Volver a bailar
29/08/2014 OPINIÓNEl 27 de agosto de 1984 tuvo lugar el debut discográfico de Soda Stereo, banda fundamental del rock nacional desde la recuperación democrática para acá, y expresión ineludible del clima de época post dictadura. Después de los años terribles, bailar, saltar, divertirse eran también formas hermosas de la política. En ese clima, Soda Stereo fue la banda que le puso música a esos años de deshielo.
«Volver a bailar». Así describió Cerati la sensación que le provocaba escuchar el primer disco de Soda Stereo. Han pasado ya 30 años de la edición del disco debut de la banda.
En un ejercicio de nuestra memoria podemos recordar una ciudad de Buenos Aires sacudida por la enérgica música de las nuevas bandas de la “era democrática» ya sin la solemnidad de las factorías musicales de Charly García, Spinetta o Raúl Porchetto. El rock sinfónico recibía los duros ataques de la música punk, la new wave y el pop sintético de Duran Duran, Devo o Talking Heads.
La gente tomaba cerveza en mesitas en la vereda, en las plazas, fumaba y caminaba por el medio de la calle a la madrugada. Ya no había represión policial, ni paramilitares con lentes negros. «La alegría no es solo brasilera“ cantaba Charly, y tenía razón.
Los bares Einstein, Zero, Stud Free Pub, La Capilla, el mítico Jazz & Pop, el Parakultural, los teatritos Giesso en San Telmo y poco tiempo después el enorme Cemento, eran lugares para ir a ver a todo el muestrario de todas las nuevas bandas y artistas que iban emergiendo de la ciudad y el gran Buenos Aires.
Los Soda Stereo eran Gustavo Cerati, Zeta Bosio (ambos amigos y compañeros de la carrera de Publicidad de la Universidad del Salvador) y Charly Alberti (un baterista que en realidad era amigo de la hermana de Gustavo, Laura Cerati, e hijo de un prócer de la batería, el legendario Tito Alberti).
Los tres, jóvenes entusiastas y creativos, pronto se encontraron tocando juntos. Gustavo y Zeta contaban con mas experiencia que Charly ALberti, ya que venían de varios proyectos juntos.
En el mundo del rock renacía el formato del trío, encarnado antes por la Experience de Jimi Hendrix , el Cream de Eric Clapton, o los locales Pappos Blues. Pero en los 80 esa formación fue cambiando y The Police ejemplificó casi como ninguna esa transformación que privilegiaban las canciones a los extensos solos de guitarra y se imponían en todo el mundo. Otra de las influencias era The Cure, la new wave de Elvis Costello o el grupo Television.
En esta línea se perfilaban los Soda Stereo, como un grupo filoso y rítmico, con un enorme enfoque en lo estético. El mismo Cerati calificaba a su música como “rock dietético para bailar“.
Solían encerrarse a ensayar varias veces a la semana. Así fue como en poco tiempo tuvieron un repertorio de temas propios perfectamente ajustados y listos para tocar en vivo. En 1884, la máquina del pop de SodaStereo se ponía en marcha y ya no se detendría.
En la teoría, sumar otro guitarrista o un tecladista hubiera alivianado la tarea de Cerati, quien debía tocar la guitarra rítmica y los solos, además de cantar. En la práctica, no era nada fácil integrar al “cuarto Soda“. Esa fue la suerte que corrieron varios amigos de la banda. Uno de ellos fue Richard Coleman quien llegó a grabar en algunos demos. La misma suerte corrió Ulises Butron, otro gran guitarrista.
Otro músico que colaboró con la banda fue Daniel Melero, tocando teclados en varios temas (además de aportar la canción “Trátame Suavemente“, que tocaba con su propia banda Los Encargados). Sin embargo, ninguno de ellos terminó grabando en el disco.
Dice la leyenda, que con el dinero de una indemnización laboral, Zeta Bosio financió el demo de la banda, que llegó a manos de varios musicalizadores de radio y gente del medio. También se cuenta que en la primera radio que sonaron fue en Del Plata poco tiempo antes que asumiera Raúl Alfonsín como flamante presidente democrático.
Por esos tiempos, Horacio Martínez (fallecido hace un par de años) les propuso grabar un disco para la CBS (actualmente Sony Music) en un estudio profesional y con un plan de difusión que los llevaría a sonar en radio y televisión. También le propuso a Federico Moura, el líder de Virus, para que los ayude en la producción artística del disco.
Moura se reunió con ellos en casa de Zeta y escuchó sus demos y canciones grabadas de ensayos. La banda sonaba increíble. El mismo Moura reconoció que cuando escuchó los temas por primera vez se dio cuenta que no necesitaban ningún arreglo. Ya sonaban perfecto. El desafío era otro : no complicar las cosas.
Su trabajo en el estudio consistió en cuidar la sencillez de los arreglos sin embarcarse en pretensiosos cambios. La tentación de tener un estudio de 16 canales que permitía hacer sobregrabaciones rondaba por la cabeza de todos. Pero el criterio fue no abusar de ese recurso. Solo se usaron algunos teclados grabados por el propio Zeta y un saxo tocado por Gonzalo Palacios (el Gonzo), de “Los Twist“, que resultó un condimento especial en un par de temas.
El sonido final del disco, una vez mezclado, era cortante y seco, lo cual le imprimía un carácter rítmico omnipresente que hacía “mover la patita“, como alguna vez dijo el propio Gustavo Cerati. Por otra parte, en el disco no aparecían los sonidos graves (del bajo y el bombo) que habían sido suprimidos por los técnicos en el “corte“ (un proceso de emprolijamiento sonoro previo a la invención del mastering)
Hace un tiempo, le pregunté a Zeta cómo se sintieron cuando estucharon el disco.
“- Y…cuando nos llega la primer muestra blanca, era un disco de vinilo que CBS hacía con una etiqueta blanca que era para aprobar o desaprobar el sonido y después sí fabricarlo. Cuando lo pusimos en el equipo de Gustavo parecía “Please, please,me“ de los Beatles, todo chiquitito, agudito, comprimido, sin graves. Y como teníamos que aprobar la muestra blanca, los llamamos y les dijimos: “No nos gusta cómo suena, no es lo que escuchamos en el estudio, no suena como allá. Yo me traía los cassetes grabados y sonaban más“. E“bueno pero con los ntonces ellos nos dicen: «LOs parlantes de tu casa son distintos que en el estudio, vengan para acá así les mostramos cómo es el proceso para que ustedes entiendan“.
Ok, nos vamos para allá a hablar con el técnico que masterizaba en esa época, que además no se llamaba mastering, lo llamaban “el corte“. El corte era cuando te imprimían el acetato, el tipo que lo hacía era uno que no entendía nada de música, estaba con un delantal blanco, con unos aparatos, como el de “El túnel del tiempo“, unos osciloscopios donde miraba que las formas de ondas no pasaran demasiado los límites, que no rompieran, nada.
Entonces, llega nuestro disco que estaba inflado de graves pero que no se esuchaban. Con Gustavo le preguntamos al técnico este y nos dice que el disco venia con mucha carga de graves y que no se podía grabar porque así el diamante no le iba a durar ni cinco discos. Entonces, yo le digo: “Qué me importa a mí lo que te tiene que durar el diamante,déjalo como estaba“.
Por un momento evaluaron la posibilidad de aplicarle reverb a todo el disco (algo así como que suene dentro de un gran galpón vacio), con la intención de “ablandar“ el sonido seco y cortante, pero desistieron.
El disco contaba con varios temas “bailables“ lo cual les permitió penetrar rápidamente en el circuito de discotecas en todo el conurbano. Era una banda compatible con la música de un disc jockey. (Recuerdo haberlos visto en la disco “Le Paradis“ de Lomas de Zamora, en un show contundente que me dejó sorprendido, como al resto de la gente que colmó el lugar. Jamás imaginé que iba a compartir con ellos su último concierto en el estadio de River Plate).
EL rock hasta ese momento había sido una música para escuchar en teatros o auditorios. Grupos como Los Twist, Soda Stereo y Virus llegaron a las discotecas. Ahora la gente además de escuchar, bailaba y se divertía. La opresión social derivada de la dictadura militar ahora transmutaba en diversión. La gente quería bailar. Después vendría la conquista de Latinoamérica. Pero eso es otra historia.
Músico y periodista, Gillespi