El 17 de octubre y los sindicatos
Cuando Juan Domingo Perón asumió en el Departamento Nacional del Trabajo había tres centrales sindicales en Argentina: la CGT 1, la CGT 2 y la USA (Unión Sindical Argentina), digamos que una sigla poco feliz.
17/10/2022 OPINIÓNCuando Juan Domingo Perón asumió en el Departamento Nacional del Trabajo había tres centrales sindicales en Argentina: la CGT 1, la CGT 2 y la USA (Unión Sindical Argentina), digamos que una sigla poco feliz. La CGT 2 era la que dirigía el Partido Comunista y fue con la que hubo choques y dirigentes detenidos. Las otras dos se unificaron detrás de las conquistas que iban consiguiendo con Perón como interlocutor. El tema que terminó de unir a las centrales sindicales fue la ofensiva patronal contra Perón y contra esas conquistas. Recordemos que en ese período se logró el estatuto del peón rural, nada menos que en la Argentina oligárquica, las vacaciones, el aguinaldo, la jubilación y los tribunales laborales. Estamos hablando de logros fundamentales y generalizados, no de salvavidas coyunturales. Eso generó mucha reacción desde el poder y hasta dividió las aguas en las FFAA.
Las semanas previas al 17 de octubre son de mucha movida y tensión política. El 5 de septiembre de 1945 se van de la CGT: La Fraternidad -el mayor sindicato de la época-, La unión obrera textil y el sindicato del calzado. Las acusan de estar apoyando la candidatura de Perón. Son sindicatos conducidos por el Partido Socialista. La CGT trataba de jugar a la neutralidad, pero la realidad no se lo permitía.
Un momento clave llegó el 19 de septiembre de 1945, es la Marcha por la Constitución y la libertad. Fue un acto multitudinario que congregó a las clases medias y altas, lo organizaron todas las centrales patronales, tienen el fuerte apoyo de la prensa y la Sociedad Rural. Piden la renuncia de Perón y que el gobierno pase a la Corte Suprema de Justicia. Es un momento de inflexión para los jefes sindicales ¿Qué hacer? ¿Cómo defender las conquistas y no quedar pegados a Perón?
La postura de los dirigentes de la cúpula de la CGT es ir a hablar con el gobierno y obtener garantías de que nada iba a cambiar. Pero desde las bases había mucha inquietud. El 9 de octubre, en el campo de deportes del sindicato cervecero, setenta dirigentes sindicales que apoyan a Perón se juntan para decidir los pasos a seguir. Es muy significativo que no concurrió nadie de la cúpula cegetista. Pidieron una reunión con Perón y este los recibió en su casa. En ese momento, nadie sospechaba, ni por asomo, lo que se estaba por venir. Deciden hacer un acto de despedida. Perón logra, de manera asombrosa, que le den la posibilidad de despedirse por Cadena Nacional. En solo 5 horas logran hacer un acto en el que juntan unas setenta mil personas, un acto tumultuoso y desordenado, Perón les habla a ellos al mismo tiempo que a todo el país. Es un discurso radicalizado y muy pro obrero.
El 13 de octubre, el gobierno de Farrel cede a la presión y meten preso a Perón. En los lugares de trabajo esa fue la señal inequívoca de que la restauración patronal había comenzado. «Los patrones han empezado a hacer una ostentación abusiva de su poder proclamando a todos los vientos que la obra de justicia social iniciada desde la Secretaría de Trabajo sería arrasada por la nueva situación…», dice la CGT en un comunicado.
Las novedades produjeron un inmediato acercamiento entre los dirigentes obreros y a lo largo del domingo 14 se sucedieron innumerables reuniones para llegar a una decisión. Desde el lunes 15 ya se estaba militando la huelga general. No hubo espontaneidad, los comités de huelga actuaron en forma coordinada.
La CGT pidió serenidad y subordinación pero el llamado a la prudencia no tuvo éxito. Hubo una reunión del Comité Central Confederal pero todos ya sabían que en Tucumán, Rosario y en el Gran Buenos Aires varios sindicatos ya se habían anticipado y declararon la huelga por su cuenta. Dirigentes como Cipriano Reyes decidieron no esperar más y pasaron a la acción.
Se conocen las actas de la reunión clave del 16 de octubre: la Unión Ferroviaria estaba dispuesta a encontrar una solución de compromiso con los militares para proteger las conquistas. El resto de los delegados que asistieron, tanto de los viejos sindicatos de servicios como de los más nuevos industriales, se pronunciaron a favor de lanzar un contraataque porque percibían que podían perder lo logrado. Algunos de los oradores dijeron lo siguiente: “Si este cuerpo no resuelve la huelga general les puedo asegurar que se producirá lo mismo, por el estado emotivo de los trabajadores”, dijo R. Bustamante del Sindicato de la Carne de Rosario. «Las masas obreras, para qué vamos a negarlo, nos están arrollando en forma desordenada», se sinceró R. Lombardi de la UTA.
Los viejos dirigentes sindicales sentían que el piso sobre el que se paraban se movía y no podían hacer equilibrio. Néstor Álvarez, secretario adjunto de la CGT, intervino: “La CGT no puede pedir en forma directa la libertad de Perón… de lo contrario, proclamaríamos que la existencia de nuestro movimiento está ligada a la suerte de un oficial del ejército”. Pero Perón ya era mucho más que un oficial del ejército, los trabajadores lo estaban por convertir en su líder.
Finalmente se declaró la huelga para el 18 de octubre. Pero en horas de la mañana del 17 ya se vieron los primeros indicios de movilización. La CGT creó un comité de huelga. Ya al mediodía la Plaza de Mayo estaba llena y el gobierno sabía que la única forma de desalojarlos era con un baño de sangre. No quisieron esa salida, prefirieron negociar con Perón una retirada ordenada y la entrega del poder para que dirija un gobierno de transición hasta las elecciones.
Todo el desarrollo del 17 de octubre y la campaña electoral posterior estuvo protagonizada por la participación sindical. Nadie salió a la calle antes de que la CGT decidió declarar la huelga. Las bases presionaron y adelantaron la fecha. Pero no hubo nada espontáneo. Por eso cuando por fin, en altas horas de la noche, Perón salió al balcón y la primera palabra que le dirige a la multitud es “TRABAJADORES” está señalando los términos de un profundo pacto político. Los liderazgos, muchas veces eso se olvida, son construcciones que se arman desde abajo hacia arriba.
Por Sergio Wischñevsky