Una bienvenida al estilo de Gerardo Morales
La diputada nacional Mayra Mendoza fue agarrada del cuello y de los pelos. Hubo palos y golpes. Fue detenido el presidente del Concejo Deliberante de Hurlingham.
22/12/2016 El PaísLa diputada nacional Mayra Mendoza fue agarrada del cuello y de los pelos. Hubo palos y golpes. Fue detenido el presidente del Concejo Deliberante de Hurlingham. Habían viajado a Jujuy para escuchar la última audiencia del juicio oral y público contra Milagro Sala.
Los agarraron del cuello, los tiraron al piso, los golpearon con palos. Cuando la diputada Mayra Mendoza logró atravesar el brutal cerco de cascarudos uniformados de la Policía de Gerardo Morales para ver dónde llevaban a uno de sus compañeros, un policía la agarró del cuello y de los pelos. Otros tres la cercaron. La golpearon y la tiraron al piso hasta inmovilizarla. Para entonces, el operativo montado por el gobernador Morales desde la mañana alrededor del juzgado federal atenazado de vallas, había recibido refuerzos. Algunos testigos dicen que triplicaron la cantidad de efectivos con miembros de Infantería de la Provincia que llegaron con escudos y palos. Diputados nacionales, legisladores, representantes gremiales y territoriales que habían viajado desde Buenos Aires para acompañar en la ultima audiencia del juicio oral a la dirigente de la Tupac Amaru esperaron dos horas abajo del sol una respuesta para pasar a la sala. El hombre al que se había llevado la policía era el presidente del Concejo Deliberante de Hurlingham. Dos uniformados lo levantaron en el aire, lo patearon y se lo llevaron de los hombros para meterlo a un celular. Cuando Maria Elena Naddeo, de la APH corrió hacia él, para saber dónde se lo llevaban, le pidió que grite su nombre: ¡Soy Martín Rodríguez!, respondió.
Fue una muestra del estado de excepción que se vive en Jujuy y que cada día sorprende un poco más. Vallaron todo para no permitir que la gente entre al juicio que ni siquiera se sabía si iba a terminar, porque las pruebas se fueron cayendo y una condena podía evidenciar un escándalo.
“¡Este es un estado policial!”, dijo Carlos Girotti secretario de comunicación de la CTA, todavía agitado y transpirado apenas consiguió entrar en la sala de audiencia, testigo en primera línea de la refriega policial. “Se prohíbe el libre tránsito de los diputados nacionales, se apalea al público que va a llegar a un juicio trucho”.
Girotti estaba contra las vallas cuando intentó sujetar a Mayra Mendoza, que se caía. “Nosotros estábamos viendo las listas de los que estábamos para entrar a la audiencia y en el momento en el que dijimos que teníamos que entrar, fuerzan las vallas que habían puesto. Llega un contingente policial y empieza un forcejeo que es muy violento. Nos pegan, a mí me aplastan, me tiran contra las paredes. Y veo a la diputada Mendoza que logra salir de ese cerco brutal al que nos sometían y cuando da un paso hacia dentro del cerco, la toman del cuello. Otros tres policías se acercan. La golpean. Y la derriban. También sé que en esas condiciones el compañero Martín Rodríguez fue brutalmente golpeado”.
Entre los heridos estuvo “el Tano” Daniel Catalano, de ATE Capital, que terminó con el brazo entumecido. Hubo golpes y patadas a todos lados. Las noticias iban entrando a la sala de audiencias, pero primero por el grito de Milagro Sala, que apenas entró, esposada y decidida a sostener un nuevo día de tormentos judiciales, se levantó de la sillas como pudo buscando la cara a su gente.
– ¡Hay quilombo afuera! ¡Hay quilombo afuera! –llegó a decir. Las mujeres del Servicio Penitenciario quisieron callarla. Ella se desató con respeto pero como pudo de esas manos que la sentaron de prepo. ¡Hay gente detenida! ¡Vayan a fijarse! ¡Están reprimiendo!
En primera fila estaban el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky y Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que había logrado entrar. Empezaron así a entrar los primeros diputados y visitantes, todos escandalizados por la nueva exhibición de violencia.
“Yo corrí a los policías cuando vi que se llevaban a uno de los chicos”, dice Naddeo. “Y le pedí que dijera quién era, pero no pude saber a dónde se lo llevaban. Lo sacaron de donde estaban todos forcejeando para poder entrar. Se lo llevaron dos policías en el aire. Lo corrimos porque iban muy rápido para el móvil y le preguntamos que nos dijera el nombre”. También vio después a Mendoza “golpeada y nerviosa”. Sólo consiguió ser soltada porque cuando la agarraron los que estaban ahí, empezaron a gritar ¡es una diputada nacional!
“Les pedimos por favor saber quién dio la orden”, gritaron los que estaban ahí. Atrás de las vallas seguía el ex ministro de Trabajo Carlos Tomada, Estela Díaz, de la CTA, las diputadas nacionales Josefina González y Mabel Carrizo, también Horacio Pietragalla, Aníbal Ibarra, el legislador José Campagnoli, de Nuevo Encuentro y Catalano, entre muchos.
“Es la muestra más palmaria de que esto es un estado policial. Que acá no hay un estado democrático de derecho desde la llegada de Morales a la provincia”. El abogado Eduardo Tavani había conseguido entrar a la sala para negociar el ingreso de los que estaban afuera. La cuestión de espacios fue un tema y un problema desde el primer día de audiencias. Los lugares pasaron de 24 sillas a 59 durante lunes y martes. Ayer, a pedido de los diputados que viajaban desde Buenos Aires se esperaba un acceso más abierto. Pero no fue así. A las tres de la tarde, cuando el Tribunal Oral Federal 1 abrió las puertas, los 59 lugares eran sólo 59 lugares, contando familiares, periodistas, militantes de la Tupac y todo los que recorrieron cientos de kilómetros para llegar hasta aquí. Tavani y Pietragalla venían coordinando las listas de visitas desde el lunes. El TOF sabía que iban a viajar. Una gestión ante la justicia federal de Buenos Aires había asegurado que iban a poder entrar a la sala. Y que existía el compromiso de recibirlos, pero no fue así. Por eso, cuando todo los accesos parecían invariablemente bloqueados, las mujeres y hombres de la Tupac Amaru comenzaron a ceder algunos lugares. Cuando un grupo de seis o siete personas iban hacia las vallas para cambiar sus lugares a los diputados, se desató la violencia.
“En realidad, desde que empezó el juicio se ha presentado un listado de personas que iban a presenciarlo”, explicó Estela Díaz, volviendo del desastre. “Desde el comienzo se vio la obstaculización. No había garantías y tuvo que pelear la defensa para que se ampliaran los lugares para participar. Y el colmo es que habíamos pedido que pongan una cámara con pantalla y audio porque iba a viajar mucha gente: diputados nacionales, concejales provinciales, diputados provinciales, directivos de centrales sindicales nacionales como la CTA y la CGT. Hicieron lo contrario: vallaron todo para no permitir que se entre”.
Después de las horas abajo del sol, los que estaban afuera pidieron a los policías que los dejaran pasar. “El juicio va a empezar. No nos están dejando entrar”, protestaban. “Yo les decía: ustedes están provocando este escándalo al no dar respuesta. Y vienen unos tipos a poner un alambrado entre las vallas como diciendo: ´esto no se mueve más´”, relató Aníbal Ibarra. En ese forcejeo, agregó Estela Díaz, “empezaron a golpear a los que estaban ahí. Había en conjunto policías de la Federal y de la provincia, pero particularmente la policía de la provincia fue la más agresiva. Y agarraron del cuello y de los pelos a la diputada Mayra Mendoza, golpeaban y pateaban al concejal que se llevaron. Golpearon a los compañeros con los bastonazos. Tenemos varios dirigentes heridos”.
Estela Díaz también estuvo al lado de las rejas. Entre el forcejeo y el apriete. “Ellos no nos respondían, decían que no. Les preguntábamos y nada. Triplicaron las fuerzas policiales en un procedimiento exagerado. Era una provocación con fuerzas y de escudos, bastones que repartieron a diestra y siniestra”.
“Escuché a una compañera que empezó a gritar ´no me toques, no me toques´. Estaba en un rincón y cuando me doy vuelta veo que un policía le estaba manoseando las tetas. Ahí empezamos un forcejeo”, contó Pietragalla.
Adentro de la sala, cuando el juicio arrancó, la abogada de Milagro Sala Elizabeth Gómez Alcorta pidió la palabra. “Señor presidente le hago saber que se ha dispuesto con su autorización o no un operativo con importante cantidad de efectivos provinciales y federales y se han producido incidentes”, dijo. “Hubo personas detenidas y hasta ahora nadie pudo hacerme saber quién dispuso el operativo y que ocurre en la calle”.
Mario Juárez Almaraz, presidente del tribunal, la interrumpió. Dijo que de la puerta para dentro del edificio estaba la Federal, y que de la calle se ocupaba la policía de la provincia. Gómez Alcorta le dijo: “No me dejó terminar el pedido, pero ya me respondió la identidad de los autores y los responsables”.
Eva Arroyo, militante de HIJOS de Jujuy, llegó a la audiencia pero no se sorprendió. “Ahora todos los que llegaron tuvieron la oportunidad de vivir lo que vivimos los días los jujeños”. Y explicó: “El gobierno dice ser de paz, unión y trabajo y representativo de la democracia, pero si no le importan los concejales o diputados menos aún le va a importar las organizaciones sociales, que son los sectores mas vulnerables”.