Emparejar para después largar
En los últimos meses de Gobierno de la Alianza Cambiemos, se aceleró la escalada de precios. No solo de “los libres” sino también y más llamativamente de “los regulados”, como es el caso de las obras sociales y los combustibles.
12/02/2020 OPINIÓNEn los últimos meses de Gobierno de la Alianza Cambiemos, se aceleró la escalada de precios. No solo de “los libres” sino también y más llamativamente de “los regulados”, como es el caso de las obras sociales y los combustibles. Es como si el mismo Mauricio Macri hubiera tratado de garantizarle la rentabilidad extraordinaria a las empresas aún más allá de la finalización de su mandato. En esa línea, en su último mes de gestión, los precios regulados fueron los que más subieron, alcanzando un 4,7% de aumento promedio.
Pero además de esta vocación de servicio del macrismo, las mismas empresas presionaron en alza los precios de todos los bienes y servicios. Por ejemplo, en el mes siguiente a la contundente victoria de Alberto y Cristina en las PASO, el IPC se elevó casi un 6%. Es como si estas empresas hubieran empezado a hacerse un colchón con remarcaciones continuas y sin mediar motivos. Tenían la certeza de que el Gobierno que llegaba iba a beneficiar principalmente a los sectores asalariados, y tuvieron razón.
Pero lo que sorprende es que frente a cada medida adoptada desde el 10 de diciembre, aquellos que remarcaron para protegerse “de lo que se venía” se rasguen las vestiduras planteando que siempre son los mismos sectores a los que se les exige sacrificio para solucionar los problemas del país, auto invistiéndose con denominaciones vagas y entelequias que no se corresponden con la realidad, como: “el campo”, “el empresariado”, “los exportadores”, etc. Sería más correcto decir: un pequeño sector del campo, un pequeño sector del empresariado, un pequeño sector de los exportadores.
Bajo su discurso, pareciera que esos actores ignoraran que fueron los sectores populares los que estuvieron pagando la cuenta de los lujos que unos pocos se dieron con mucha fruición estos últimos cuatro años. ¿De qué bolsillos creerán que salieron esas ganancias extraordinarias, esas condonaciones de deudas millonarias, todas las rebajas de impuestos a los sectores más acomodados, y esas rentabilidades generosas que pagaban las Lebacs, Leliqs y otros activos financieros?
Quizás por tener bien claro lo anterior es que el nuevo Gobierno muestra tener la frase de Don Arturo Jauretche “emparejemos y después larguemos” como línea rectora de sus políticas. En ese entonces Jauretche tomaba el ejemplo de las carreras cuatreras para explicar que antes de empezar la competencia todos debían estar en igualdad de condiciones. Y en estos casi dos meses transcurridos queda claro que la prioridad es emparejar la situación de las y los más postergados respecto al resto de la sociedad. “Empezar por los últimos para llegar a todos”, es uno de los lemas más reiterados por el presidente Fernández.
En estos primeros dos meses de gestión los lineamientos de la política económica se modificaron profundamente. Se frenaron los aumentos programados de los servicios públicos, luego de cuatro años en donde algunos, como la luz, experimentaron subas de hasta el 3600%. Esa brutal transferencia de ingresos de las y los trabajadores -nuestros sueldos- hacia las grandes empresas -cuyos balances lo cristalizan- fue la regla del Gobierno de Mauricio Macri.
Alberto Fernández decidió dar vuelta las prioridades. Y pensar primero en las y los que no estaban pudiendo pagar sus cuentas o llenar la heladera. Aumentó las retenciones a los principales exportadores, es verdad, pero también decretó un bono para las y los jubilados y beneficiarios de la AUH. Porque los exportadores pueden tener dificultades, pero llegan a fin de mes, el jubilado o la jubilada no. Y para que ese dinero puesto en los bolsillos de la gente no se lo vuelvan a apropiar los formadores de precios -supermercados y conglomerados de alimentos-, relanzó Precios Cuidados, que nos permite tener de referencia una amplia canasta de consumo.
También se ocupó de proteger el trabajo, impulsando una doble indemnización por despido sin causa, pero a la vez también benefició a las pequeñas y medianas empresas con una moratoria de deudas impositivas y de seguridad social. Cabe aclarar que la doble indemnización no obstaculiza la promoción de nuevas fuentes de trabajo, porque el decreto especifica que dicha doble suma “no será aplicable a las contrataciones celebradas con posterioridad a su entrada en vigencia». Proteger el trabajo actual, sin dificultar la creación de nuevos empleos.
Lo mismo podríamos decir de la disminución del 8% en el precio de los medicamentos y su congelamiento hasta marzo, algo que se resume en una medida de mucha carga simbólica y material, como fue el restablecimiento del Ministerio de Salud y el de Trabajo. Porque hay quienes tal vez puedan prescindir de lo público a la hora de ir al médico, a la hora de estudiar, a la hora de viajar, pero aquellos que integran ese casi 40% bajo la línea de la pobreza aun necesitan estar protegidos por el Estado en su rol de igualador social, para estar un poquito más parejos en la largada de esa carrera meritocrática que aplauden, desde las gradas, los sectores más acomodados.
Por Osvaldo Leonardo Pérez
Licenciado en Finanzas (UADE)