Una banda de amigos llegó a la final del mundo
El viejo lema mosquetero de "uno para todos y todos para uno" renueva su vigencia futbolera en Qatar de la mano de una Selección ejemplar...
14/12/2022 OPINIÓNEl viejo lema mosquetero de «uno para todos y todos para uno» renueva su vigencia futbolera en Qatar de la mano de una Selección ejemplar…
Fue tan contundente la Selección Argentina que la semifinal ante una Croacia hasta ahora indestructible duró sólo 70 minutos. El partido se terminó con el tercer gol que hizo Julián Álvarez tras una colosal jugada de Leo Messi. Y fue tan así que un cuarto hora antes del cierre, Luka Modric, el alma y el corazón de los croatas, pidió el cambio y se fue de la cancha. Se rindió convencido de que ya no había más nada que hacer y que no había manera de ganarle a los argentinos.
Más que un gran equipo, es una banda de amigos la que ha llegado a la final del próximo domingo. Franceses o marroquíes tendrán enfrente a un grupo unido y solidario, que podrá ganar o perder, pero que dejó los egos bien guardados hace tiempo, porque hace tiempo también cree que ningún jugador, ni siquiera el mismísimo Messi, es más importante que el conjunto. El viejo lema mosquetero de «uno para todos y todos para uno» renueva su vigencia futbolera en Qatar de la mano de una Selección ejemplar que se hizo fuerte caminando al borde de la cornisa tras la derrota inicial ante Arabia Saudita, que le puso el pecho a sus propias inseguridades y que ya hecho historia cualquiera sea el resultado de la finalísima.
Después de haber jugado su mejor partido en el Mundial, Argentina afrontará el domingo su sexta final del mundo impulsado por una química inmejorable: el ánimo puesto en lo más alto y Lionel Messi con hambre de gloria y en una encrucijada a punto de convertirlo ya no en el mejor jugador argentino de todos los tiempos sino en algo mucho más grande: acaso el más grande futbolista de la historia.
Pero más allá de todas las razones eminentemente futbolísticas, nada de todo esto habría sido posible si los jugadores de la Selección no hubieran encarado toda esta etapa con la alegría compartida que faltó en tantos ciclos anteriores y no vivieran cada entrenamiento y cada partido como lo que verdaderamente son: una banda de amigos y compinches que divirtiéndose algunas veces y poniéndose muy serios en otras, se ha colocado a noventa minutos de la mayor gloria del fútbol. Y nos ha dado a los argentinos un baño de felicidad que viene bien en medio de tanta mala onda.
Por Daniel Guiñazú
Fuente: Página 12