Vivir en un pueblo, “la fórmula” de la felicidad

En las localidades pequeñas hay una percepción de mayor bienestar que en las grandes. Así lo señala una encuesta a nivel nacional que indagó acerca de lasatisfacción con el lugar donde se habita.

En las localidades pequeñas hay una percepción de mayor bienestar que en las grandes. Así lo señala una encuesta a nivel nacional que indagó acerca de lasatisfacción con el lugar donde se habita.LA VOZ DE SAN JUSTO consultó a vecinos de distintas ciudades y localidades de la región para conocer cómo es su estilo de vida y qué aspectos destacan de sus comunidades.

La vida en el pueblo y la vida en la ciudad son parte de un eterno debate. En el pueblo hay más tranquilidad, aire limpio y cercanía con la gente, pero las grandes ciudades atraen por la diversidad de propuestas de entretenimiento y más oportunidades de trabajo.

Esas pequeñas cosas que ofrecen los pueblos chicos son las que bastan a miles de habitantes de nuestro país para ser felices. Una encuesta realizada por la Fundación Colsecor señala que el 80% de los argentinos se siente satisfecho con la calidad de vida de su localidad, pero que en las localidades pequeñas hay una percepción de mayor bienestar que va mermando según aumenta el tamaño a medianas o grandes.

«En el pueblo hay más tranquilidad, nos sentimos más seguros y familiarizados con la gente. Nos conocemos todos, nos cuidamos y nos ayudamos entre todos», destacaron vecinos de nuestra región consultados por LA VOZ DE SAN JUSTO.

Todos coinciden en que la vida en un pueblo es «más saludable» y que las pequeñas cosas son las que contribuyen a la felicidad.

Vivir en un pueblo chico es para ellos «impagable» y no lo cambiarían por nada. «Amamos la sencillez con la que se vive, que los chicos puedan jugar en la vereda o en la plaza y sean los propios vecinos los que los cuida. Dejar la puerta abierta, sentarse las tardecitas de verano en la vereda a tomar mates o compartir entre vecinos, salir sin temor, no tiene precio», remarcaron.

«Saludar y parar a hablar con cada vecino que te cruzas. Saber que a cualquier hora podes golpear la puerta en busca de ayuda y la recibís. Eso no sucede en las grandes ciudades», manifestaron.

La Covid sacó a relucir las virtudes de pueblo
En tiempos de pandemia, estas virtudes parecen potenciarse, de hecho San Justo se mantiene en zona blanca, con la mayoría de sus localidades libres de Covid-19.

«El hecho de contar con menos circulación de gente nos permite hoy seguir entre las zonas blancas», manifestaron los vecinos.

También rescataron que «es más fácil la organización a la hora de dictar nuevos permisos. Estamos más controlados y a la vez creamos conciencia ciudadana».

Asimismo,  destacaron el aporte de la naturaleza y la solidaridad propia de las pequeñas poblaciones a la hora de «pasar y sobrellevar la cuarentena».

«Valoramos más que nunca lo que tenemos. El hecho de contar con un patio y disfrutar de la naturaleza mientras tomamos un mate o leemos un libro», remarcó una jubilada de La Francia. «Tras cuatro meses sin poder salir, puedo ver más vigente que nunca la solidaridad de los jóvenes, que te hacen los mandados o trámites. Que están pendientes ante cualquier necesidad, cualquier día y a cualquier hora», destacó.

Salud y entretenimiento, entre las materias pendientes 
Si bien son muy pocas las desventajas que mencionan los habitantes de estas comunidades pequeñas de San Justo, conductas como el reciclaje y la falta de cuidado del ambiente son las más comunes.

Asimismo, la ausencia de centros de salud de alta complejidad, que en los pueblos más chicos obliga a sus habitantes a trasladarse a ciudades de referencia.

«Pueblo chico, infierno grande» es una de las frases más utilizadas a la hora de nombrar «lo feo» de vivir en un pueblo. «Hay más prejuicios y críticas, esa es la parte mala de conocernos todos, pero si uno se olvida y aprende a convivir con eso, insignificante», aseguran.

* Carolina Sentis (17), estudiante secundario- Brinkmann.»El ritmo de vida es mucho más pacífico, el tráfico es menor y podemos movilizarnos a pie o en bicicleta. Contamos con todos los servicios por lo que acá puedo satisfacer todas mis necesidades».

* Héctor Berta (40), profesor- Devoto.»Me enamora la sencillez con la que se vive. Los niños pueden jugar tranquilos en las calles o en la plaza. Aún se dejan las puertas abiertas, las bicis sin candados o se sientan a la tardecita en la vereda a tomar mates. No necesitamos más para ser felices».

* Santino Malvissi (11), Consejo de Niños y Niñas de Arroyito.»Lo que más me gusta de mi localidad son las plazas y el río porque siempre están limpios y ordenados. La mayoría respeta las normas de seguridad y a nosotros los niños nos miman mucho».

* Iris Longo de Ballatore (84), jubilada y ama de casa- La Francia.»En el pueblo casi todas las casas cuentan con patio, árboles y plantas. En tiempos de pandemia eso se valora más al no poder salir. Disfruto de tomar mates o leer mientras contemplo la naturaleza».

* Silvio Frandino ( 52), comerciante- Las Varillas. «Es una ciudad muy pujante con vecinos solidarios donde se puede progresar. Eso ayuda al crecimiento personal. Podemos vivir de un microemprendimiento familiar».

* Lucas Binner (35), empleado lácteo- Freyre:»Como padre de familia valoro más que nunca poder sentirnos seguros. También la cercanía tanto geográfica como afectiva con los vecinos. Lo más lejos que tengo es mi trabajo a nueve cuadras».

* María Fernanda Frontera (31), enfermera y comerciante- La Francia.»Todo es más natural, abierto, cercano y humano. Podés seguir con estilos de vida tradicional. Las cortas distancias permiten ahorrar tiempo y hacer lo que nos gusta, reduciendo el estrés. A la Francia no la cambio por nada».

* Karina Boetto (51), docente rural- Devoto: «Lo que más me gusta de mi pueblo es la tranquilidad, el conocernos, todos, el saludo que reconforta y el cuidarnos entre vecinos. Preocuparse y ocuparse por el otro, sentir, disfrutar y poner en práctica la empatía».

* Dalila Gallino (18), estudiante nivel superior- Brinkmann.»Destaco la limpieza y la libertad de salir a la calle sin temor. Como joven ciudadana valor el hecho de poder ir solos al colegio, al club o salir con amigos».

Fuente: La Voz de San Justo