellos también se les complica realizar estas actividades tan necesarias en estos momentos.

Fuente: La Voz de San Justo