Alcira Gigena: Sin saber de albañilería, se animaron a capacitarse y hoy son constructoras

Se trata de 8 vecinas gigenenses que hicieron el curso de oficios en el CIM. Sus profesiones no tienen nada que ver con las obras, pero aseguran que buscaron aprender para hacer arreglos en sus casas

Se trata de 8 vecinas gigenenses que hicieron el curso de oficios en el CIM. Sus profesiones no tienen nada que ver con las obras, pero aseguran que buscaron aprender para hacer arreglos en sus casas

Cada vez son más las mujeres que toman coraje y se animan a irrumpir en rubros que históricamente estaban rotulados como masculinos. En Alcira Gigena un grupo de ocho vecinas decidieron aprender albañilería en la escuela de oficios del CIM (Centro de Integración Municipal), que este año volvió a dictar esta formación, la cual tiene como objetivo principal ofrecer una salida laboral. Ninguna de ellas tenía conocimientos previos pero se lanzaron a la aventura de incursionar en algo nuevo, ya que sus profesiones no tienen nada que ver con la construcción. Algunas son empleadas de comercio o se dedican a la confección y arreglo de prendas; no obstante, ya tienen su certificado que les permite ejercer. Confesaron a Puntal que la motivación surgió para “independizarse” a la hora de poder hacer mejoras o arreglos básicos en sus hogares. Pero también se encendió en ellas la idea de emprender algo propio con lo aprendido.

“Muchos años atrás ya se había dictado el curso, yo me había querido anotar y en mi casa no me dejaron. Y ahora, cuando supe que volvía, me inscribí porque en mi casa hago todo, me encanta lo que es albañilería y plomería. Soy muy corajuda y meto mano en todo. Tener ya las bases y herramientas, saber un poco más estaba muy bueno”, aseguró Marisa Cardetti, quien lleva 15 años trabajando en una zapatería local.

La mujer rescató la hermosa experiencia que vivió durante la capacitación, dado el excelente grupo que se formó y además destacó lo aprendido tanto en la parte de la teoría como en la puesta en práctica. “Mi objetivo en realidad era aprender a poner pisos, los cerámicos; era lo que más quería. El curso comienza con todo lo teórico y hemos aprendido muchísimo, cosas que no sabíamos. Fue espectacular lo práctico porque nos llevaban para ver cómo se comenzaba con un encadenado, a levantar paredes, aprendimos a revocar y a colocar los pisos”, detalló.

Marisa admitió que desde muy joven le llamó la atención el rubro de la construcción y también la plomería, aunque ahora, ya más adulta, tomó el valor para imponerse ante los prejuicios y poder formarse en lo que le apasiona. “A las que me preguntan les digo que se animen a aprender. Ahora yo voy por el pueblo y cuando veo una platea empiezo a analizar si está bien, uno comienza a buscar estas cosas y a tener otra mirada”, afirmó.

A su vez, manifestó sus expectativas que el próximo año se dicte un segundo nivel de capacitación para poder afianzar y sumar más conocimientos.

Por su parte, María Isabel Falco, otra de las mujeres que se formaron en el curso, señaló: “Empecé un par de clases después de que arrancara; si bien me había enterado antes, me costó un poquito animarme. No estoy para nada arrepentida de haberlo hecho, sino al contrario, si se hiciera otra vez lo sigo”.

La vecina recalcó que “se formó un grupo humano maravilloso en el que además de los conocimientos se compartieron momentos. Es realmente un cable a tierra que muchas veces uno necesita para salir de la rutina diaria”.

“Son muy detallistas”

El curso se dictó durante seis meses, arrancó en el mes de mayo y finalizó en noviembre; y en ese lapso todas las vecinas que empezaron pudieron terminar y hoy ya tienen su certificado. La arquitecta María José Salvatierra fue la encargada de impartir los conocimientos teóricos e hizo hincapié en las ganas y el empuje que tuvieron las alumnas en cada desafío que se les presentó, poniendo empeño y siendo “muy detallistas” a la hora de poner todo lo aprendido en práctica.

“El grupo que empezó terminó completo, es decir que había bastante interés en las mujeres. La mayoría se anotó por una cuestión de independencia, para poder hacer ellas mismas los arreglos en la casa. La formación lleva muchos más años y tiempo, pero tienen las bases como para hacer revoques, parches y colocación de pisos”, expresó la profesional.

En cuanto al contenido que se ofreció, precisó: “Se hizo un barrido general de lo que es una obra, desde el principio lo que son los cimientos, cómo replantear, hasta llegar a las terminaciones, hubo clases teóricas como prácticas”.

La docente afirmó que “todas empezaron desde cero”. “Planteamos desde la primera clase el conocimiento de las herramientas, las manipulaciones, enseñarles cuál es una o la otra, las diferencias, cómo tomar medidas y sacar niveles. Es decir, las nociones básicas y luego las clases se fueron complejizando con cada tema. No había condición de comenzar con conocimiento previo. También vimos la parte de diseño, con las aberturas y las ventilaciones, dónde era correcto ponerlas, las instalaciones también; las chicas hicieron trazados de instalaciones”, explicó.

Además, la arquitecta recalcó que sus alumnas mostraron una destacable habilidad y “gran prolijidad”. “Junto con el albañil que trabaja conmigo hablamos de esto, incluso él me comentó que si tiene que capacitar a un chico le lleva más tiempo enseñarle las terminaciones”, dijo.

En tanto, subrayó que esta formación implica “romper la barrera invisible que hay e incluir al género femenino en estas cuestiones, para lograr también una independencia, porque cuando uno tiene que hacer un arreglo en la casa y son cosas más pequeñas a veces no tenés albañiles que estén disponibles”.

Por su parte, Darío Gilardini fue el albañil que estuvo a cargo de enseñarles a las vecinas la parte práctica. A propósito de la experiencia, comentó: “Es un muy lindo proyecto, me preguntaron si me animaba a participar con todas las mujeres y me gustó mucho participar, gracias a Dios nos fue muy bien. Aprendieron muy bien, saben hacer de todo”.

Sobre lo realizado con las albañiles, detalló: “Fuimos a barrios para que vieran casas en construcción, para que estuvieran en las obras. En las que estuvimos nos permitieron pegar ladrillos e hicieron bolseado y fino. Y en la parte final del curso se realizó el pegado de cerámicos”.

Fuente: Puntal