Quejas en los pueblos cordobeses que la autovía de la ruta 36 marginó

La nueva traza esquiva nueve localidades para que la ruta resulte más ágil y segura. Pero esas zonas urbanas sienten el impacto. En San Agustín y en Berrotarán, las estaciones de servicio y algunos comercios venden menos.

La nueva traza esquiva nueve localidades para que la ruta resulte más ágil y segura. Pero esas zonas urbanas sienten el impacto. En San Agustín y en Berrotarán, las estaciones de servicio y algunos comercios venden menos.

San Agustín y Berrotarán. La autovía de la ruta nacional 36, que une Córdoba con Río Cuarto, está culminada en un 80 por ciento de sus 200 kilómetros.

Los tramos que restan son, fundamentalmente, los que esquivan las localidades de Almafuerte y de Elena, y un enlace pendiente sobre Despeñaderos. En las otras seis localidades ubicadas en el trazado, ya hay by pass que evitan esas zonas urbanas. Esos desvíos generan mayor agilidad y seguridad en el tráfico.

El tránsito rutero, que deja a un costado los pueblos, genera algún impacto en su vida cotidiana. Uno a favor es que se reducen los riesgos de siniestros viales en sus zonas urbanas. Otro, en contra, es que hay rubros de actividad económica que se ven resentidos por el menor movimiento.

La Voz recorrió dos pueblos 
ya esquivados por el nuevo 
trazado: San Agustín (de cuatro mil habitantes) y Berrotarán 
(de siete mil). En ambos, la mayoría de los vecinos consultados coincidieron en que la obra “era una necesidad”, pero advirtieron que se percibe un impacto negativo en el circuito comercial que reposaba sobre la ruta que los atravesaba.

Berrotarán

En Berrotarán, hay vecinos movilizados que planifican manifestarse y hasta cortar la ruta, para solicitar un tercer ingreso desde la autovía a la localidad. Un acceso está ubicado en el sector norte, hacia Los Cóndores, y otro en el oeste, en dirección a Las Caleras.

Hace algunas semanas que se inauguró ese tramo. Una estación de servicio, de las dos que tiene el pueblo, anunció que evalúa cerrar sus puertas. “Somos seis empleados, con más de 20 años de antigüedad, que nos quedamos en la calle. Hubo una disminución del 90 por ciento en las ventas”, sintetizó uno de ellos.

En la otra estación también admiten incertidumbre. El empleado César Lenardón (58) contó que, antes de la autovía, de cada 10 clientes sólo cuatro eran del pueblo, mientras que el resto era de vehículos de paso. “Ya hace dos años le habíamos pasado a la Provincia casi cuatro mil firmas con un petitorio para que sumen otro acceso al sur y no respondieron”, dijo. Otra empleada de la estación, Rosana Bosso (50), agregó: “Bajó mucho la venta, sobre todo los fines de semana”.

El malestar se debe a que, según los vecinos más activos en la queja, “para Berrotarán la ruta es una industria, con comercios de los que viven varias familias”.

En el comedor Nacho, una parada muy conocida por camioneros, parece que nada es igual. Su dueño, Jesús Ordoñez (68), resumió: “Antes, por día, le daba de comer a unos 30 camioneros; esta semana, con la autovía, le di a tres. Hace 37 años que con mi familia vivimos de esto”, informó.

En la carnicería El Teo, Paola Cabral (40) comentó que se nota la disminución en las ventas durante fines de semana y feriados.

Pilar de Sánchez (63), con un negocio de embutidos y vinos sobre la vieja ruta, se quejó de que “la disminución de ventas es del 90 por ciento”. Dijo que “no se sabe cuánto tiempo se podrá resistir” a esta nueva realidad económica.

En la panadería Berco también se aprecia la baja, aunque su dueño, el exintendente Ángel Storello, interpretó que aún es prematuro tirar porcentajes de merma y que deberá evaluarse con el tiempo.

San Agustín

En San Agustín, donde el by pass que la esquiva se habilitó ya el año pasado, aquel tramo de ruta en el que colocaron semáforos con cámaras, con el argumento de reducir accidentes, parece ahora una tranquila y ancha calle.

En la panadería y cafetería La Cordial, que funciona sobre la ruta desde hace dos décadas, admitieron que se redujo la actividad. “No se sabe cómo seguir, el gran caudal de trabajo era por la ruta, tuvimos que hacer recortes; esto nos paralizó”, dijo Silvia Román (58).

Laura Calar (35) siente la disminución de ventas: “Estamos para atrás. Mi negocio se llama La Esperanza, ahora es de que entre alguien”, ironizó.

En el rubro construcción no se lamentan del cambio. Vilma García (36), del Grupo Pereyra, explicó que la merma en ventas se da en los comercios de la ruta, como estaciones de servicio, comedores o panaderías, en los que “bajó entre el 30 y el 50 por ciento”. Pero señala que en el resto, que dependía del consumo local, no ha impactado.

Darío Torres (32), de la estación de servicio, sostuvo que “se vende menos combustibles, pero no hay una baja tan importante”.

Agustín Ruano (35) estimó una caída del 20 por ciento en la cafetería de la estación, sobre todo los fines de semana y los feriados.

Qué y cuánto

37 kilómetros. A los 200 kilómetros de autovía entre Córdoba y Río Cuarto le quedan pendientes y en ejecución unos 37 kilómetros. Desde la Provincia, calculan que quedará terminada en el segundo semestre de 2017. Los tramos que restan son entre Elena y Baigorria, y los desvíos que rodeen a Almafuerte (el más extenso, complejo y costoso) y a Elena, más una obra adicional sobre Despeñaderos.

Ya están habilitados los by pass que esquivan las trazas urbanas de las otras seis localidades: San Agustín, Las Bajadas, Los Cóndores, Berrotarán, Gigena y Baigorria.

Tránsito lento. El paso de la ruta por esas áreas urbanas estiraba los tiempos y sumaba riesgos de siniestros viales. Casi todos los pueblos habían optado por lomadas, semáforos filmados y otras medidas para reducir la velocidad.

Fuente: La Voz