Una decena de bares rosarinos no pudo superar la parálisis que implicó la pandemia

Cervecerías, grandes restó sobre bulevares y locales emblemáticos no pudieron sobrellevar los tres meses sin actividad comercial.

Cervecerías, grandes restó sobre bulevares y locales emblemáticos no pudieron sobrellevar los tres meses sin actividad comercial.

En los últimos años, la esquina de Riccheri y Jujuy fue sinónimo de cervecerías. La última fue «Malone. Club de Birras», y se inauguró a mediados de 2019. Esta semana, en la fachada del edificio pintada de color azul se colgó un cartel de Alquila. El bar no pudo sobrevivir a la caída del consumo y la falta de actividad por la crisis sanitaria. No es el único: desde el sindicato gastronómico cuentan casi una decena de emprendimientos que no pudieron volver a abrir sus puertas, algunos con mucha historia como el Bar Blanco o El Resorte. Desde la Asociación Empresaria advierten que, a diez días de haber reabierto, los clientes son todavía escasos y que sin la ayuda del gobierno para el pago de sueldos, más de la mitad de los comercios tendría que cerrar.

El lunes 8 de junio fue un día de emoción entre los gastronómicos. Después de ponerse a tono con todos los protocolos para prevenir contagios de Covid-19, pudieron volver a abrir sus puertas. Con otras costumbres (como el uso de tapabocas o el registro de los comensales) y la mitad de las mesas disponibles, bares y restaurantes se incorporaron a la «nueva normalidad» de la pandemia.

Sin embargo, la alegría inicial se volvió incertidumbre. «Con suerte llegamos a cubrir el 35 por ciento de la mitad de la superficie que tenemos habilitada. El público de los restaurantes es mayormente de personas mayores que no están saliendo o familias que han recortado salidas porque se complicó su situación económica. Las que mejor están trabajando son las cervecerías, que tienen un público más descontracturado y de fin de semana», analiza Carlos Mellano, titular de la Asociación Hotelero Gastronómica.

La ausencia de turistas de Buenos Aires o de personas de otras localidades de la provincia también resta clientes «fijos» de polos gastronómicos como avenida Pellegrini o la costa del Paraná. Si bien la entidad no realizó ninguna encuesta sobre la cantidad de locales que aún no volvieron a abrir sus puertas, o que decidieron terminar con la actividad, es un tema de conversación frecuente. Sobre todo porque hay muchos locales tradicionales que continúan sin actividad, como el Savoy, un clásico del centro; El Establo en avenida Pellegrini o la cadena de cervecerías Bound, con locales en Pichincha y en Pellegrini.

Mellano evita dar nombres, pero reconoce que están atravesando «la etapa más dura de la pandemia» y que si el gobierno nacional retira los programas implementados para surfear la crisis como los ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción), «más de la mitad de los negocios tendrían que cerrar».

Los que dijeron basta

Hace un mes, los dueños del tradicional Bar Blanco anunciaron el cierre del local. El impacto económico por el aislamiento social le puso punto final a los casi 100 años de historia del tradicional local de Pellegrini y Alem. Unos días antes había hecho lo mismo La Maltería del Siglo, de Presidente Roca y Santa Fe.

De acuerdo a datos del Sindicato Hotelero Gastronómico de Rosario (Uthgra), hay otros ocho emprendimientos que ya comunicaron a sus empleados la decisión de no continuar en actividad, incluso algunos ya pagaron las indemnizaciones pertinentes. Entre ellos se alistan tanto grandes emprendimientos como Queens (ver aparte), cervecerías como Buho Beer Market (Pellegrini y España) y otros cafés más pequeños como El Granero, de San Martín al 1000, frente al Centro Cultural Fontanarrosa. También bodegones emblemáticos como El Resorte, con más de 70 años en la esquina de Jujuy y Pueyrredón.

«Ya hay unos ocho bares que han cerrado y no volverán a abrir sus puertas. Lamentablemente fueron cayendo por efectos del menor consumo primero y por la crisis sanitaria después. Y tememos que aún con esta apertura parcial de la actividad, puedan llegar a cerrar otros más», indicó el secretario general del gremio, Sergio Ricupero.

Sin embargo, prefirió ser optimista. «Sabíamos que no íbamos a poder volver a la normalidad de un plumazo», reconoció y consideró que «en la medida en que se pueda ir controlando la pandemia, de a poco se irá incrementando el movimiento de la actividad».

Cerró un clásico de bulevar Oroño

El fin de semana pasado, dos enormes camiones de mudanza terminaron de vaciar la casona de Oroño y Güemes donde desde hace tres años funcionaba el pub Queens. De esta forma se terminó de confirmar la sospecha de muchos vecinos: el comercio no había podido superar los tres largos meses de cierre impuestos por la pandemia. Había inaugurado en 2016, tenía unos 370 cubiertos distribuidos en tres plantas y una enorme terraza por Oroño. Era uno de los bares emblemáticos de una zona de importantes inversiones gastronómicas como Rock and Fellers y Johnny Be Good. En el portal de noticias económicas ON24, uno de los socios del negocio, Guido Orlandi, describió el cierre casi como el final de una agonía. “Ya veníamos de años con una caída en el consumo” y a eso “se le sumó la situación de la pandemia”, admitió.

Fuente: La Capital