Y tres años después, los vecinos pudieron volver a Arroyo Ventana
En la madrugada del 8 de abril de 2014, el agua se llevó literalmente todo, incluyendo su lugar de residencia. Ayer volvieron a habitarlo, aunque en la margen opuesta a la que ocupaban entonces.
09/10/2017 MUNICIPIOSEn la madrugada del 8 de abril de 2014, el agua se llevó literalmente todo, incluyendo su lugar de residencia. Ayer volvieron a habitarlo, aunque en la margen opuesta a la que ocupaban entonces. Ahora con viviendas nuevas y mejores servicios.
“Ahora vamos a vivir sin miedo”. Con estas palabras Manuela Manquepilán, de 79 años, resumió cómo será su vuelta a Arroyo Ventana. La última vez que vio el lugar fue hace tres años y cinco meses, tenía contados los días para regresar, y fue el día de la inundación cuando personal de la Prefectura de Sierra Grande la sacó en un gomón con destino a aquella localidad.
Desde ahí sus días pasaron en Neuquén capital: “Ya me había acostumbrado a la gran ciudad, pero esperaba volver”, según señaló con el título de propiedad en sus manos a “Río Negro”.
Como la de ella, decenas de historias se escucharon ayer en la reubicación de Arroyo Ventana, el paraje devastado en abril de 2014 por la creciente del arroyo que le da nombre. El pueblo quedó a punto de desaparecer en el temporal que marcó un hito en sus más de 90 años de historia y en el que milagrosamente no hubo ni una sola víctima.
La de ayer fue una jornada emocionante para los 85 habitantes. El gobernador Alberto Weretilneck y el vicegobernador Pedro Pesatti, junto con el comisionado Carlos El Hossen encabezaron el acto en el flamante edificio del salón de usos múltiples.
El día más esperado
Allí confluyeron cientos de vecinos, autoridades y muchas personas de pueblos cercanos que llegaron para pasar el día más esperado por los ventaneros.
Cerca de 1.000 personas se reunieron para ser testigos del emotivo día. Ahí estaban los vecinos de Sierra Grande, que cuando se produjo la inundación hicieron una campaña solidaria que ayudó a los vecinos del paraje a sacudirse de la tempestad.
Aurora Madero, “Nina”, una de las voluntarias que ayudó a sacar barro hace tres años, recuerda que al llegar lo que la marcó fue el llanto de tristeza y desconsuelo que tenía Silvia Torres, la única enfermera del lugar y esposa del comisionado. “Ahora lloro de emoción, mostraron un video de todo y me emociona”, dice.
Los vecinos no sabían cómo saldrían de esa situación, pero a pocos días con Weretilneck acordaron mudar el pueblo al otro lado del curso del arroyo, donde antes había una pista de aterrizaje.
En tres años se levantó un nuevo pueblo, mucho mejor en materia de servicios que el que había.
Casi 40 casas, un SUM, una escuela nueva (al viejo edificio se lo había llevado la corriente), tienen iluminación pública y domiciliaria, gas en garrafones y agua potable, plaza, y hasta una cancha de fútbol iluminada.
“Hemos invertido cerca de 20 millones de pesos, en casas, energía, agua, gas”, dijo el gobernador, y sostuvo que nada se compara con la tranquilidad de la gente.
“Seguimos apostando porque no hay que abandonar el lugar donde la gente quiere vivir, lo que me convenció de apostar por la continuidad de Ventana es que lo que pasó no debería volver a ocurrir, el Dios de cada uno de los habitantes hizo que no ocurriera una tragedia, porque estaba todo para que sea así. Los vecinos tienen que vivir en paz”, acotó.
Una jornada con emociones a flor de piel
El de ayer fue un día de recuerdo y emociones, en el que las lágrimas estuvieron siempre latentes.
En el escenario los ventaneros dieron breves testimonios y no contuvieron las lágrimas y ni siquiera el locutor, Daniel Fortunatti, pudo seguir la rutina debido a la emoción.
El día arrancó con corte de cintas, descubrimiento de placas, desfile, espectáculos y asado de cordero.
Para la noche estaba prevista una peña y baile.