Plan C, sorpresa y populismo
En lo que llamamos y consideramos campo nacional y popular, hoy más que nunca lo primero es lo primero: cuidar a Cristina como líder y candidata, y expulsar democráticamente al bandidaje gobernante.
20/05/2019 OPINIÓNEn lo que llamamos y consideramos campo nacional y popular, hoy más que nunca lo primero es lo primero: cuidar a Cristina como líder y candidata, y expulsar democráticamente al bandidaje gobernante.
En ese marco se comprende el entusiasmo que generó su renunciamiento (que lo es), y que prenuncia un fortalecimiento del Frente Patriótico o como se llame la plataforma electoral para triunfar en las elecciones del 27 de octubre.
Jugando fuerte con el factor sorpresa, idónea tiempista, CFK descolocó al universo político argentino al resignar su candidatura presidencial. El sábado puso –como se dice en mi tierra– a todo el país culo al aire y a reacomodar fichas. Así se concretó lo que esta columna llamó “Plan C” hace un par de meses, y además generando un notable entusiasmo. No exento, también es verdad, de dudas y cuestionamientos por parte de quienes se resisten a emitir cheques en blanco.
Pero así es la caliente vida política argentina, en la que esta decisión de CFK vino a poner paños no fríos, pero sí de saludable sensatez. Claramente, ha llamado al pueblo a apoyar una estrategia electoral basada en los mejores principios y propuestas del peronismo, que en más de 70 años ha demostrado sobradamente que no es “un hecho maldito” sino –en sus mejores versiones– la más avanzada opción popular en términos sociales y de soberanía y autodeterminación, educación, salud y crecimiento económico. Y además lo hizo teniendo en cuenta, es evidente, el muy desfavorable panorama político internacional, hoy dominado por el verdadero rey del planeta, el Sr. Donald Trump, y sus retoños fascistas en Brasil y otros países. Y cuestión que condiciona toda planificación política interna. Así, bien podría entenderse que el renunciamiento de CFK sí cambió el paisaje electoral doméstico, pero su decisión leída como mera genialidad política podría equivaler a ingenuidad.
Además, este renunciamiento no es necesariamente anuncio de algo definitivo, ya que no hay ninguna candidatura inscripta todavía. Y tod@s sabemos que en materia electoral toda lista puede ser cambiada hasta las 24 horas del último día de inscripción. Por lo que nadie puede asegurar que la fórmula F-F es definitiva, o si es un globo de ensayo cuya virtud inmediata es que ha unido a todo el peronismo, incluso a media docena de gobernadores que venían siendo los más complacientes ante el tándem Peña Braun-Frigerio, que son los inteligentes del Procambiemosradicalismo, mientras que Durán Barba y los trolls son sus talibanes, la Sra. Bullrich su brazo armado, y el Presidente, de limitado talento, encargado del trabajo sucio entre vacación y vacación.
Lo anterior es para decir que los malos de la película siguen ahí, y el martes pueden ser feroces cuando Cristina vaya al juicio oral que le han inventado. De hecho nada indica que el infame acoso mediático vaya a terminar, ni es esperable sosiego alguno de los sembradores de odio. Siguen abiertas las preguntas más inquietantes: ¿Y si la condenan y meten presa en septiembre, después de las PASO y a la vista de las elecciones nacionales, y/o si por cualquier sinrazón “la Justicia” se manda otra bestialidad? ¿Qué sucederá si le impiden ser candidata también a vice, si la inhabilitan, la encarcelan o cualquier otra barbaridad? ¿Qué hará el pueblo argentino?
De este lado, del nacional y popular –y populista, si quieren, y a mucha honra– también hay que decir que Alberto Fernández, el flamante candidato, ha despertado muchos entusiasmos aunque no sin alertas y temores. Comparado erróneamente con Héctor Cámpora y acaso maliciosamente con Lenín Moreno, no deja de ser un saludable ejercicio democrático repasar brevemente su biografía según la Wikipedia. Que hasta el sábado 18, justo antes de que fuera actualizada, enumeraba así su trayectoria: “Asesor del Concejo Deliberante porteño y de la Cámara de Diputados de la Nación, y director de Sumarios y subdirector General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía. Presidente de la Asociación de Superintendentes de Seguros de América Latina (…) en 1992 fue destacado como uno de los 10 Jóvenes Sobresalientes de la Argentina junto a Gustavo Béliz, Martín Redrado y Julio Bocca”. Asimismo “obtuvo el Premio Security como empresario del año en seguros en 1997 y el Premio Milenium a los empresarios del Siglo en el año 2000”. En ese año fue candidato a Legislador de la Ciudad de Buenos Aires “por la coalición denominada Encuentro por la Ciudad, liderada por Domingo Cavallo como candidato a jefe de Gobierno y Gustavo Béliz como candidato a vice. Si bien esta fórmula fue derrotada por la lista que impulsaba a Aníbal Ibarra por la Alianza, Fernández fue electo legislador”, y asumió en agosto de 2000.
En 2008, “tras el rechazo en el Senado del proyecto oficialista sobre retenciones móviles comenzaron a circular rumores de renuncia a su cargo. Al mismo tiempo, Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural, comentó que “Alberto Fernández ha sido nuestro interlocutor a lo largo de estos últimos meses y lamentablemente no tuvimos los resultados positivos que hubiéramos deseado en nuestra posibilidad de encuentros con él”. Finalmente, AF presentó su renuncia el 23 de julio de 2008 para “permitir que se oxigene la gestión de Cristina Fernández de Kirchner”. Y más adelante: “Luego de renunciar al cargo de jefe de Gabinete, se aleja del kirchnerismo y funda el partido Parte. En 2013 se suma al Frente Renovador. En 2015 es elegido jefe de campaña de la candidatura presidencial de Sergio Massa”.
Hasta ahora, de los mil artículos leídos sobre la nueva dupla F-F, quizá el más agudo fue el de José Pablo Feinmann ayer domingo en estas páginas. “Roosevelt, inspirado en las ideas de Keynes, sacó a EE.UU. de la crisis del 29 aumentando la capacidad de consumo y la producción industrial. Es la mejor cara del capitalismo. Aquí la propone Cristina, seguramente con el buen asesoramiento de Axel Kiciloff”. Estrategia que “a Perón no le resultó”, dice después, y recuerda las trágicas disputas entre el general y los montoneros. “Todos cometían errores”, concluye JPF. En contraposición, la nota más antipopular y colonialista la firmó, en Perfil, el inefable Sr. Durán Barba. Ebrio de teoricismos y falsa racionalidad, abomina de los sentimientos populares como si fuesen pre o antidemocráticos. Y lo dice tan campante, como si él no fuera responsable –y bastante principal– del desastroso estado de la Argentina.
Y a todo esto la sombra del fraude –que en general sigue siendo absurdamente negado por las dirigencias opositoras– sigue ahí. Como sombra ominosa, como bestia latente. A eso sí que habrá que estar alertas.
Por Mempo Giardinelli