Alberto y el canal de nunca acabar
Si bien el discurso presidencial del 1º de marzo ha sido analizado con agudeza por colegas de este diario, esta columna considera que aún queda por tratar un tema fundamental
10/03/2023 OPINIÓNSi bien el discurso presidencial del 1º de marzo ha sido analizado con agudeza por colegas de este diario, esta columna considera que aún queda por tratar un tema fundamental: que no sólo no se afirmó la soberanía argentina sobre el Río Paraná y el Canal Magdalena, sino que la negación continúa y eso es gravísimo porque delata el inminente y definitivo retroceso argentino en los mares del mundo. Materia en la que ha sido pésimamente aconsejado, una vez más, el Presidente Fernández, cuyo discurso en este punto fue por lo menos incierto y confuso.
Para que no se piense erróneamente, y en especial para ilustrar al Presidente acerca de lo que sus propios no le informan con veracidad, esta columna quiere explicar –como a toda la lectoría de este diario– la verdad sobre el Canal Magdalena, siguiendo el extraordinario trabajo que hace casi una década realizó un respetado marino, el Capitán de Navío (RE) Oscar M. Arce, quien además de ser veterano de Malvinas demostró algo que sólo los expertos conocen: que los monopolios enquistados en el puerto dizque federal de Buenos Aires (que de federal no tiene nada) necesitan que sea de sólo 34 pies de profundidad (unos 10 metros) para así garantizar que no compita con Montevideo, donde las grandes transnacionales y fondos buitres ya se aseguraron concesiones de 80 años.
Es por eso que aquí el cipayaje sabotea el Canal Magdalena y ni considera que la Argentina tenga un puerto verdaderamente federal y soberano con la misma profundidad de 14 metros que tiene el de Montevideo, y aún más, como es factible en nuestras costas.
Tres expertos consultados coincidieron en que es por eso, además, que las presiones extranjeras «defienden a muerte el Canal del Indio, que es el cordón umbilical de la dependencia colonial de la Argentina». Porque perfectamente y a conveniencia del pueblo de nuestras 23 provincias se podría con toda urgencia disponer de un puerto soberano y profundo de 14 metros o más, vinculado al Canal Magdalena». Y cuya conveniencia es obvia si se recuerda que el 85% de la carga saliente en el Río de la Plata es argentina. «Esa es la razón por la cual se defiende al puerto de Buenos Aires –reflexiona el ingeniero Horacio Tettamanti–: porque geológicamente nunca podrá tener 14 metros de profundidad. Como en cambio sí pueden tenerlo, y aún más de 14, el Canal Magdalena y un puerto soberano argentino en el estuario del Plata».
Esta información se basa en el trabajo de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP) que fuera realizado en 2013/14 bajo la coordinación del entonces canciller Héctor Timerman y el propio Tettamanti, entonces Secretario de Puertos. Allí se acreditaba que todos los trabajos ya habían sido realizados. Por eso
hoy en todos los ámbitos soberanístas se observa y condena la insistencia de la AGP en disponer nuevos estudios y proyectos innecesarios, cada cierto tiempo y, «casualmente», cada vez que está todo dispuesto para iniciar las obras del Canal Magdalena.
En esos casos, una y otra vez, la AGP y otros organismos públicos y privados ponen obstáculos uno tras otro y/o impulsan «nuevos estudios».
Así consiguen demorar y poner en riesgo la obra. Y es en este sentido que deben entenderse las condenas al decreto 949/20, cuestionado desde todos los ámbitos soberanistas. En primer lugar porque «casualmente» fue firmado el día en que murió Diego Maradona y publicado en el Boletín Oficial el día de su sepelio. Casi ningún argentino lo advirtió.
Pero aparte de ser una de las claudicaciones geopolíticas más horribles de la historia argentina, su redacción y el oscuro castellano en que está escrito, más alguna confusión geográfica, permiten sospechar que ese decreto quizás ni fue redactado en la Argentina. Lo que no sería de extrañar porque de hecho delata la claudicación del gobierno de Macri al aceptar la profundización del canal de Montevideo y el descarte del Magdalena.
Si el Río de La Plata es, inconfundiblemente, una clave estratégica de la Soberanía Argentina, está claro que todo el país depende de sus aguas, e incluso las provincias patagónicas si no se hace el Magdalena.
Parece obvio que AF habría sido asesorado pésimamente, ya que en su discurso admitió, erróneamente, una supuesta y engañosa falta de estudios técnicos. Los que en realidad y desde hace mucho son innecesarios y extemporáneos ya que, por inoportunos y rebuscados, resultan vulgares artimañas para detener la obra, que ya tiene incluso presupuesto acordado. Pero así han logrado ya que la parte uruguaya empiece a decir que «quizás debería repetirse la aprobación». El típico cuento de la buena pipa.
Es importante apuntar también que los supuestos «nuevos estudios» carecen de seriedad, porque ya han sido reiteradamente sometidos a debate público. Y aún de repetirse, el desafío técnico a futuro bien podría incluir también a la mismísima Bolsa de Comercio de Rosario, que hoy es la dueña de hecho del Río Paraná. Todos los técnicos consultados aconsejan, incluso, ese debate público con la Bolsa, sus asesores y sus mentimedios. «No hay otra manera de desenmascararlos para siempre, y para que el Magdalena sea una realidad imperativa», se entusiasma Tettamanti en abierto desafío a la BCR vía Facebook.
El trabajo realizado en 2014 en la CARP por aquel equipo de técnicos nacionales coordinado por Timerman, ya acreditaba que todos los trabajos habían sido cumplidos. Pero ese documento empezó a ser sutilmente negado, en particular los últimos dos años, cuando se hizo sistemática la insistencia de la AGP para hacer nuevos estudios y proyectos, que pusieron en el actual riesgo a la obra y los cuales, innecesarios e inconvenientes, llevaron a que ahora la parte uruguaya pueda pedir que se repita la aprobación.
Todo esto condujo a los graves errores del Presidente en su intento de explicar el Magdalena. En primer lugar lo vinculó solamente a la Provincia de Buenos Aires, sin entender que es un canal vital para toda la Argentina y fundamental para la Patagonia, la Antártida, las Islas Malvinas y el Atlántico Sur. Por lo que cualquier achicamiento del Magdalena será nefasto si depende del Puerto de Montevideo que es el proyecto y objetivo de las multinacionales ya dueñas del río Paraná. Con sólo mirar un buen mapa AF lo hubiera advertido, pero ya se sabe que en esta materia suele recibir pésimas asesorías.
Cabe recordar también que el 949/20 determina la renuncia de la Argentina a tener salida propia al Océano, quedando en todo sometida al puerto de Montevideo y obligada a navegar hacia el Norte. Lo que es nefasto si se recuerda que tenemos más de 4.000 kilómetros de costa atlántica hacia el Sur. Es lamentable que el Presidente no haya reparado en que esto fue redactado y firmado una semana antes de que se aprobara la refinanciación macrista de la deuda impuesta por el FMI.
Si la batalla es para determinar quién controlará el Río de la Plata, es obvio que lo va a controlar el país que maneje el canal más estratégico. Y ése es el Magdalena. ¿Por qué tanto afán entonces para que no se haga?
Hace más de dos siglos, en los albores de la Patria, escribía Manuel Belgrano en el «Correo de Comercio» que dirigía Mariano Moreno: “El provecho de la navegación es tan claro como el de la agricultura y de las manufacturas. La navegación acrecienta las fuerzas reales y relativas de un cuerpo político. Toda nación que deja hacer por otras una navegación que podría emprender ella misma, disminuye sus fuerzas reales y relativas en favor de sus rivales”. Bueno es recordárselo al Presidente.