“Abren” la economía, cierran tu futuro

El acuerdo entre Trump y Milei no es reciprocidad comercial, sino la formalización, vía tratado, del regreso de la Argentina al rol de patio trasero.

El acuerdo entre Trump y Milei no es reciprocidad comercial, sino la formalización, vía tratado, del regreso de la Argentina al rol de patio trasero.

Donald Trump con Javier MIlei Donald Trump con Javier Milei (ANDREW CABALLERO-REYNOLDS/AFP)
No es un punto de partida, es el capítulo siguiente de una historia que ya conocemos. Las elecciones de octubre se disputaron bajo la sombra de una intervención inédita del Tesoro de EE.UU.: la compra de pesos para frenar una corrida provocada por el propio gobierno y el anuncio de un swap de 20.000 millones de dólares atado a la continuidad de Milei. No fue “ayuda”, sino una apuesta política y un gran negocio, cuyos intereses y condiciones siguen siendo secretos para la sociedad que los paga, pero que, desde ayer, comienzan a revelarse.

El nuevo marco comercial viene a asegurar que esa intervención tenga recompensa. Del lado argentino hay una catarata de compromisos: abrir el mercado a medicamentos, químicos, maquinaria, tecnología, vehículos, insumos agropecuarios; desarmar licencias y trabas administrativas; aceptar sin revisión propia certificados sanitarios, técnicos y farmacéuticos emitidos por agencias de EE.UU.; endurecer la propiedad intelectual y las medidas contra la “piratería”. El país se obliga, además, a abrir su mercado al ganado, aves de corral, lácteos y otros alimentos norteamericanos, simplificando registros y habilitaciones que hoy funcionan como herramientas de control sanitario y defensa de la producción nacional.

¿Qué recibe la Argentina a cambio? Que Washington retire los aranceles extra que él mismo impuso hace unos meses, alguna mejora acotada para la exportación de carne y una promesa genérica de “cooperación” en minerales críticos. Tres concesiones difusas frente a más de veinte obligaciones estructurales. Es difícil ver la reciprocidad del acuerdo cuando estamos entregando el mercado interno como plaza privilegiada para la producción y las normas de la potencia del Norte. Trump viene usando la Sección 232 como herramienta unilateral para sacudir el tablero (geo) político y comercial en nombre de la “seguridad nacional”. Ahora, en el caso argentino, el gesto de cortesía es anotar al pie que, cuando vuelva a usar esa palanca, hará el esfuerzo de recordar que se firmó este acuerdo.

El anuncio se hizo en simultáneo a los acuerdos que EE.UU. también firmó con El Salvador, Guatemala y Ecuador. No se trata de comparar países, sino de entender una metodología: Washington decidió configurar un cinturón de economías alineadas en la región, con reglas casi calcadas, para fortalecer su posición frente a un conflicto con China que no se cierra, sino que se prepara para recrudecer. Argentina, que podría haber ingresado al BRICS para discutir con potencias emergentes, elige acomodarse en un paquete que representa la traducción jurídico-diplomática de una orden política: apartarse de China, renunciar a las posibilidades del BRICS y alinearse en la guerra por el dólar que libra Trump.

Incluso el futuro digital argentino queda atado. El acuerdo consolida la primacía de las plataformas y estándares estadounidenses en datos, servicios digitales y propiedad intelectual. No es una discusión abstracta, porque de eso depende qué se puede producir acá, cuánto pagás por la tecnología que usás todos los días y quién se queda con la renta de esa economía. De esta manera renunciamos a la soberanía tecnológica justo cuando el mundo discute quién controla los datos, la inteligencia artificial y el conocimiento,

Así llegamos a las preguntas de fondo. ¿Quién gobierna la Argentina? ¿Quién escribe las reglas de nuestra inserción en el sistema internacional? Un presidente argentino debe usar la política exterior para mejorar la vida concreta de la población. Javier Milei, en cambio, administra los intereses estratégicos de una potencia extranjera y de una elite local minoritaria.

Cuando el litio, el gas o los granos salen casi en bruto por una frontera y vuelven transformados en autos eléctricos, baterías o chips que pagamos en dólares, lo que se exporta no es solo materia prima. Se va con ellos la posibilidad de que un argentino o una argentina pueda vivir dignamente, con tranquilidad y expectativa de futuro, porque se pierde la oportunidad de acceder a un buen trabajo, a un salario mejor, a una atención rápida y de calidad en el hospital, a una educación pública robusta, a un transporte que funcione bien.

En un mundo que se encamina a un conflicto cada vez más duro entre bloques, la tarea que tenemos por delante es exactamente la inversa de la que propone este marco de acuerdo entre Milei y Trump. Debemos reconstruir una política exterior autónoma, que recupere la vocación latinoamericana, aproveche las oportunidades del momento y sepa dialogar con todos sin volver a aceptar, ni por arancel ni por tratado, el viejo lugar de patio trasero.

Consejo Asesor Opeir *

(*) Integrantes: Carlos Tomada, Carlos Lopez, Braulio Silva, Mariano Kestelboim, Carlos Raimundi, Carlos Barragán, Marcelo Granitto, Luciano Anzelini , Ariel Leuitier.

Fuente: Página 12