En un año complejo, cayó fuerte la inversión en obras en el Municipio de Río Cuarto

El gobierno local destinó 244,7 millones de pesos, apenas 1,4% más en términos nominales. Pero en términos reales hubo un recorte por efecto de la inflación. Durante cinco meses ni siquiera consiguieron proveedores  

El gobierno local destinó 244,7 millones de pesos, apenas 1,4% más en términos nominales. Pero en términos reales hubo un recorte por efecto de la inflación. Durante cinco meses ni siquiera consiguieron proveedores

El gobierno municipal consiguió el año pasado, a pesar de las fuertes complicaciones a nivel nacional, cerrar las cuentas con superávit primario y con una caída importante en el déficit financiero. Sin embargo, el encarecimiento del financiamiento, que llevó las tasas de interés por encima del 70 por ciento en los momentos más complicados de la crisis cambiaria, implicó que Río Cuarto no recurriera al mercado en la magnitud en que estaba previsto.

Una de las consecuencias de ese estrechamiento de las posibilidades de financiamiento es que el gobierno redujo en términos reales la inversión en obras públicas.

Según el informe de ejecución presupuestaria que presentó la Secretaría de Economía, en 2018 la Municipalidad realizó una inversión en obras públicas de 244,7 millones de pesos.

Esa cifra implica un incremento en términos reales de 3,4 millones de pesos, apenas 1,40 por ciento más que el año anterior.

La suba marca, en realidad, una caída en los montos destinados a las obras públicas. Primero, porque representa un porcentaje menor sobre los gastos totales -en el 2017 la ejecución de obras representó el 10,47 por ciento de los egresos, mientras que en 2018 esa cifra bajó un punto, hasta el 9,43 por ciento-, pero además porque la inflación superó el 47 por ciento.

Es decir, el poder de compra de los 244,7 millones de pesos fue considerablemente inferior al de los 241,3 millones de pesos del año anterior.

La caída del poder adquisitivo del peso se produjo especialmente en el rubro de la construcción porque, por ejemplo, los materiales tuvieron incrementos promedio por encima del 55 por ciento anual.

En 2018 hubo una complicación adicional: durante los cinco meses más complicados de la crisis, la Municipalidad ni siquiera consiguió que sus contratistas habituales de obra pública presentaran un presupuesto, por ejemplo, para programas de bacheo o pavimentación. No hacían ofertas porque los precios cambiaban constantemente y, además, porque las cifras del mercado se alejaban de manera ostensible de los cálculos oficiales que aparecían en los pliegos o en los concursos.

El año pasado, el gobierno de Llamosas primero manifestó que no se iba a resentir el ritmo de las obras, pero con el paso de los meses y ante la innegable magnitud de la crisis, terminó admitiendo que algunos plazos se redefinirían y que habría retrasos, aunque sostuvo el compromiso de no frenar los programas que estaban en marcha.

Una complicación adicional fue que no llegaron los fondos prometidos desde la Nación.

Fuente: Puntal