El derrumbe y los bomberos
La catástrofe económica se acentúa. El FMI llega y audita: todas las cuentas dan mal. El autorretrato del Fondo, narrado a la cúpula de la CGT. Arremetida contra la educación pública: revive otro clásico.
26/08/2018 OPINIÓNLa catástrofe económica se acentúa. El FMI llega y audita: todas las cuentas dan mal. El autorretrato del Fondo, narrado a la cúpula de la CGT. Arremetida contra la educación pública: revive otro clásico. Una movilización oficialista, en minoría por donde se la mire. Algo sobre la causa de los cuadernos.
Por Mario Wainfeld
Cada semana aporta nuevos datos tremebundos. Los números traducen sólo en parte la magnitud del derrumbe de la economía y la degradación de la vida de muchos argentinos. Cuesta completar y soportar la mera enumeración de los cierres de comercios y fábricas. La destrucción record de empleos en la industria constituye unas de las claves de la etapa.
Semanas atrás comentamos cómo se privó de apoyo estatal a los trabajadores de la agricultura familiar, dejándolos a la intemperie. Los despidos en la Secretaría respectiva vienen en yunta. Los laburantes del Estado inician medidas de fuerza. El ministro de Agroindustria, Miguel Etchevehere, proviene de la Sociedad Rural cuyos integrantes (él mismo) se han enriquecido durante el gobierno del presidente Mauricio Macri. A ellos les siguen bajando la alícuota de las retenciones. La realidad semeja un panfleto ultraizquierdista poco imaginativo.
El conflicto de intereses, así resuelto por Etchevehere, no es “corrupción” para el vocabulario de la coalición Cambiemos.
El astillero Río Santiago sobrevivió a las privatizaciones salvajes del menemismo. Fue uno de los emblemas de la lucha del entrañable sindicalista Germán Abdala, quien murió muy joven hace poco más de un cuarto de siglo. El macrismo desguaza al astillero con fundamentos fútiles, sobrevinientes a la decisión: tapaderas, coartadas. El objetivo es “bajar el gasto”. Los economistas miran donde “sobra” erogación, hachan presupuesto sin sopesar daños colaterales.
Los damnificados se creen con derecho a reclamar. La policía bonaerense arbitra en el conflicto; la Seguridad absorbe funciones de otras áreas. Un patrullero embiste a un manifestante, lo lastima sin heridas graves. Funcionarios nacionales y provinciales, aupados por la prensa adicta, sugieren que la víctima atacó al móvil policial o algo así. Ofenden la inteligencia, mienten… que algo quedará. La reacción de los compañeros “contra el patrullero” es ulterior, emocional, defensa propia. La provisión dadivosa de balas de goma a los uniformados fue previa, premeditada.
El discurso oficial se endurece tanto como sus agentes. El diputado Waldo Wolff (PRO) se burla del estrago que causó la muerte de dos trabajadores de la educación. El representante del pueblo se desgañita reclamando justicia para el fiscal fallecido violentamente Alberto Nisman mientras bastardea a víctimas de un siniestro laboral. Para este cronista su desprecio es mucho más grave que las barbaridades que profiere el actor Alfredo Casero. Energúmeno él, pero sin investidura pública que conlleva obligaciones. De cualquier modo, ambos expresan con franqueza al macrismo explícito, su odio a los plebeyos.
La comunidad educativa, en tanto, se expresa masivamente y en todos sus niveles contra el “modelo” que la pone en jaque.
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Comunidad de pie: Para el oficialismo, sobran universidades, docentes y alumnos. Lo expresan sus cuadros de gestión y sus intelectuales orgánicos. La asfixia presupuestaria funciona como remedio para tamaños males.
Los docentes primarios y secundarios bonaerenses agregan a sus tareas la de velar por el mantenimiento de la provisión segura de gas y de energía eléctrica. En la mesa paritaria, avanzado el mes de agosto, la gobernadora María Eugenia Vidal realiza la enésima propuesta irrisoria que los gremios no pueden aceptar. Estos reaccionan apelando a la huelga. El oficialismo pone de escudo humano a “los chicos” cuyos padres caen crecientemente en la pobreza y la subalimentación.
Un abanico de protestas universitarias se expandió en todo el país. Marchas imponentes que preanuncian la que tendrá lugar el jueves 30. Medidas de fuerza de todo tipo, clases públicas en la calle. La comunidad educativa converge, todos sus integrantes, 57 universidades nacionales. Regiones distintas, pertenencias de clase diversas, variadas generaciones.
Se amuchan en defensa de derechos constitucionales, replicando razonamientos baladíes de egresados o docentes de universidades privadas. Algo parecido sucedió durante los mandatos de los ex presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa; el neoliberalismo antagonista de la educación pública.
El siglo dela Reforma Universitaria se conmemoramedianteel ninguneo al claustro docente, el desmantelamiento del CONICET y el INTI. Empieza la “fuga de cerebros”. Reconoce antecedentes penosamente célebres: la “Noche de los bastones largos”, los exilios forzados por las dictaduras cívico militares, la hora de ir a lavar los platos estatuida por el superministro transversal Domingo Cavallo. Ora expulsa la represión, ora el ajuste, eventualmente las dos calamidades juntas.
Dichos procesos van devaluando el saber y privando a la sociedad de profesionales capacitados que ayudó a formar. El desgajamiento solo será reparable o zurcible con tremendo esfuerzo más adelante, si hay gobiernos de signo y sensibilidad opuestas. El kirchnerismo recuperó mucho capital humano, alteró la ecuación expulsiva clásica de la derecha gobernante, en dictadura o en democracia. El macrismo reaccionario vira hacia atrás, hacia el peor pasado.
La lluvia de inversiones dejó de ser objeto de deseo. El Gobierno trata de cumplir con las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Política económica berreta, condenada a un solo objetivo, incumplible para peor. Algunos intérpretes hablan de doble comando o de terciarización. La sumisión existe pero el principal responsable es el Gobierno nacional (que se entregó maniatado) y no el FMI. Los jerarcas del Fondo, entre otros, ratifican esta lectura.
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“No vinimos, nos llamaron”: El macrismo se endeudó a lo pampa, las reservas que acumuló se filtraron por la canaleta de la especulación financiera, que sucesivos funcionarios incentivaron. Grandes jugadores del mundo financiero, como el JP Morgan y el Fondo Templeton provocaron (y lucraron con) las corridas cambiarias de mayo y junio. El JP Morgan está sobrerrepresentado en el equipazo macrista, Templeton se ganó la vicepresidencia del Banco Central (BCRA), ejercida ahora por Gustavo Cañonero. Otro conflicto de intereses con ganadores particulares y perdedores colectivos.
El desembolso faraónico provisto por el FMI se esfumó por el mismo vertedero, con la nueva conducción del BCRA.
Los enviados del FMI llegan a auditar el cumplimiento de las metas. AlGobierno (como a la farolera de una antigua canción infantil) todas las cuentas le salieron mal. No tiene capacidad de repago, la actividad cae en picada, el consumo se comprime.
La conducción económica actúa como un adicto en problemas que pide dinero para comprar merca. El desemboque de ese camino es archiconocido para los argentinos.
El oficialismo confía en la caridad del FMI, motivada por afinidades ideológicas. Habrá que ver. En el ínterin, los emisarios cumplieron (muy a medias) con una sugerencia de la titular del organismo, Christine Lagarde: tener contactos con la sociedad civil. Hasta en Washington perciben que es necesario un grado de consenso o de anuencia social para lubricar el ajuste.
Los gremialistas llegaban con bronca. La reunión del Consejo del Salario para pactar el Salario mínimo vital y móvilconsistió en un simulacro. La CGT pidió un aumento equivalente al de la canasta familiar para los más humildes, que encareció por arriba de la media de los precios por la preeminencia de los alimentos y otros artículos de primera necesidad. Puesto en cifras, eso orilla el 100 por ciento. El vicejefe de Gabinete Mario Quintana y el ministro de Trabajo Jorge Triaca (h) fingieron escucharlos y cerraron el ficticio diálogo.Laudaron un flaco 24 por ciento en cuotas, sin debate ni intercambios.
Chimentan que “Farmacity” Quintana (que es más movedizo que Javier Mascherano en el Mundial de Brasil) operó para concretar el curioso cónclave realizado en la Uocra. El jefe de la misión del FMI, el italiano Roberto Cardarelli, habló por el organismo. Es un tipo mundano sin dotes predictivas: en abril había vaticinado un crecimiento del 2 por ciento del PBI. Más desenvuelto que la hierática Lagarde, habla con soltura el castellano y lo entiende de corrido. Respondió preguntas y críticas, dejó definiciones más certeras que el relato M.
Por lo pronto, atajó a quienes le cuestionaron el desembarco: “Nosotros no vinimos, nos llamaron”.
Veraz o no (usted decida) afirmó que el FMI no objeta que el gobierno tome medidas anticíclicas en la coyuntura recesiva. El problema, detectó, es que el gobierno no cuenta con plata para financiarlas. Traducido al criollo: “hagan lo que quieran con su plata, después de pagarnos y cumplir las metas”. Si no hay resto, es un problema doméstico…
Lejos del mito del “nuevo FMI” Cardarelli machacó que “el diseño” (en su jerga, sinónimo de “programa” o condicionalidades) es el típico plan de estabilidad monetaria. El desarrollo, las inversiones, la equidad quedan fuera de su competencia. La expresión “justicia social” no tiene traducción en inglés, ni figura en el diccionario. El nuevo FMI es idéntico al viejo….
“Diseño” y “bomberos” ranquearon alto entre sus palabras clave.
Los bomberos –le replicó el triunviro Juan Carlos Schmid– apagan el incendio previa rotura de puertas y ventanas, manguerazos a granel, destrucción de la casa.
Digresión relativa. Los bomberos stricto sensu se quejan porque no hay recursos para mantenerlos. Cerramos digresión.
La exposición dejó en llamas a los dirigentes que conservan ánimo de serlo. Fortaleció la idea del “conflicto infinito” y la necesidad de un plan de lucha entre muchos de ellos. Jamás todos, ya se sabe. El miércoles habrá plenario de Secretarios Generales, con agenda abierta y muchas facciones.
La CGT queda casi compelida a confrontar, para sostener la legitimidad de sus referentes, contener a sus bases, darles una motivación para encuadrarse.Y sumar un jugador fuerte al creciente espacio de la oposición social.
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La culpa puesta afuera: La alocada política económica M incubó la catástrofe desde el primer día. La vaticinaron voces críticas, subestimadas o estigmatizadas. La aceleración brusca de la caída partir de mayo constituye la única sorpresa: el resto venía con el combo.
El oficialismo señala concausas todas las semanas: la crisis turca, Brasil, la sequía. Eventualmente tiene razón pero son agravamientos parciales. Lo esencial es consecuencia de sus propias tropelías mezcladas con negocios particulares.
Ahora dicen que el Gloriagate también agrava los problemas. Cuesta percibir cuáles: la inflación, el desempleo, la trepada del dólar, la ausencia de inversiones son constantes muy previas al escándalo. Nadie se retrajo, ningún desembarco se detuvo. Desde diciembre de 2015 la especulación reditúa más que hundir capital en estas tierras feraces.
Tienta sumarse a la narrativa oficial, imaginar otros motivos exógenos de la crisis. Variaciones del “efecto mariposa” que fabulan los comunicadores oficiales en plan de negar lo obvio. Podría culparse del aumento de la pobreza al fracaso de la Selección en el Mundial. El flojo desempeño de Boca y River en la Superliga podrían explicar la estanflación o la suba de los precios en el tercer trimestre.
Con mejor muñeca, el oficialismo juega políticamente a desprestigiar al kirchnerismo, ya resignado a administrar la decadencia.
En la Casa Rosada y zonas de influencia se extasían con la marcha del 21 de agosto. Toda movida colectiva merece respeto y atención. Esto dicho, desde Blumberg y el conflicto con “el campo” la derecha ocupó la calle más de una vez con convocatorias más nutridas. En esta ocasión pusieron el cuerpo personas de clase media para arriba, casi todas en edad jubilatoria. El número, incomparablemente menor al de las movilizaciones contra el gobierno. El miércoles 22 una protesta de la comunidad universitaria en Córdoba acaso duplicó la cantidad de asistentes a Plaza Congreso el día anterior. Esa contabilidad, como tantas otras, le da fatala Macri y elenco. Para su fortuna, el FMI no la audita… aunque quizás tome nota.