La economía le consume el crédito al presidente Macri
El economista Orlando Ferreres causó alta impresión entre colegas y empresarios cuando proyectó la inflación de abril en el 8,9 por ciento, un nivel nunca visto desde la salida de la convertibilidad.
10/04/2016 ECONOMÍA , El País
El economista Orlando Ferreres causó alta impresión entre colegas y empresarios cuando proyectó la inflación de abril en el 8,9 por ciento, un nivel nunca visto desde la salida de la convertibilidad. Su estimación, difundida entre jueves y viernes, coronó una semana de estimaciones en materia de precios. La CGT, Elypsis, El Ceso y el estudio Bein dieron a conocer los datos de marzo: entre 3,3 por ciento y 6,6 por ciento, según la consultora de que se trate.
Más allá de los matices numéricos, se trata de cifras altas y asociadas a decisiones de política económica tomadas por el gobierno nacional, como la devaluación y el aumento de tarifas. Cierto es que ambas fueron plebiscitadas, con más o menos claridad, por las elecciones del año pasado. Esa mayoría aceptó el relato oficialista y de los economistas de la city respecto de la «inflación reprimida», los «desequilibrios macroeconómicos», la «pesada herencia» y la necesidad de «corregir y sincerar» los «desaguisados».
Ese colchón le permitió al presidente Mauricio Macri avanzar en el ajuste fiscal, salarial y de actividad más drástico desde la época de Fernando de la Rúa, con un nivel de imagen que los encuestadores ubican como bastante menor al del momento de la elección, pero sostenido por encima de la mayoría del universo político. Pablo Knopoff, director de Isonomías, lo expresó en el foro de negocios que organizó el viernes la Fundación Libertad. Mencionó los sondeos que dan cuenta de «altas preocupaciones» en materia económica, junto con una «alta expectativa» sobre la capacidad del gobierno de resolverlas. Dijo que estos sondeos reflejan, en el marco de un mapa político aún dividido entre el macrismo y el kirchnerismo, que quienes votaron a Macri le «están dando tiempo» al jefe del Estado, pese al creciente malhumor por las consecuencias de las medidas económicas.
El tema es que en algún momento la preocupación y la expectativa se debatirán entre sí por ver cuál absorbe a la otra. El recurso de apelar a «la herencia» se agota en la medida en que el nuevo gobierno se adentra en la gestión y se ve exigido por sus propias decisiones de política económica. Esta realidad provocó los primeros giros del discurso económico, acompañado de alguna que otra divergencia en el discurso oficial. El ministro de Hacienda salió del frasco para prometer que por este año se acabaron los aumentos de tarifas. El ministro del Interior admitió que las proyecciones de inflación del 20 por ciento al 25 por ciento que había hecho tempranamente su colega serán revisadas, y el propio presidente aclaró en Misiones que «le duele» tomar medidas de ajuste. Como ajeno, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aseguró que no bajará las tasas de interés, por más que esté ahogando a la actividad económica, hasta que baje la inflación. Para reafirmar su posición, cerró la semana introduciendo otro mecanismo de indexación en el crédito para la vivienda.
Aun los economistas que comparten el rumbo del gobierno, como el propio Ferreres, reflejan una caída de la actividad en estos meses y prevén que así seguirá hasta fin de año. La Fundación Mediterránea y Fiel difundieron en la semana informes en los que advierten sobre los riesgos de jugar con la recesión como ancla antiinflacionaria. «Llegar al 1 por ciento de inflación mensual con altas tasas sería una victoria a lo Pirro», advirtió la fundación que tiene como economista jefe a Daniel Artana.
Las expectativas de una lluvia de dólares e inversiones que tomarían la posta del consumo, el gasto estatal y el empleo como estímulo de la economía se fueron mudando desde la fecha de la elección misma a la segunda mitad del año. El gobierno pide prestado tiempo y pone como garantía el relato político, mientras los representantes de los bancos extranjeros advierten que «no será sencillo ni rápido» el ingreso de capitales. Así lo explicitaron durante la reunión organizada por Bloomberg en Buenos Aires, y por la cual desfilaron como soldados los funcionarios del equipo económico.
El lunes próximo, el equipo de Hacienda comenzará a promocionar los bonos que los bancos de los que supieron ser ejecutivos emitirán para pagar a los holdouts.
En medio de un panorama contractivo, un mínimo alivio para el gobierno nacional es que los países que admira toman caminos diferentes al suyo en materia de política económica. Tanto la FED como el Banco Central Europeo y Japón aflojan su política monetaria en un intento para superar el bajo crecimiento. Pero aun así, la economía internacional está muy lejos de dar un salto y aportar a la reactivación del mercado local. Y en el caso más cercano, como Brasil, agrega una amenaza muy concreta.
La presión importadora brasileña, junto con la caída del mercado interno y la suba de costos energéticos, pone en jaque a las economías territoriales y expande la crisis del empleo. Sobre este escenario, más gremios cerraron paritarias semestrales por porcentajes que miran muy de atrás a la inflación. La puja distributiva vuelve a operar a la baja, en un marco de incertidumbre.