Angustia, deudas y frustración, los platos del menú navideño del gobierno de Milei

Tres de cada 10 argentinos adultos tienen ansiedad o depresión procedente del estrés financiero. La morosidad bancaria se encuentra en el nivel más alto de los últimos 15 años (7,3%), y la  morosidad en tarjetas de crédito aumentó en un año el 254% (del 1,6% al 6,9%).

Tres de cada 10 argentinos adultos tienen ansiedad o depresión procedente del estrés financiero. La morosidad bancaria se encuentra en el nivel más alto de los últimos 15 años (7,3%), y la  morosidad en tarjetas de crédito aumentó en un año el 254% (del 1,6% al 6,9%).

Los acontecimientos noticiosos que se llevaron la atención en la semana que concluyó ayer no anunciaron alivio alguno a ninguno a los diversos ámbitos -sociales, institucionales y económicos- que están atravesando una situación crítica. Algunos de los acontecimientos a los que hacemos mención incluyen los tratamientos parlamentarios del presupuesto y la reforma laboral, el fallecimiento del soldado Rodrigo Gómez, y –en el ámbito internacional- los fuertes discursos belicistas que los principales líderes mundiales. En este marco de noticias inquietantes – generadoras de un profundo malestar emocional- la sociedad argentina afrontará las inminentes festividades navideñas.

Diciembre.
En Argentina diciembre es un mes en cual la sociedad casi siempre –como si fuera una tradición- tiende a mostrar, y a exponer abiertamente, el cansancio del año transcurrido. Esto hace que cada administración nacional a cargo en su momento ponga la mayor de las atenciones acerca del humor social con el cual deberá transitar cada uno de los diciembres mientras dure su período de gobierno. En atención a esta característica es que la administración a cargo de Javier Milei decidió asumir una postura un grado menos confortativa –de su extrema violencia discursiva- contra quienes identifica como “enemigos, y en consecuencia decidió poner –como se dice- paños fríos en aquellos asuntos más candentes, los cuales podrían haber actuado como las chispas que encendieran una hoguera de revuelta social de incalculables dimensiones. En atención a esto es que se le permitió al gobernador Kicillof contraer deuda que le permita cumplir con los pagos de salarios y la asistencia social necesaria. También se decidió desde el gobierno nacional, luego de las marchas en oposición a la medida –en todo el país-, no presionar hasta febrero en lo referente a la reforma laboral. Ni Milei, ni la oposición, ni nadie, quieren que se desaten los demonios en diciembre.

Como es arriba es abajo.
La sentencia -que sugiere que tal como es lo macro es lo micro- es conocida como una de las Leyes Herméticas. Es posible que esta sentencia aplique hoy en Argentina –en lo referente al estado de situación económica-. Se podría pensar así en cuanto al estado de asfixia – que atraviesan tanto el país como una inmensa parte de la ciudadanía- en relación a la incesante  búsqueda desesperada de dinero para cumplir con los compromisos de deudas asumidos –por uno y por otros- en pos de no resignarse a un destino catastrófico, el cual recurrentemente da la impresión de resultar inevitable –en lo macro y en lo micro-. Tanto unos como otros –gobierno y ciudadanos- se muestran hoy, en su desesperación, dispuestos a apagar tasas de interés descomunales asumiendo una  tradicional postura argentina conocida como: después vemos.

Deudas, estrés y frustraciones.
Ante los infinitos vencimientos de deuda -que debe asumir el Gobierno- la administración comandada por Milei ha decidido que los afrontará constantemente mediante la obtención de nuevos abultados préstamos –provenientes de cualquier lado- que no hacen más que incrementar los montos de la deuda. Recorridos dos años del actual gobierno, de modo similar a lo actuado por Milei y sus funcionarios economistas a nivel nacional,  muchos argentinos han decidido –para no asumir un deterioro mayor en sus condiciones de vida- asumir deudas de todo tipo, las cuales al día de hoy  les resultan impagables. Como resultado de esta imposibilidad de pago –al igual que Milei- el ciudadano acorralado recurre a buscar salidas de modos que nunca antes hubiera considerado. Por ejemplo, aquellos individuos que todavía cuentan con recursos últimos de donde echar mano asumen desprenderse de bienes que hasta hace poco consideraban imprescindibles – inmuebles, vehículos, electrodomésticos, etc.-. Pero quienes no cuentan con nada material para desprenderse -que les signifique un ingreso de dinero- optan por desprenderse del tiempo de su vida personal trabajando más, y en cualquier cosa. En algunos casos, cuando nada de esto alcanza, algunos optan por un último y fatal recurso de escape.

Fatalismos simbólicos.
La imposibilidad de soportar sus cotidianeidades –por diversos motivos- es razón primera en quienes deciden terminar con sus vidas por mano propia. Las aflicciones que conducen a esta determinación fatal hoy en Argentina –en una gran parte de los casos -están fuertemente emparentadas con la imposibilidad de afrontar los compromisos económicos que sus vidas le demandan. Como muestra simbólica –en grado mayúsculo- se presenta por estos días la muerte auto infringida por el soldado Rodrigo Gómez en la quinta presidencial de Olivos –durante el cumplimento de su jornada laboral-. En la carta que redactó el soldado antes de fallecer detalla los inconvenientes que transitaba para poder cumplir con sus compromisos de deudas. Ya antes en el tiempo (29 de julio del 2000)  el célebre cardiólogo argentino René Favaloro también asumió una misma decisión -que la que tomó el soldado Rodrigo Gómez- también abrumado por la situación financiera que atravesaba su fundación. Estos casos, simbólicos en grado máximo –ya sea por el tamaño de la figura pública (Favaloro), o por el lugar en donde se asume la decisión final (Gómez)-, reflejan un malestar insoportable en una gran parte de los individuos que conforman la sociedad; suelen ser –figurativamente hablando- solo la punta visible  de un gigantesco iceberg.

Datos alarmantes y ocultamiento mediático.
Según el Informe del Sistema Nacional de Información Criminal del Ministerio de Seguridad en Argentina tiene lugar un suicidio cada 2 horas y 4 minutos; y, según datos del Ministerio de salud  del Sistema Nacional de Vigilancia de Salud, 22 personas por día intentan suicidarse -siendo el  principal motivo  de la decisión fatal el empeoramiento de la calidad de vida-, resultando que por cada suicidio efectivo hay dos intentos fallidos. En estos términos el suicidio ya es la principal causa de muerte violenta entre los argentinos -superando a los accidentes viales y a los asesinatos-. Estos son algunos datos que permanecen ocultos. Hay otros datos que también se ocultan, son los que corresponden a la salud mental. Por ejemplo que la Ley de Salud exige que se destine un 10% del presupuesto para salud mental y el Gobierno solo ejecuta un 1,6% -con recortes del 90% en el presupuesto para víctimas -. Hoy 3 de cada 10 argentinos adultos tienen ansiedad o depresión procedente del estrés financiero. Como datos complementarios respecto a la crisis financiera presente en los ciudadanos argentinos destacan los siguientes: la morosidad bancaria se encuentra en el nivel más alto de los últimos 15 años (7,3%), y la  morosidad en tarjetas de crédito aumentó en un año el 254% (del 1,6% al 6,9%).

Angustia y orfandad.
Una de las características particulares que muestra hoy el sentir social es la sensación de completo y total abandono de la ciudadanía por parte de los dirigentes que debieran estar ocupados en contenerla. Esta sensación de abandono emana desde el Gobierno nacional y también desde las dirigencias –políticas, sindicales- que podrían intentar canalizar  y contener el descontento social promoviendo medidas que condujeran a avizorar una posible salida no trágica de la situación. En las elecciones de octubre pasado –con el gobierno de Milei en plena zozobra- ningún espacio político se ocupó de desinstalar la idea de que una derrota del oficialismo traería como consecuencia una explosión social inmediata. Como consecuencia de esta falta de capacidad para desactivar las alarmas tuvo lugar un triunfo oficialista que envalentonó al gobierno para embestir con más fuerza en pos de destruir todos los derechos posibles. Como resultado de lo detallado en la sociedad –sin conducción alguna que la represente, y cuando el deterioro de las condiciones de vida es constante y pronunciado-, se profundizan la sensación de abandono y la pulsión  autodestructiva. Dentro de este panorama plagado de angustias y frustraciones de todo tipo –que incluyen imposibilidades como la de llevar a la mesa lo que se hubiera querido- es más que deseable el que la celebración navideña del año en curso permita a todos y cada uno transitarla, al menos, dentro de un profundo estado de paz.

Flavio Colazo

Fuente: La Nueva Mañana