Voto popular en EE.UU: la caída del elector demócrata

Va a pasar un buen rato antes de contar con buenas explicaciones de lo que pasó en Estados Unidos el 5 de noviembre. Pero tentativamente hay una razón que explica los resultados, de la cual casi nadie habla, y es que los electores demócratas no votaron. Como el voto en los EE.UU. es un derecho, y no una obligación cívica como en países como Argentina, Australia y Uruguay, de las cifras preliminares se desprende que los demócratas se quedaron en su casa.

Las cifras son contundentes. En la elección de 2020 el candidato demócrata, Joe Biden, sacó 81,3 millones de votos, y el republicano, Donald Trump, 74,2 millones. En la elección del martes 5 de noviembre del 2024 la candidata demócrata, Kamala Harris, sacó 72,3 millones de votos, o sea 9,1 millones menos que en el último ciclo electoral, mientras que el candidato republicano Trump sacó 75,5 millones, o sea unos escasos 1,3 millones más. Trump entonces apenas aumentó su caudal de votos en el recuento provisorio de votos populares.

No habrá cifras definitivas del escrutinio porque no hay en EE. UU. una autoridad que lo centralice. Dentro de un año o dos alguna investigación universitaria revelará en forma definitiva el escrutinio definitivo del voto popular a nivel nacional.

El total de votantes registrados en 2024 ronda los 210 millones sobre un total de 341 millones con derecho a votar. Siempre con cifras que nadie puede dar por definitivas porque el énfasis es en el escrutinio por estado, sobre 341 millones con derecho a votar, en 2024 sólo 147.8 millones se molestaron en votar, es decir un mero 42.9%.

Una primera lectura con las cifras en mano es que Trump no tiene mucha legitimidad. Primeramente, no aumentó significativamente el caudal de sus votantes, solo 1,3 millones más. En segundo lugar, el voto pro-Trump no es un voto abrumadoramente favorable. Es un porcentaje del total de votantes con derecho a votar que apenas supera el 40%. Trump totaliza un magro 42.9 % en un sistema donde votar no es obligatorio.

Lo que si pesará en el ejercicio del poder de Trump es que aparte del Senado logró el 13 de noviembre el control de la Camara de Representantes

Las preguntas que hay que hacerse es por qué tantos demócratas se quedaron en sus casas, y por qué los republicanos no lograron ampliar su voto.

La caída del voto demócrata desde la elección presidencial de 2020 en 9,1 millones la han explicado varios, entre ellos, el senador demócrata por Vermont, Bernie Sanders, tradicionalmente crítico de los lobbies, donantes y elites que vienen apoyando a los demócratas. Sanders sermoneó: “Desde hace décadas se olvidaron de la clase trabajadora que los abandonó ya en 2016. En 2024 fueron muchos más los que viraron de demócrata a republicano: los latinos y la población de descendencia africana” publicó.

El voto demócrata cayó también debido a la forma cambiante de hacer campaña de Harris. No pudo presentarse en elecciones primarias. Biden era impopular porque no priorizaba, como los que votaron a Trump, ni el aumento de precios. Encima dejó entrar legal o ilegalmente a unos 10 millones de inmigrantes.

Harris, que estaba a cargo del tema inmigración, no respondió con propuestas concretas. Tampoco supo diferenciarse de Trump y el voto crítico frente al genocidio en Gaza que alineó al voto musulmán, especialmente en Michigan, uno de los estados péndulo.

Hacer campaña como hizo Harris en favor del aborto creyendo que así se lograría el apoyo de la mayor parte de las mujeres fue otro error.

La guerra entre Rusia y Ucrania también jugó en contra de Harris. Desde hace años las guerras no son bien vistas por el electorado estadounidense. Gastar cientos de millones de dólares anualmente sin que se le vea un fin, mientras los estadounidenses deben pasar privaciones, cae mal.

El partido demócrata es uno de los tantos que abandonan a los partidos gobernantes. Semeja al peronismo con un liderazgo herido políticamente. Al igual que el peronismo, los demócratas se diría que deberán hacer una autocrítica, llevar a cabo una reforma renovadora de dirigentes, más un aggiornamento que los vuelva a convertir en un partido capaz de disputar el poder. Como dijo Sanders de los demócratas teme que no sabrán hacerlo. ¿Sabrá hacerlo el peronismo?

Por Guillermo Makin
(*) Ph. D., Universidad de Cambridge, Investigador Asociado al Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge (Centre of Latin American Studies – CLAS).

Fuente: Página 12