Brasil: perdió el candidato de Bolsonaro a presidir el senado

En una elección clave para el futuro del país, pese al intenso lobby del expresidente para colocar a un ultraderechista al frente de la Cámara Alta, se impuso un negociador cauto y moderado.

En una elección clave para el futuro del país, pese al intenso lobby del expresidente para colocar a un ultraderechista al frente de la Cámara Alta, se impuso un negociador cauto y moderado.

Pocas veces en la historia reciente de Brasil la elección del presidente del Senado – y del Congreso – concentró tantas atenciones como la de ayer. Al final, Rodrigo Pacheco, del Partido Social Demócrata y senador por Minas Gerais, confirmó su favoritismo y derrotó, por 49 votos a 32, el candidato del ex mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro, el también senador Rogerio Marinho.

Se confirmó de esa forma el favoritismo de Pacheco, pese a la ola de los últimos días que esparció por las redes sociales la idea de que la posibilidad de un vuelco en las previsiones era factible.

Para reelegirse, el actual presidente del Senado contaba con  entre 50 y 52 votos. El resultado final fue muy cercano, pero dejó claro que la intensa campaña de los bolsonaristas fue suficiente para cambiar votos de senadores electos en el pleito del pasado mes de octubre.

Una elección clave
El presidente Lula da Silva se empeñó en impedir que Marinho saliese vencedor. Es que en Brasil quien comanda el Senado tiene poder suficiente para intervenir a fondo en el escenario político, colocando barreras para los proyectos gubernamentales e inclusive abriendo frentes de batalla con el Poder Judicial.

El expresidente Bolsonaro, quien desde el pasado 30 de diciembre se encuentra refugiado en Orlando, Florida, para evitar eventuales problemas con la Justicia brasileña, había salido de su silencio para intentar articular la victoria de su fiel seguidor Rogerio Marinho.

Por primera vez desde la derrota en las presidenciales de octubre del año pasado habló por teléfono con varios de sus seguidores en el Congreso, y cuando faltaba una hora para el inicio de la elección la ex primera dama Michelle Bolsonaro apareció en el Senado para pedir votos para Marinho.

Bloqueos
La propuesta de los radicales de extrema derecha representados en el Senado en defensa de la elección del candidato de Bolsonaro era muy clara: no solo bloquear varios proyectos centrales que serán presentados por Lula, como crear espacio para extirpar del Supremo Tribunal Federal y del Tribunal Superior Electoral magistrados que tanto podrían impedir que Bolsonaro se postule a cualquier cargo electoral por ocho años por sus múltiples procesamientos, como llevar adelantes denuncias formales que tienen el alto riesgo de llevar el ultraderechista a la cárcel.

Un negociador bien articulado
El senador Rodrigo Pacheco, pese a haber recibido pleno respaldo de Lula, no puede ser considerado un aliado del presidente.

En realidad, acorde a la opinión de la mayoría de los analistas políticos y también de integrantes de partidos que no están al lado del actual mandatario, lo que se trató de impedir fue que un radical seguidor de Bolsonaro asumiese el puesto en lugar de un negociador cauto y bien articulado, que supo imponerse frente a los desmandes del ultraderechista.

Lira en Diputados
También ayer hubo elección para presidente de la Cámara de Diputados. Y Arthur Lira, aliado y protector de Bolsonaro, logró la reelección con un número record de votos.

Hay, sin embargo, una diferencia capital entre Lira y Marinho, candidato del exmandatario a la presidencia del Senado.

Si Marinho tiene una sólida trayectoria política que osciló siempre entre la derecha y la extrema derecha, Lira es el más concreto ejemplo de lo que es el “centrão”, o Gran Centro, en la política brasileña.

Tal agrupación estuvo con todos – absolutamente todos – los gobiernos desde la retomada de la democracia, en 1985.

A cambio de intereses de sus protegidos, de liberación de presupuestos para sus regiones electorales, y también la distribución de puestos esparcidos por todo el gobierno, los del “Centrão” ya dejaron más que claro, a lo largo del tiempo, que es un tremendo equívoco decir que se “venden” a cada gobierno.

La verdad es que se alquilan: de la misma forma que estuvieron con Michel Temer luego del golpe institucional que destituyó a la presidente Dilma Rousseff, y luego con Bolsonaro, sabrán cómo negociar para estar con Lula. Y le tocará al actual presidente tratar de poner límites a las ambiciones de ese oscilante respaldo en la Cámara.

Ayer, por ejemplo, Lira contó con votos de 464 de los 513 diputados, en un abanico que iba de Lula a seguidores de Bolsonaro.

Brasil tiene 32 partidos políticos reconocidos por la Justicia Electoral, y de ellos, 22 tienen representantes en el Congreso. Sin alianzas no hay gobernabilidad. Y en caso de que Bolsonaro hubiese logrado imponer su candidato como presidente del Senado y del Congreso, menos aún. Por eso su esfuerzo, y de su grupo, en la disputa de ayer.

El resultado final fue la segunda derrota de Bolsonaro frente a Lula en menos de tres meses.

A ver ahora qué camino él buscará para mantenerse visible en el escenario político mientras espera lo que la Justicia le reserva.

Fuente: Página 12