Una feria informal en el suroeste de Rosario no para de crecer: ya tiene 24 cuadras de extensión

Funciona a lo largo de las calles Rouillón y Maradona y en las diagonales. Se vende de todo: desde alimento fraccionado hasta muebles.

Funciona a lo largo de las calles Rouillón y Maradona y en las diagonales. Se vende de todo: desde alimento fraccionado hasta muebles.

«En Rosario, la única fábrica que toma gente es la feria», dice Mary Cáceres, quien desde hace 12 años acude todos los fines de semana a la feria de Maradona y Rouillón, en barrio Triángulo. Este lugar, según narró la vecina a LaCapital, «explotó de gente hace tres años y hoy tiene 24 cuadras de extensión. Hasta tenemos la placita de la pobreza, donde los desocupados van a vender sus heladeras y microondas para subsistir», aseguró. Un submundo en el que transitan 30 mil personas y tiene como clientes «a la clase media, que viene a comprar mercadería fraccionada».

La Feria del Tanque es una de las tantas informales que funcionan regularmente en Rosario. Muchas de ellas nacieron al calor de la crisis del 2001 y hoy subsisten conservando muchas de estas características (como algunos casos de trueque) e incorporó las actuales necesidades.

Si hace unos tres años ocupaba unas diez cuadras, el impacto de las variables económicas las llevó ahora a 24. «Hace doce años que estoy ahí. Eramos la canchita que seguía al predio, más dos cuadras por la vereda. Pero ahora tenemos hasta la placita de la pobreza, donde la gente que se quedó sin trabajo no puede alquilar un tablón y se tira al piso para vender y zafar el día», narró Cáceres, quien vende lencería en el lugar.

En la placita muchos de los desocupados llevan electrodomésticos para comercializarlos. Otros, ropa usada para vender en el día. Logran hacerse de unos 500 pesos por feriante que servirán para «parar la olla».

El boca a boca hizo de la Feria del Tanque un lugar de desembarco desde otros barrios de zona sur y suroeste.

La variedad de la ofertas es casi inacabable. Zapatillas, indumentaria, electrodomésticos y mercadería fraccionada como arroz, azúcar, yerba y fideos a un precio accesible.

Ante la fuerte demanda, a los sábados y domingos, de 8 a 14.30, ahora se agregaron los miércoles. «Fue por la necesidad de la gente, tanto el que vende como el que compra, sobre todo la clase media, que compra una remera o un pullover a 30 pesos o el azúcar a 25 pesos, o la yerba 50 pesos», enumeró Cáceres.

Por Rouillón se extiende seis cuadras donde termina la calle y por Maradona otras 9 cuadras, pero a ello hay que agregarle las extensiones por las diagonales. Los puestos se instalan en las veredas y en las calles, y muchas veces ocasionan problemas de convivencia con los vecinos linderos.

Un hecho singular de los últimos meses es la instalación de lo que denominan «la placita de la pobreza»; un espacio donde la gente va a vender para comer.

«Se hacen compras comunitarias de cosas nuevas, pero ahora se está vendiendo mucho usado; la gente está desesperada para hacer plata, salir del apuro del día a día. Lo viví en 2001 y ahora veo mucha pobreza, pero la gente no se moviliza como antes», compara Cáceres.

Allí se encuentran artículos de bazar, textiles y artesanías. Y se vislumbra un fenómeno en alza.

«Hay feriantes de profesión que también se dedican a la venta ambulante por fuera de la feria. Pero con la crisis, se ven comerciantes que han tenido locales formales y los cierran y van a la feria. También mujeres que solían dedicarse a cartonear y como ya no tienen los caballos, van a buscar alguna alternativa ahí», dijo y subrayó: «Muchas de estas ferias son de supervivencia».

El Tanque nació como una iniciativa de un grupo de mujeres del barrio en la crisis que derivó en la salida de la Alianza del gobierno nacional. Se ideó para hacer canje de mercadería y luego se popularizó el trueque. Ahora se ven sectores medios empobrecidos que ponen a la venta su patrimonio: muebles, enseres, cubiertos.

El funcionamiento de la feria tiene sus vaivenes. Sobre todo en los controles que ejerce el municipio sobre la zona. Una «persecución» que señalan se ejerce por parte de la Guardia Urbana Municipal (GUM).

El caso del El Tanque no es el único. Le siguen la feria de la plaza Homero Manzi (situada en Salvá, Rui Barboza, avenida Bermúdez y Lainez); en Ludueña (Vélez Sársfield y Liniers), parque Oeste (Barra y Riobamba) y Casiano Casas (Casiano Casas y Baigorria); además de las conocidas como del Chaco (Chaco y Vélez Sársfield), o El Eucaliptus (Seguí al 5300).

En total, se estima, la economía de unas cuatro mil familias depende parcialmente de estos mercados.

En la informalidad, las ferias populares les dan sustento a más de 4 mil familias en Rosario y se estima que aumentarán

Fuente: La Capital