Villa de Las Rosas, una puerta al senderismo

Este pueblo serrano permite apreciar la naturaleza cordobesa a través de diferentes circuitos, degustar comidas regionales y recorrer una tradicional feria de artesanos.

Este pueblo serrano permite apreciar la naturaleza cordobesa a través de diferentes circuitos, degustar comidas regionales y recorrer una tradicional feria de artesanos.

Luego de atravesar el sinuoso camino de las Altas Cumbres, se puede descubrir una hermosa aldea en el Valle de Traslasierra. Se trata de Villa de Las Rosas, un enclave surcado por ríos y vertientes que nacen en lo alto de la montaña.

Y es que la villa se encuentra ubicada al pie del cerro Champaquí, que con 2.790 metros es el más alto de la provincia de Córdoba y le otorga un encanto especial al paisaje serrano. Por eso, se la reconoce como el portal del cerro, ya que ofrece el camino más corto para lograr su acceso.

Además, ha sido consagrada como la Capital del Senderismo por las múltiples propuestas de circuitos que bordean los arroyos Los Hornillos y Los Molles. Por otro lado, y para ampliar el abanico de opciones en la naturaleza, se encuentra a sólo algunos minutos de dos lagos: el gran dique La Viña y la bella Boca del Río, en la comuna de Las Tapias.

Descubrir el camino

Para los que no se animan a la escalada del colosal cerro Champaquí, se puede prever la estadía en algún lugar tranquilo y encarar todo tipo de circuitos bordeando los cursos de agua; ya sea mediante caminatas, paseos en bicicleta o a caballo. Es recomendable levantarse temprano para ver el amanecer y observar, entre los picos, cómo surgen los tibios rayos del sol.

Entre las opciones de senderismo, una alternativa interesante se encuentra en el circuito vehicular asfaltado Los Molles-Las Chacras. Al respecto, la bióloga Lucía del Valle Ruiz explica que luego de recorrer cinco kilómetros se llega a la Capilla del paraje Los Molles, y que próximo a ella se localiza el inicio del sendero que corre a la vera del arroyo Los Molles y lleva a la cima del Champaquí. “A media altura se encuentra el Hueco, quebrada con un bosque de tabaquillos en plenitud”, comenta.

Como si se tratara de un homenaje a la naturaleza, en la villa se abren caminos con nombres que inspiran: Los Zorzales, La Calandria, El Picahueso y Los Jilgueros, entre muchos otros, son ideales para caminatas de mediana dificultad, y se puede recurrir a un guía que acompañe la travesía. Atravesar la tupida vegetación autóctona de la zona, recorrer las sierras a la vera de los arroyos y descubrir la fauna del lugar integran un combo tentador para los amantes de la naturaleza y la fotografía.

Otra propuesta es conocer el dique La Viña, algo apartado de la ruta y al norte de Villa de Las Rosas. Luego de cruzar los relieves de la sierra, se llega hasta el lago artificial y el impresionante paredón de más de 300 metros de altura que conforma el embalse. Es un buen sitio pesquero donde se pueden comprar cañas y lombrices para intentar capturar pejerreyes o, simplemente, practicar deportes con kayak.

La magia de su gente

Con una personalidad especial que se caracteriza por la hospitalidad de sus habitantes, Villa de Las Rosas recibe a quien la visite con una amplia gama de productos elaborados con tradicionales recetas: higos, dulces artesanales, licores, alfajores, miel, aceite de oliva, alimentos naturistas, queso de cabra y escabeches. En la región también se pueden recorrer cultivos de olivares y criadero de conejos, o visitar una granja caprina.

Se suma a esta oferta de productos naturales la presencia de artesanos y artistas con sus esculturas, pinturas, trabajos en cobre, muebles, cerámica negra y tejidos, realizados con cuidadosos detalles.

El pueblo serrano se presenta así como un paisaje que conjuga el entorno natural con el patrimonio religioso del valle, el arte y las producciones de su gente, y sus múltiples y variados museos.

Fuetne: La Voz