Salarios bajos y los mitos que nos disciplinan

Desde el 11 de diciembre a esta parte la Argentina se convirtió nuevamente en un conejillo de indias de los manuales que han fracasado reiteradamente, no sólo en el país, sino en el mundo.

Desde el 11 de diciembre a esta parte la Argentina se convirtió nuevamente en un conejillo de indias de los manuales que han fracasado reiteradamente, no sólo en el país, sino en el mundo.

Las concesiones que el nuevo gobierno argentino ha hecho al capital financiero, a los exportadores y a empresas internacionales no se comparan con los esbozos de promesas realizadas a los trabajadores. ¿Cómo justificar que la única variable que no se debe estimular en la economía sean los salarios? Según los manuales de esta derecha que avanza a paso firme por América Latina, echándole la culpa de todos los males al despilfarro, a los elevados salarios y a ese Estado que se mete a equilibrar posiciones de poder que no debieran estar equilibradas. Intentaremos derribar algunos mitos.

PRIMER MITO: LA INEVITABLE CONSECUENCIA INFLACIONARIA DE AUMENTAR LOS SALARIOS

“El aumento de los salarios por convenios colectivos o directa determinación de la autoridad económica provoca inflación”. Y no solo provoca inflación sino que el aumento del costo de vida nunca será menor al aumento de los salarios nominales en el largo plazo. Por ende, pareciera que el poder político no puede tener ninguna influencia sobre el salario real.

Dentro de los fundamentos que se esconden detrás de este razonamiento existe la suposición de que el beneficio que obtienen los empresarios siempre es el mismo. El modelo de manual no considera posible la disputa entre trabajadores y empresarios por la retribución del trabajo productivo. Si los salarios aumentan, los empresarios subirán los precios exactamente en la misma proporción en el largo plazo. Si bien es cierto que la reacción de los empresarios generalmente va en ese sentido, también lo es que los trabajadores exigen que los aumentos salariales por lo menos compensen la inflación. Permitir que todo aumente menos el salario es una decisión política. El Estado decide y las cosas no pasan por alguna ley natural.

SEGUNDO MITO: SALARIOS ALTOS Y DESEMPLEO

Otro de los pensamientos que volvieron a la moda (mas por el olvido de sus fracasos que por la demostración de su efectividad) es que los salarios altos conducen al desempleo.

Otra vez, el manual deja afuera del modelo cuestiones importantes de la realidad. Según la ortodoxia si el precio del trabajo es alto entonces habrá menos demanda de trabajo por parte de las empresas. Esto es posible en un contexto donde las empresas pueden hacer lo que quieran. No hay restricciones a los despidos y el aumento de consumo derivado de los mayores salarios no provoca aumentos en la producción. Considerar estas omisiones cambia totalmente la conclusión a la que podemos arribar.

De hecho, si lo pensamos detenidamente, la desesperación por conseguir un empleo (en un contexto de alto desempleo) lleva a los trabajadores a aceptar salarios bajos. Pareciera que el sistema necesita quitarles su puesto de trabajo de todas formas.

CONSECUENCIAS DE LOS SALARIOS BAJOS

Los salarios bajos llevan a situaciones de conflicto cuando el hambre y el desempleo empiezan a afectar agrandes porciones de la población. La desigualdad entre aquellos que son dueños de los medios de producción (y de aquellos que ganan muy bien por administrarlos) con los trabajadores no es una condición necesaria para el crecimiento, sino un inhibidor del mismo. ¿Quién puede desarrollar sus capacidades laborales, aumentar su productividad, en un mundo donde los despidos son moneda corriente y hay que trabajar de lo que sea y, de yapa, agradecer?

EJEMPLOS DE CRECIMIENTO Y SALARIO

Entre finales de la década de los ´90 y principios de este siglo el modelo de salarios bajos y desempleo alto ha llevado a varios países de América Latina a sufrir profundas crisis. En ese contexto se desarrollaron en la región diversas políticas focalizadas en el mercado interno tales como la generación de puestos de trabajo en cantidad, calidad y remuneraciones. Contamos con ejemplos claros en los caminos que han tomado países como Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay

Pero, por lo general, suele mencionarse que en América Latina los salarios son demasiado altos. Vamos a ampliar la ejemplificación con un país de la “seria Europa”. Es la exitosa experiencia del desarrollo económico noruego con pequeñas y pocas diferencias salariales entre clases y géneros, efecto de la complementariedad de políticas sociales, laborales y económicas. Esa experiencia histórica muestra cómo las diferencias salariales mínimas, una muy alta productividad y un crecimiento económico sostenido son factores no solamente compatibles entre sí, sino también complementarios.