La autopista Che Guevara
El concejal del PRO, Gabriel Chumpitaz vuelve a cuestionar la figura del Che en la simbología del Municipio, esta vez proponiendo el cambio de nombre del Viaducto “Ernesto ‘Che’ Guevara”.
06/12/2019 OPINIÓNEl concejal del PRO, Gabriel Chumpitaz vuelve a cuestionar la figura del Che en la simbología del Municipio, esta vez proponiendo el cambio de nombre del Viaducto “Ernesto ‘Che’ Guevara”.
Sostiene que “sin duda la figura del revolucionario argentino genera controversia”. Coincidimos. Ahora bien, las figuras de Cristóbal Colón, el Pte. Julio Argentino Roca, el General Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento o Bernardino Rivadavia, entre otros, cuyos nombres han sido asignados a diversas calles de la ciudad, son motivo sin duda de muchas controversias y no conocemos sin embargo ningún proyecto de este concejal tendiente a retirar esos nombres, ni otros caros a la ideología del partido que él representa.
Afirma que “se le atribuyen numerosos asesinatos a inocentes”. Aunque no da pruebas ni detalles se refiere seguramente a la ejecución de torturadores y asesinos de la dictadura de Batista, una dictadura sostenida por los EEUU, como muchas otras en América Latina, caracterizada por atroces violaciones a los derechos humanos, que dieron lugar tras la derrota de esa dictadura a juicios sumarios y, en muchos casos, a la aplicación de la pena de muerte.
Quien firma estas líneas se opone a la pena capital en todos los países del mundo. Sin embargo, al analizar su aplicación en distintas latitudes y épocas, se hace imprescindible considerar el marco histórico en el cual se realizaron, si se pretende algún nivel de seriedad.
Así, no podemos juzgar la decisión del Gral. José de San Martín de mandar a fusilar al Coronel español Antonio Landívar, sin esperar a la ratificación de la condena por el Triunvirato, como establecían los reglamentos; con los criterios de nuestra época. Tampoco la decisión del Gral. Manuel Belgrano de mandar fusilar, cortar la cabeza y exponerlas en picas, a aquellos soldados del ejército realista que había perdonado y liberado tras la Batalla de Salta bajo la promesa de no volver a empuñar las armas contra la Revolución, y que fueron posteriormente aprehendidos faltando a ese juramento. Más trágica aún fue la orden de Belgrano de ejecutar al explorador minero Juan Leita tomándolo, lo más seguro es que erróneamente, por un espía.
Desde ya adelantamos que si Chumpitaz u otro concejal de su partido llegaran a proponer el cambio de nombre de la calle San Martín o de la Avenida Belgrano, nos opondremos, a pesar de estos hechos históricos.
También acusa al Che de “homófobo”.
Es real, que no solamente el Che, sino la Revolución Cubana en general atravesaron, en este tema, desde su inicio hasta los años setenta, una etapa de lamentable discriminación e incluso persecución de la homosexualidad. Desde entonces y hasta la actualidad se produjo en Cuba un positivo proceso de superación de tal situación, donde jugó un rol importante el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENEX), dirigido por la sexóloga Mariela Castro, diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular e hija de Raúl Castro.
Entre 2018 y 2019 los cubanos discutieron y aprobaron una nueva constitución. El proyecto fue elaborado en la Asamblea Nacional y llevado al debate en 133.681 reuniones en todo el país en los que participaron más de 8 millones de personas, incluidos cubanos en el exterior (sobre una población de unos 11 millones en la isla), de donde surgieron más de 780.000 propuestas de modificaciones. Finalmente aprobada en un referendo popular por el 86,8% de votos positivos sobre una participación del 84%.
El proyecto original incluía el matrimonio igualitario. Esta propuesta – de la dirigencia – encontró una resistencia importante en la población, todavía con núcleos conservadores, en estas materia, significativos. Por ello fue eliminada del proyecto definitivo de Constitución – que lógicamente debe tener en cualquier país un altísimo grado de consenso social -, y reservada para ser discutida posteriormente como ley.
El Che no vivió para participar de estos avances, pero es evidente que el colectivo del cual participó la mayor parte de su vida política ha realizado una profunda autocrítica de sus posiciones homofóbicas de los años 60. Seguramente de haber vivido habría acompañado este proceso. Pero son sólo especulaciones basadas en la extrapolación de sus caracteres personales. Incomprobable.
Cabría preguntarse por otro lado: ¿Cuántos hombres y mujeres cuyos nombres han sido perpetuados designando espacios públicos de nuestra ciudad han sido homofóbicos o han tenido algún aspecto de sus vidas que hoy estaríamos lejos de aplaudir? ¿Es eso criterio suficiente para censurarlos o se los ha honrado en base a balances –que podrán ser acertados o errados en cada caso- de la totalidad de su obra, con sus luces y sus sombras?
No creemos tampoco que ni siquiera San Martín ni Belgrano, que vivieron en el siglo XIX, ni el Che, que vivió en el XX sean obsoletos, como afirma Chumpitaz, en tanto que los principales valores que los animaron tienen completa actualidad.
Sería más honesto Chumpitaz si admitiera que su cuestionamiento reiterado al Che no se basa en los débiles argumentos que falsamente esgrime; sino en que, mientras el Che luchó por un mundo con justicia social e igualdad y por la verdadera independencia de los pueblos latinoamericanos, él es partícipe de un gobierno nacional en retirada que prometió pobreza cero y la aumentó, enriqueciendo en cambio aún más a un pequeño grupo de millonarios funcionarios y amigos del poder y cuyo presidente pidió perdón al rey de España por habernos independizado. Ideas no sólo bien chocantes y obsoletas, sino gravísimas en sus implicancias reales.
Por Alberto Cortés
Ex concejal. Autor de la iniciativa por la cual el 24 de octubre de 2002 el Che fue declarado ciudadano ilustre de Rosario.