Una lección formidable
Empieza a terminarse un ciclo político que, quizás, duró mucho menos que lo esperado. Nada será igual aun cuando el Gobierno tuviera cierta recuperación en octubre. Por empezar, el peronismo y las fuerzas progresistas ya tienen candidato a Presidente
08/09/2025 OPINIÓNEmpieza a terminarse un ciclo político que, quizás, duró mucho menos que lo esperado. Nada será igual aun cuando el Gobierno tuviera cierta recuperación en octubre. Por empezar, el peronismo y las fuerzas progresistas ya tienen candidato a Presidente.
Axel Kicillof volvió a cargarse la campaña municipio por municipio y es el inmenso ganador. Hubo otros, como el conmovedor militante Gabriel Katopodis que fue decisivo para triunfar en una sección donde los Milei tenían su principal expectativa de victoria o “empate técnico”. Y un equipazo que sabe gestionar, en medio del ahorcamiento abyecto al que lo somete el gobierno nacional. Vaya sobre esto último, además, un destaque especial: por primera vez en la historia, la Provincia se hizo cargo exclusivo de sus elecciones y la organización fue ejemplar. Enfrente no pudieron esgrimir ni tan solo alguna denuncia de fraude. Han preferido, como en el caso del talibán Miguel Boggiano y otros, decir que allá ella si la gente es feliz con seguir cagando en un balde.
Milei, agitado, nervioso, habló después de que se debatiera largamente si estaba en condiciones de afrontar al público. Salió de Olivos creyendo todavía que la diferencia no superaba los cinco puntos y en La Plata se enteró de que era casi el triple. Enfureció contra todos los suyos, es probable que con excepción de su hermana porque, en caso de que asumiera también esa decepción, ya no tendría de qué agarrarse. Completamente ajeno al mensaje de las urnas, ratificó el rumbo que lo condujo al desastre y volvió a remitirse a la eficiencia del “aparato peronista” para conservar sus prebendas. Las caras que lo rodeaban en el escenario lo decían todo.
Volvamos a lo crucial. Nada habría sido posible si el gobernador, contra viento y marea, contra los fuegos amigos, contra lo que viniera, hubiese agachado la cabeza y cedido tanto frente a ínfulas rupturistas cuanto ante imposiciones de nombres.
La unidad y no ya la mera unión se impone ahora más que nunca. Sería imperdonable el retorno a pujas intestinas, después de semejante paliza y de la tan lúcida como emocionante reacción de la mayoría del pueblo bonaerense.
Cuidado: todas las fuerzas del establishment, ya contestes de que Milei no tiene ni la más mínima dimensión política para tripular esta crisis, trabajan para encontrarle una salida institucional a este accidente insólito de la historia argentina que representan los hermanos. Necesitan sacarse de encima, de alguna manera, a un adolescente desequilibrado que es capaz de chocarlos. No van a quedarse de brazos cruzados. El problema, que también involucra a los ganadores de este domingo, es cómo hallarán esa salida.
La gran duda respecto de lo que ocurriera en la provincia de Buenos Aires era si se aceleraría o amortiguaría, relativa y temporalmente, el desenlace de lo irreversible. Y lo irreversible es que el modelo económico del Gobierno está agotado.
Fue hace apenas unas semanas cuando afirmamos, aquí mismo, que ya no se trataba del qué, sino del cuándo.
Estalladas casi todas las variables de los indicadores de la economía, con sus autoridades exclusivamente dedicadas a medidas de control de daños, no hubo un solo día en que las Fuerzas del Suelo dejaran de dispararse a los pies.
Ni riesgo kuka ni ocho cuartos. No hubo manera de siquiera disimular que así como se fumaron los dólares del blanqueo, y del nuevo préstamo del FMI, empezaron a quemar los pocos que les quedan para intervenir en el mercado.
A la altura de “el que apuesta al dólar pierde” de Lorenzo Sigaut, ministro de la dictadura sucesor del derrumbe de José Martínez de Hoz, ya está en la historia más bizarra de los símbolos del fracaso el coro que Jamoncito, Caputo Toto y la plana mayor del equipo económico le hicieron a Alejandro Fantino. O al revés. En un acting inolvidable, cumbre de la vergüenza ajena, el vocero-animador fue invitado a preguntar si el dólar está intervenido. Y los bufones prorrumpieron en el griterío de “flota, flota”. Quien dio pie fue el tal Tronco, un analfabestia que LLA lleva de candidato en la lista encabezada por el delivery José Luis Espert.
Esa escena de estudiantina fumada fue, en forma paradójica, el adelanto de una caída abismal en dos aspectos concurrentes.
Por un lado, desde aquel día de comienzos de agosto, el Gobierno se precipitó encima. Todas sus disposiciones en materia financiera se limitaron a secar la plaza, como se denomina a la restricción de pesos para evitar su fuga al dólar. Fue justamente desde entonces que hasta los economistas más ortodoxos y afines al ideario mileísta pisaron el acelerador, junto con los bancos de primera línea, para advertir que las autoridades estaban como bola sin manija “resolviendo”, diariamente y a puro manotazo de ahogado, una macro escapada de timón casi por completo.
Por otra parte, fue la última intervención, tanto de Jamoncito como de sus huestes de la economía, en los canales de streaming oficiales. Todas las fuerzas de choque del Gobierno, incluyendo las que hasta ahora se jactaban -con razón- de comandar el conversatorio digital, comenzaron a llamarse a silencio. Y ocurrió en simultaneidad inmediatamente posterior a que La Hermanísima no les dejara ni el 3 por ciento en la integración de las listas electorales. Si de allí se colige que el monotributista Santiago Caputo fue quien filtró los audios de Diego Spagnuolo es una de las tres o cuatro hipótesis que siguen en pie, nada más.
Entre las otras, como sabemos, se apunta a una vendetta de Mauricio Macri, quien nunca dejará de figurar en cualquier conjetura donde quepa incluir a servicios de inteligencia. Esta vez es dudoso porque la familia Kovalivker, dueña de la droguería Suizo Argentina y residente en el barrio donde, en efecto, los únicos sin prontuario ni sospechas son los carpinchos, acercó fondos a la campaña presidencial de Milei precisamente gracias a Macri.
Empero, no deja de ser una hipótesis verosímil y tampoco lo es que la filtración provino de una guerra inter-corporativa de laboratorios y actores de la industria farmacéutica. Menos que menos es descartable un origen radicado en la cantidad y calidad espeluznantes de heridos y resentidos que construyó el Gobierno, a lo largo de toda su gestión. Algo de eso indicó el colega Mauro Federico, durante su exposición en Diputados y mientras la Comandante Pato elucubraba otro de sus delirios relativos a la presencia de agentes rusos y venezolanos. Esta vez se salvó de imputaciones la Resistencia Ancestral Mapuche.
¿Acaso alguno de estos divagues y revelaciones tienen relación estrecha con una economía que se derrumba?
No, en nuestra opinión. En todo caso, vinieron a coincidir el affaire de los audios y el agotamiento del modelo. O puede concederse que lo primero desnudó un entramado de corrupción gubernamental inherente a las características del segundo. ¿La ven, ahora?
No existe que este tipo de modelos, aplicado en economías de carácter neo-colonial, puedan sustentarse sin su corrupción estructural. Jamoncito es la cara impresentable -descubren algunos o muchos ahora- de una casta rapiñera que requiere del Estado sólo eficiente a efectos de sus intereses.
También en todo caso, el paradigma de chorear a gente con discapacidades fue demasiado fuerte como para ignorar que el Estado ausente es una catástrofe. ¿Obviedad? No. Milei, su motosierra, sus loros mediáticos, se construyeron con base en que los pobres no tenían un Estado que los protegiese. Que el peronismo les hablaba de derechos a los que no accedían, y que se pasó varios pueblos en la defensa de minorías que no representaban al conjunto mayoritario. Bueno: volvió el peronismo, o les demostró que no está muerto.
La alegría corre paralela a aquello de que el modelo económico se agotó. Después de lo sucedido, y antes o luego de las intermedias del mes que viene, seguirá estando ahí, acá, que la deuda es impagable, que el Gobierno ya casi no tiene resto y que la economía cotidiana de las mayorías hizo un esfuerzo a cambio de nada. De absolutamente nada que no sea un ajuste del que sólo sacan tajada las orcas de siempre, pero en forma más salvaje todavía.
Es ahí cuando, tarde o temprano, se jugará el partido que importa y que reiteramos por enésima vez. El partido de con cuál liderazgo y dirigentes se saldrá del atolladero. Este domingo, por lo menos, hay uno que demostró tener con qué.
Por Eduardo Aliverti