La era de la destrucción del empleo
Desde noviembre de 2015 hasta junio de 2016 el empleo cayó 1,32 por ciento (-82.388 empleos) y desde entonces la recuperación fue modesta 0,22 por ciento (+13.821 empleos).
28/02/2017 El PaísDesde noviembre de 2015 hasta junio de 2016 el empleo cayó 1,32 por ciento (-82.388 empleos) y desde entonces la recuperación fue modesta 0,22 por ciento (+13.821 empleos). Además fue errática: en agosto el empleo cayó y en noviembre prácticamente no creció.
¿“U” o “L”?
Por Mara Ruiz Malec y Ariel Lieutier *
Para la elaboración de modelos económicos la letra “L” se utiliza para referirse a la fuerza de trabajo (por su traducción al inglés: “Labor”) y la “U” se utiliza de representar al desempleo (por “unemployment”). Sin embargo, en la presente no nos referimos a su utilización en la modelización matemática, sino a la forma que (con un poco de ayuda de la imaginación) adquieren los gráficos de las series de empleo.
Se dice que hay una recuperación en “V” cuando luego una crisis le sigue una rápida mejora. Se señala que una serie dibuja una “U” cuando luego de una caída hay un período de estancamiento y luego se recupera. En cambio, cuando se habla que la serie se comporta en “L” es que luego de la crisis la misma se mantiene estancada y si hubiera recuperación esta es muy lenta y modesta. Los datos oficiales muestran que durante el último mes de 2015 y el primer semestre se produjo una profunda caída del empleo y desde entonces se encuentra estancado sin una tendencia claramente definida.
No obstante, en las últimas semanas el ministro de Economía ha vuelto a hablar de la recuperación del empleo privado registrado, y para validar esta afirmación se muestra que durante el segundo semestre de 2016 se crearon 66 mil puestos de trabajo (según datos del Ministerio de Trabajo).
Pero las series de empleo suelen tener una marcada estacionalidad, esto significa que hay meses del año en los que se contratan más trabajadores y meses donde se reducen las plantillas. Este fenómeno no tiene que ver necesariamente con el desempeño económico sino con factores estacionales. Por ejemplo, en época de cosecha se van a contratar más trabajadores en el campo, en el verano más trabajadores en turismo, etc. La construcción y la industria también tiene sus propios ritmos. Por eso las series de empleo se comparan contra igual mes del año anterior.
Así, cuando se compara el dato de diciembre 2016 con igual mes de 2015 arroja como resultado que este año hubo casi 43 mil empleos menos (una caída del -0,7 por ciento del empleo registrado privado). Ahora, esta forma de medir el empleo sólo tiene en consideración los movimientos del empleo en periodos relativamente largos (un año) y en general en las fases recesivas todas las mediciones interanuales dan negativas. Lo que habitualmente se busca conocer es si hay señales de recuperación y para ello se necesita evaluar le evolución en periodos más cortos.
Para identificar que parte de las variaciones de empleo de un mes a otro se explican por cuestiones estacionales y que parte se deben a efectos económicos los organismos estadísticos realizan un procedimiento econométrico que aísla y anula el efecto estacional y publican una serie transformada “sin estacionalidad”. Así, para medir las variaciones anuales se utiliza la serie original, pero para analizar la evolución mensual se debe recurrir a la serie “sin estacionalidad”.
Los datos sin estacionalidad muestran que desde noviembre 2015 hasta junio de 2016 el empleo cayó 1,32 por ciento (-82.388 empleos) y desde entonces la recuperación fue modesta +0,22 por ciento (+13.821 empleos). Además fue errática: en agosto el empleo cayó y en noviembre prácticamente no creció.
Así, según nuestras estimaciones casi el 80 por ciento del total de empleo privados registrado creado durante el segundo semestre de los que habla el oficialismo se corresponde con puestos de trabajo creados en función de cuestiones estacionales y no con la reactivación de la economía.
Una mención especial merece el caso del empleo industrial, que está siendo el sector más afectado en términos de empleo. Entre diciembre de 2015 e igual mes de 2016 se destruyeron casi 48 mil empleos, esto implica que de cada 100 trabajadores industriales que había hace un año, casi 4 dejaron de serlo, y la caída mes a mes ha sido ininterrumpida durante el 2016.
Finalmente, cabe destacar que, frente a una caída de una variable económica, en este caso del empleo, la esperanza es que la serie se comporte en “V” cosa que a esta claro que no sucederá. Queda ver si empieza a tomar al menos una forma de “U”. No obstante, la economía no responde a los caprichos del abecedario, y las modestas tasas de crecimiento no parecieran dar indicios claros de que se esté frente a una recuperación decidida del empleo, es que para alejar la actual y temida “L” hacen falta políticas que impulsen la producción y el consumo.
* Economistas del Instituto de Trabajo y Economía – Fundación Germán Abdala.
Cuidar el trabajo
Por Alejandro Taborda *
Ningún país con vocación de desarrollo ha despreciado a su industria. El rol que a lo largo del tiempo ha tenido la elaboración de manufacturas para el progreso económico de las naciones y el aporte social a la hora de crear empleo, es innegable. La Argentina experimentó, en este sentido, diferentes etapas históricas. Hubo períodos con mayor evolución del sector industrial, con nacimiento de pymes de los rubros más variados y el establecimiento de fábricas en ramas trascendentales de la economía. También hubo épocas de retroceso, en las que cayeron numerosas empresas y se perdieron cientos de miles de puestos de trabajo. Las consecuencias sociales de haber dado la espalda a la industria nacional son conocidas.
Se trata de un tema con absoluta vigencia. En lo que va del año, varias empresas se vieron obligadas a cerrar o despedir personal. En Rosario, quizás el caso más resonante, la única fábrica de llantas de acero que tenía el país, Mefro Wheels, bajó sus persianas. Los productos que allí se hacían ahora se importan. Y 170 trabajadores están en la calle. Esto nos pone a los industriales y los trabajadores ante un alerta. Mefro no es la única. En otras regiones del país hay ajuste, sobre todo en las empresas más afectadas por la apertura de importaciones y la caída del mercado interno, que padecimos en 2016.
Sabemos que hay sectores del gobierno nacional con preocupación y que intentan revertir la situación. Valoramos lo que se pueda hacer en este sentido, por cuidar cada puesto de trabajo. Al tiempo que alertamos que, como sociedad, los argentinos deberíamos tener una enorme sensibilidad ante este tema, ya que sería muy mal negocio para el país que buscar la famosa “competitividad” por la vía de destruir empleos.
Algo de esto se puso en discusión la última semana, cuando se eliminaron los aranceles para la electrónica, sin posibilidad de discutir con los sectores involucrados algún esquema intermedio. Bajo la normativa aduanera vigente, había industrias que daban trabajo a unos 15 mil argentinos, empleo que el nuevo esquema pone en riesgo. Si bien era necesario darse un debate sobre la posibilidad de sostener un modelo industrial de predominancia ensambladora, que traía al país costo fiscal y encarecía el precio final de los productos, hacerlo de este modo llevará a un fuerte costo social. Algunas de las firmas involucradas, ya lo han advertido, despedirán trabajadores industriales y se convertirán en comercializadoras, generando mucho menos trabajo. Y en lugar de pensar qué rol puede cumplir la Argentina en la elaboración de tecnología, nos convertiremos simplemente en consumidores de lo que se fabrica en otras partes del mundo.
Algo similar ocurre con la industria textil, del calzado, con sectores de la línea blanca, entre otros. La apertura importadora con la excusa de bajar los precios en el mercado interno y sostener solamente a las empresas más competitivas, es “pan para hoy, hambre para mañana”. El experimento de destruir empleos en el país a cambio de abaratar el precio de los productos que puedan venderse, ya lo atravesamos en el pasado con resultado nefasto. A la vuelta de la esquina, con trabajos peor remunerados, menos mercado interno y desocupación más alta, nos espera un país en el que sobran millones de argentinos.
Por eso, desde la Federación Industrial de Santa Fe seguiremos trabajando por una administración inteligente del comercio exterior y medidas que alienten la creación de empleo. Trabajando como lo venimos haciendo con la Secretaría de Industria de la Nación, para lograr normas técnicas y propuestas que mejoren la situación del sector. También junto al Ministerio de Producción de la provincia, con el que hemos creado un novedoso Observatorio de las Importaciones. Y continuaremos apelando en conjunto con la UIA a la defensa de la industria nacional. Porque los industriales Pyme entendemos que no hay país posible sin un mercado interno fuerte, sin empleo de calidad y sin industria.
* Ex presidente de la Unión Industrial de Santa Fe.