Aumenta el empleo informal

El 36 por ciento de las y los argentinos viven en un hogar sin ningún ingreso registrado en la seguridad social proveniente de empleos en relación de dependencia, por cuenta propia o jubilaciones y pensiones.

El 36 por ciento de las y los argentinos viven en un hogar sin ningún ingreso registrado en la seguridad social proveniente de empleos en relación de dependencia, por cuenta propia o jubilaciones y pensiones. Hubo un empeoramiento creciente de la inserción laboral de los hogares y de la población entre 2017 y 2019, a partir de lo cual la exclusión social se estabiliza, aunque en niveles muy altos de descarte laboral.

«Aunque nada haya cambiado de manera significativa, se observa una mejora en los sectores más vulnerables, así como un mayor riesgo de deterioro y movilidad social descendente entre los sectores medios no profesionales», asegura el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, un instituto con más de veinte años de historia en la medición de estos indicadores. El 36 por ciento se eleva al 59,2 por ciento cuando se hace foco en la población que vive en las villas. Guarismo que, sin embargo, viene reduciéndose desde que llegó a un pico de 69,3 por ciento en la pandemia.

Esto mismo se observa a cuando se examina la evolución de la calidad del empleo y el nivel de desempleo entre la fuerza de trabajo. Luego de crecer el desempleo y el subempleo, entre 2017 y 2019, la desocupación tiende a retraerse entre 2020-2022, tanto por una recuperación de los empleos plenos como de los subempleos de indigencia.

Destaca la mejora observada en los estratos de clase y residenciales más pobres y vulnerables, pero también las fuertes desigualdades persistentes. Entre 2020 y 2022, creció de 14,5 a 23 el porcentaje de la población económicamente activa ocupada en lo que desde la UCA califican como «subempleo inestable» es decir trabajadores informales que realizan actividades de subsistencia, poseen escasa productividad y muy baja retribución. Como contracara, disminuyó  de 43,7 a 40,3 por ciento el «empleo pleno» es decir trabajadores con accesos a todos sus derechos laborales.

Actualmente, casi uno de cada ocupados realiza sus actividades en la denominada “economía social y solidaria”, es decir no es asalariado, así como tampoco un empleador de otros. Este segmento fue un sector refugio durante la pandemia, pero redujo su participación con la reactivación 2021-2022. Sin embargo, es evidente que esta economía constituye –ante la ausencia de otras posibilidades- la principal fuente de trabajo e ingresos en los sectores populares.

Asimismo, destaca el hecho de que bajo un contexto en donde el conjunto de los trabajadores pierde ingresos laborales reales desde 2017 –si bien de manera más moderada entre 2019-2022-, y al mismo tiempo, se reduce la brecha de las remuneraciones, siguen siendo los trabajadores de la economía social el segmento estructuralmente más pobre del mundo del trabajo.

Fuente: Página 12