A dos años del aluvión, Sierras Chicas quiere “desinundarse”

Quedan secuelas sociales y económicas de las crecidas de 2015. Están hechas las obras básicas prometidas. La cuenca del Jesús María. Historias de quienes volvieron a empezar

Quedan secuelas sociales y económicas de las crecidas de 2015. Están hechas las obras básicas prometidas. La cuenca del Jesús María. Historias de quienes volvieron a empezar

A dos años del aluvión del 15 de febrero de 2015, que marcó para siempre la historia de la región de Sierras Chicas, su gente empezó a darle forma a un nuevo verbo: “desinundar”.

Las secuelas sociales y económicas todavía se perciben. Aparece aún la necesidad de reconstrucción de los tejidos comunitarios, más allá de casas, calles y puentes. Para muchos vecinos, la consigna es recuperar la tranquilidad de dormir sin temor durante las madrugadas de truenos y tormentas. De allí surge la premisa de “desinundarse” emocionalmente.

A dos años, las obras prometidas de reconstrucción material, en general, se ven cumplidas. La Provincia entregó, en nuevos terrenos aportados por los municipios, las 156 viviendas prometidas a las familias que perdieron las suyas, arrastradas por el agua. Varias decenas más construyeron con sitios y kits de materiales entregados. Finalmente, la reconstrucción de puentes, pasarelas y repavimentación de los tramos más deteriorados quedó concluida, salvo alguna tarea que luce hoy en su última etapa. Todos los servicios fueron también recuperados.

Con retraso respecto de lo prometido y no sin pocas controversias, las obras están. Pero, a la vez, la sensación de indefensión de quienes habitan en inmediaciones de las zonas que se inundaron permanece amenazante.

Historias de quienes volvieron a empezar
La Provincia no consolidó un sistema de monitoreo y alertas tempranas que, al menos por ahora, sea interpretado por las comunidades en casos de emergencias. Desde las áreas de Defensa Civil de municipios y cuarteles de bomberos voluntarios, admiten que se instalaron pluviómetros y alarmas, pero que son de dificultosa activación ante crecidas.

Mientras, la mayoría de los vecinos parece desconocer cómo actuar en caso de que se encienda una alerta.

Entre lo pendiente, poco se avanzó en un programa concreto de manejo de cuencas hídricas. Queda la propuesta de construir minidiques, que no se han realizado hasta ahora, y mantener el nivel del vertedero del dique La Quebrada por debajo de su tope para sumar un “colchón” ante grandes lluvias.

Los municipios quedaron con sus arcas al borde, aún hoy, tras atender demandas sociales que eclosionaron y reparaciones de sus infraestructuras urbanas que se multiplicaron.

El movimiento económico, comercial y, sobre todo, turístico también se resintió en estos dos años por bajas en el consumo y escasas nuevas inversiones privadas.

Si bien el impacto directo de los daños lo sufrieron unas dos mil familias de varias localidades, el golpe impactó a todos los habitantes del corredor regional de manera indirecta.

Mayor debate

Un emergente del aluvión se reflejó en la militancia social de organizaciones y asambleas de vecinos. Las necesidades y angustias activaron la participación social.

Se formaron así grupos que, desde entonces, insisten en los pedidos de más control sobre las nuevas urbanizaciones y sobre los cambios en la geografía urbana, factores reconocidos como agravantes de los daños producidos por el aluvión. Cerros que cambiaron vegetación por emprendimientos y ausencia de planificación para evitar urbanizar junto a los cauces de ríos y arroyos forman parte de ese credo.

El debate para ampliar las urbanizaciones en Sierras Chicas ya no fue el mismo. Después del 15-F, esa discusión sumó condimentos y protagonistas. Las concurridas audiencias públicas ambientales ante nuevos emprendimientos fueron una muestra de ese cambio de paradigma, en el que parte de la comunidad obligó a rediscutir los términos de cada proyecto. En cada controversia, las marcas del aluvión fueron un argumento.

Joaquín Deón, miembro de la Coordinadora de Derechos Humanos y Ambiente de Sierras Chicas, resume esa variante: “Una década atrás era impensado que la población se rebelara frente al avasallamiento de las urbanizaciones. Hoy pretendemos ser parte de las discusiones, no adoptamos posiciones fundamentalistas ni nos oponemos por capricho; aportamos conocimientos y estudios serios. Nos preocupa el futuro y, por las próximas generaciones, que no se repita otro 15 de febrero”.

Evocaciones. Hoy, con varias acciones. Variadas organizaciones realizan actividades y encuentros. Caravana, a las 17, desde dique La Quebrada (Río Ceballos) hasta Villa Allende y Unquillo.

Festival en polideportivo de Mendiolaza, con Ica Novo, Rubén Patagonia, De boca en boca y otros. Gratis, desde las 18.

Marcha en Villa Allende, a las 9,30, y reunión con municipio.

Intervención artística de María Eugenia Castillo, en puentes de Río Ceballos, desde las 12.

Fuente:La Voz del Interior