Hoteles estatales de Embalse, más vacíos que nunca

Corre una tarde de pleno enero y la Unidad Turística Embalse parece una maqueta descascarada y desprolija, con un puñado de turistas que se pierden en su inmensidad.

Adela López (48) acomoda sus collares y mates sobre una mesa, la única ocupada de una larga hilera vacía que otros vendedores ya no usan. Corre una tarde de pleno enero y la Unidad Turística Embalse parece una maqueta descascarada y desprolija, con un puñado de turistas que se pierden en su inmensidad. El amplio predio del complejo hotelero estatal se ve decadente. Una decadencia que se inició hace al menos tres décadas.

“Antes abrían todos los hoteles, pero después empezaron a decaer y cada vez son menos. La semana pasada tuvimos solamente uno con turistas, hoy se abrió otro, pero con poco movimiento. No están mandando gente. Es el verano con menos turistas que recuerdo. Antes se podía vivir de esto. Yo no tengo otro trabajo”, resume Adela, quien hace 17 años que cada día llega con su mercadería en busca de turistas. Su marido se dedica a la venta ambulante de pastelitos, pero ya sale a buscar el peso en otros lugares de Embalse, fuera del predio hotelero.

La Unidad Turística Embalse supo ser gravitante en la economía de esta localidad del valle de Calamuchita. Hoy está en su mínima expresión.

Junto con su “gemelo” de Chapadmalal, en la costa bonaerense, son los símbolos del turismo social en Argentina. Ambos dependen del Ministerio de Turismo de la Nación, que insiste en que tiene en marcha planes de inversión para su recuperación.

 

En caída libre

Imagen del abandono. Yuyos, juegos, rotos, instalaciones deterioradas. Así luce la unidad turística. (La Voz)

El deterioro del complejo destinado al turismo social, fundado hace casi 70 años durante la primera presidencia de Juan Perón, viene desde hace tiempo. Marcan a la década de 1990, con el menemismo en el poder, como el punto de inflexión. La época de oro, recuerdan los memoriosos del pueblo, fue entre 1950 y 1970.

Al asumir, el actual Gobierno nacional prometió que habría inversiones para recuperarlo. A dos años, el enorme predio parece sumergido en el abandono. Recorrerlo permite concluir que nunca lució tan mal.

No sólo no se ven inversiones destacadas para reflotar estas viejas moles de varios pisos: también la falta de mantenimiento se observa hasta en las hamacas deshilachadas, en los espacios verdes con yuyales, en las piletas ornamentales con agua ya verde o en los baches profundos del bulevar de ingreso. Si hubo algo de las inversiones anunciadas hace dos años, no alcanzaron ni para maquillar el ocaso.

320 pesos por día

Claudia (50), de Florencio Varela, dice que si no fuera por este esquema de turismo subsidiado no podría tomarse vacaciones. Es auxiliar de cocina en una escuela bonaerense y su marido, vendedor ambulante. Cada uno pagó 1.920 pesos por seis días, con pensión completa. Por ser jubilada, su mamá Celsa recibe los mismos servicios, pero gratis.

El verano pasado estuvieron en el complejo “mellizo” de Chapadmalal. “Acá están mejor que allá, se mantiene más la limpieza y las habitaciones están pintadas, dentro de todo está bien y para lo que abonamos no se puede pretender tanto”, comenta la turista. Están alojados en el hotel 4, uno de los tres habitables. Otro tres lucen cerrados, abandonados. Y un séptimo lleva 25 años destruido.

“Estaría buenísimo que puedan mejorarlo un poco más, que mantengan esto, porque mucha gente no puede ir a otros lugares, como nosotros, que trabajamos pero no nos alcanza”, agrega Claudia.

La tarifa es subsidiada por el Estado. Dos empresas concesionarias están a cargo de las tres comidas diarias (le cobran al Estado por día/turista que prestan). Para jubilados o personas con discapacidad, es totalmente gratis.

Un complejo impresionante. Desde el aire se ve la dimensión del complejo, que tiene 7 hoteles y 51 «bungalows» en 300 hectáreas. (La Voz)

“El peor verano”

Walter Ramírez es secretario general en Calamuchita del gremio UTHGRA (de hotelería y gastronomía), que representa a los empleados temporarios de las firmas concesionarias. De una postura moderada hace dos años ante el cambio de gobierno, pasó a la crítica: “Esta es la peor temporada de la historia, está trabajando de un 10 a un 15 por ciento de su capacidad. Entre las dos empresas contratistas hay unos 60 trabajadores, cuando podrían estar ocupados 270”, compara.

El complejo tiene además 90 empleados estatales: 30 estables y 60 contratados.

Ramírez estimó que actualmente no llegan a 300 los turistas alojados. Si todo estuviera habilitado, habría 2.500 plazas. En la actualidad, poco más de mil están usables.

“Es una vergüenza”, dispara el gremialista tras marcar que la obra de extensión de la vida útil de la Central Nuclear de Embalse “está tapando la realidad” social y laboral local. Esa obra, demandante de mucho personal, está a meses de su finalización. “Ahí va a quedar en evidencia la problemática social por el bajo funcionamiento de la Unidad Turística”, apunta.

Gestiones políticas

Desde el municipio también cuestionan. “La gente está cansada de promesas. Lo que se anunció de inversiones y de reactivación no se cumplió y no vemos un plan”, opina el intendente local, Federico Alesandri.

Días atrás se concretó una reunión entre funcionarios de Turismo de la Nación y de la Provincia, más el intendente. No hubo resoluciones, pero se debatió la alternativa de abrir concursos para concesionar hoteles a instituciones sociales y deportivas que puedan hacerse cargo de algunas unidades para sostenerlas, mientras que otras sigan destinadas al turismo social. Es un proyecto, otro más, para revitalizar el complejo.

Mole que se desmorona

La mole de ladrillos, recostada frente al lago, no deja de desmoronarse. Turismo de la Nación, en mayo pasado, aseguraba que antes de finalizar 2017 estaría nuevamente de pie. Pero los yuyos altos crecen hoy entre las baldosas, la humedad trepa por las paredes, las aberturas no cierran y los vidrios lucen estallados. A los baños les quedan secuelas de artefactos extirpados y el sonido del agua se pierde por cañerías corroídas.

Parece la descripción de una casa de terror, pero es el hotel 1, el más antiguo, inaugurado en 1947, con capacidad para 576 huéspedes. Hasta 2015 alojó gente. La nueva promesa oficial es recuperarlo en dos años.

Fuente: La Voz