Reforestar Córdoba: un debate que el diluvio reactualiza
24/03/2015 CONTINGENCIAS , El País , MUNICIPIOS
Si se asume que la deforestación es una de las causas que agudiza los efectos de inundaciones y crecidas, se abre la oportunidad para discutir cómo sumar masa verde al mapa.
Que lluvias más intensas que las habituales causaron las inundaciones que afectaron a buena parte de la geografía cordobesa resulta incontrastable. Pero el debate sobre las circunstancias que agravaron los efectos de esos diluvios está abierto. La deforestación que ha sufrido Córdoba forma parte de esa discusión que ahora se reactualiza. Hace años que desde ámbitos técnicos y académicos se advierte que la alta tasa de desmonte agudiza los riesgos de mayores sequías sobre ríos y lagos en invierno, pero, a la vez, de crecidas más alevosas en verano.
Sin suficiente tejido verde, se afecta la esponja que absorbe agua y se acrecienta el tobogán que la deriva.
Si la deforestación se asume como problema, el remedio debería ser un verdadero plan integral de reforestación. ¿Se deberían reforestar sierras o llanos, o ambos a la vez?, ¿hay que apelar a cualquier tipo de bosque o privilegiar los de especies nativas?, ¿cómo equilibrar, si los árboles demandan más agua en una provincia a la que a veces le falta, pero son esenciales para retenerla cuando las lluvias sobran?
Plantar y producir
Desde la Cámara de la Madera de Córdoba se insiste con que se cumpla el Plan de Promoción de Forestación, que implica otorgar ventajas a dueños de campos, en sierras y llanos, para que en vez de otros usos rurales los destinen a plantaciones de árboles. La entidad, que agrupa a forestadores, aserraderos y muebleros cordobeses, apunta a crear bosques con fines productivos, que servirían también para frenar el avance de las aguas ante excesos hídricos como los recientes.
“La ley nacional 25.080, de bosques cultivados, establece un régimen de promoción de inversiones para aquellos que foresten gran cantidad de hectáreas. En Córdoba, la falta de promoción de ese plan lleva a que sólo el 1,5 por ciento de las áreas disponibles estén plantadas”, marcó la entidad.
“Existe un plan de promoción de forestación a nivel nacional y provincial, pero no avanza; los subsidios no llegan por cuestiones burocráticas”, aseguró Javier Valls, de la subcomisión forestoindustrial de la Cámara de la Madera.
Desde allí, calculan que habría un millón de hectáreas potenciales de ser convertidas en bosques cultivados, pero que hoy sólo hay unas 15 mil plantadas, concentradas casi todas en pinares del área serrana de Calamuchita.
Los bosques cultivados son implantados y se van talando para comercializar la madera, pero tras dos años el suelo está listo para ser nuevamente reutilizado, según esa entidad.
“Las plantaciones forestales pueden aportar una barrera a las precipitaciones abundantes, deteniendo parte del agua en las copas de los árboles por intercepción, reduciendo la velocidad de caída y el impacto sobre el suelo que se encuentra además cubierto y protegido por hojarasca. Luego el agua infiltra más profundamente por un perfil mejor estructurado, resultado de la acción de las raíces y del aporte de materia orgánica de las plantas. Además, este proceso genera un agua más limpia y con menos carga de sedimentos. Es notorio que donde hay plantaciones la creciente es más lenta, el suelo hace de amortiguador y tiene mayor absorción”, sintetizó Valls.
Desde la cámara empresarial no ven inconvenientes en que se combinen especies nativas con exóticas, según posibilidades y zonas. Pero son las exóticas las de crecimiento más rápido y mejor rinde comercial.
Con sentido ambiental
Las entidades ambientalistas hace años que reclaman dar vuelta el proceso de deforestación. Federico Kopta, titular del Foro Ambiental Córdoba, remarcó que “hace mucho que es imperioso frenar el desmonte y empezar a recuperar bosques, pero ni una ni otra cosa sucedieron”.
Kopta marcó la necesidad de “proteger con vegetación autóctona las cuencas hídricas serranas ya muy deterioradas, y replantar en el llano, para que además de retener aguas también se mitigue la erosión de los suelos”. Pero insistió con que “un verdadero plan de forestación que apunte a ofrecer servicios ambientales debería basarse en especies nativas”.
El biólogo subrayó que un verdadero bosque con sentido ambiental “tiene tres estratos: árboles, arbustos y herbáceas”. Precisó que “el suelo no es el mismo si sólo se conservan árboles” y que un bosque integral “protege y genera suelos, conserva la biodiversidad y diversifica producciones”.
Kopta opinó que un plan de reforestación con fines ambientales debería priorizar las especies autóctonas porque, respecto de las exóticas, se adaptan mejor al clima, consumen menos agua cuando hay sequía, regulan mejor el impacto cuando esa agua sobra por los suelos que genera, y representan un menor riesgo ante el fuego. A la vez, recordó que hay especies exóticas que resultan invasivas y que van ahogando a las nativas, como ocurre con los “siempre verde” en Sierras Chicas.
“El dilema para Córdoba es que debe contemplar la utilidad del bosque ante lluvias copiosas, pero también ante épocas de sequías, como las que hemos tenido”, remarcó.
El ambientalista no rechazó que pueda haber zonas con forestaciones cultivadas con pinos u otras exóticas para fines industriales. “Dentro de un ordenamiento territorial bien planificado, que se definan sectores para producir madera puede ser una decisión razonable”, dijo. Apuntó, por ejemplo, que en las llanuras cordobesas “si donde ahora sólo hay soja, se combinan forestaciones con soja, sería algo mejor”.