Un año del gobierno Milei
El poder mundial y sus comentaristas periodísticos, académicos o profesionales celebran los “éxitos” del gobierno libertario de la Argentina.
11/12/2024 OPINIÓNEl poder mundial y sus comentaristas periodísticos, académicos o profesionales celebran los “éxitos” del gobierno libertario de la Argentina.
Celebran la “estabilización macroeconómica”, para lo cual conviene recordar que la ecuación macroeconómica se resume en la suma algebraica del consumo, la Inversión y el intercambio internacional, es decir, C+I+X-M (Consumo más Inversión más Exportaciones menos Importaciones).
Ni falta hace destacar la caída del consumo popular y del gasto público, elementos esenciales que explican la caída del Producto Bruto Interno entre -3,5% o -4%. El PBI es igual a C+I+X-M, la mencionada ecuación macroeconómica.
El éxito se sustenta en un brutal ajuste del consumo popular y público, un logro de la motosierra y la licuadora.
La motosierra significó una merma de empleo público sustancial, con cesantías en torno a los 40.000 trabajadores. Si sumamos las cesantías en el sector privado, la cifra se acerca a los 200.000 trabajadores.
Resulta una masa gigantesca que incide mucho más allá del deterioro del consumo y afecta culturalmente a miles de familias que agregan incertidumbre al presente y al futuro.
Es un éxito que explica el incremento de la pobreza por ingreso, por encima del 50%, agravado en los menores de edad, que supera el 60%. El crecimiento de la pobreza y la indigencia son expresión de una política de ajuste y regresiva reestructuración del capitalismo local.
La licuadora se manifiesta en el congelamiento presupuestario del 2024, con la referencia, escasamente modificada del Presupuesto 2023, el mismo que regirá para el 2025, privilegiando la discrecionalidad en la afectación de recursos públicos por parte del gobierno.
En materia de Inversión, se verifica una fortísima caída, tanto del sector público, que prácticamente congeló la inversión, demorando obras en todo el territorio nacional y afectando derechos esenciales, especialmente en materia educativa y de salud. El sector privado retaceó la apuesta inversora, salvo en los núcleos de acumulación de capital privilegiados, casos del complejo agroexportador o el novedoso asociado a la energía, especialmente el yacimiento “vaca muerta” y lo relacionado con la minería y el litio como suceso.
Se consolida un sesgo productivo orientado al mercado mundial, bajo dominación de capitales transnacionales.
Regresividad
La burguesía local asociada a esa dinámica centra sus objetivos en la reducción del costo de producción, especialmente el laboral. Por eso reconocen la tarea de las regresivas reformas laborales encaminadas por el gobierno, tanto como las propuestas de reformas previsionales, a la seguridad social y de carácter tributario en favor de las ganancias empresarias.
El mercado interno sobrevive en una reestructuración que reconoce el cierre de miles de pequeñas empresas, lo que explican el abultado crecimiento del desempleo y el deterioro del consumo popular.
Queda claro que la apuesta es a la inserción del capitalismo local en el mercado mundial. Esa es la apuesta al crecimiento del 5% del PBI para el 2025.
No se trata de un crecimiento para el conjunto de la sociedad. Se expandirá el consumo de los sectores con capacidad de mejorar sus ingresos y por lo tanto de ahorro; la mejora de la inversión por las facilidades que otorga el Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones, RIGI, y las facilidades al movimiento internacional de capitales que supone el levantamiento de las restricciones (CEPO) en algún momento del próximo año.
Inflación y distribución del ingreso
La baja de la inflación es quizá el principal reclamo social, logrado luego de la aceleración promovida con la devaluación de diciembre.
Bajar del 25,5% a menos del 3% mensual se presenta como un logro, que tiene la contrapartida en la suba de precios contra ingresos disminuidos de la mayoría empobrecida.
Los ingresos salariales y previsionales se deterioraron muy fuerte en este 2024 y nada indica que recuperaran en el corto o mediano plazo la capacidad de compra, ya que es un objetivo estratégico para el funcionamiento del capitalismo local.
El capitalismo supone ingresos para propietarios de medios de producción y para quienes viven de la venta de su fuerza de trabajo.
Son ingresos que explican la distribución funcional del ingreso y Argentina necesita mostrar mermas sustanciales en la participación de los ingresos populares para hacer atractivo el ingreso de capitales externos y la propensión del capital local para ser invertidos en la dinámica de la producción y circulación local.
Aún falta reacomodar precios relativos, es decir, aumentar tarifas, rezagas según la rentabilidad demandada por las empresas. Los ingresos populares seguirán perdiendo capacidad de compra y de ahorro. Se busca un nuevo equilibrio entre precios y salarios, claro, a favor de los ingresos del capital: ganancias y rentas.
Activismo global
En definitiva, lucha de clases que viene consolidando una regresiva reestructuración capitalista local y global desde la lógica liberalizadora impuesta desde hace medio siglo y que Milei pretende remozar en el ámbito mundial.
Una cuestión esencial de la prédica gubernamental fue la propuesta para el mundo, pretendiendo ser vanguardia de los cambios libertarios necesarios para superar la crisis capitalista en curso, irresuelta desde los acontecimientos del 2007/09, agravada con el COVID y la situación de guerra incrementada en Ucrania, en Palestina y todo medio oriente.
La crisis mundial se manifiesta como tendencia a la desaceleración del crecimiento global.
Por esa razón, ya no alcanza con la ofensiva del capital por reformas que desarmen el “Estado benefactor”, sino que hay que avanzar con nuevas experiencias de reforma política reaccionaria en cabeza de proyectos de ultra derecha, en búsqueda de consensos que afirmen rumbos autoritarios a favor del libre mercado, la ganancia y la acumulación.
Es lo que promoverá Milei desde la presidencia pro tempore del Mercosur y en las renovadas cumbres de la extrema derecha global, la que muy probablemente se anime más con el nuevo gobierno Trump desde enero 2025.
Urge el debate de alternativas, que no puede limitarse a la solo gestión progresista del capitalismo, que por todo lo dicho supone una ilusión que puede limitar transitoriamente la ofensiva derechista y liberalizadora. La emancipación social necesita ir más allá de la lógica monetario mercantil del orden capitalista, colocando por delante el desafío de un nuevo orden social sin explotación ni saqueo.
Por Julio Gambina
* Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.