Cómo funciona el banco genético que ayuda a encontrar hijos de desaparecidos
10/08/2014 El País
El «índice de abuelidad» es una de las herramientas científicas que permite identificar a los chicos, a partir de las muestras de sangre de los abuelos.
Las abuelas reunidas en la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo no se resignaron a perder a los cerca de 500 niños –en su mayoría recién nacidos– que fueron apropiados durante la dictadura. Los buscaron, los siguen buscando, y ya encontraron a 114.
La historia de Guido, el finalmente identificado nieto de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, es la última de una lista que sólo ha sido posible gracias a la labor de una institución científica reconocida como modelo a nivel mundial: el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
Creado en 1987, el BNDG es un archivo sistemático del material genético y muestras biológicas de familiares de personas que han sido secuestradas y desaparecidas durante la dictadura militar argentina (1976-1983), según explica la propia organización, en un artículo que reproduce hoy la cadena británica BBC.
Con el apoyo de esos datos genéticos, el BNDG ha realizado miles de análisis de ADN a jóvenes que podrían ser hijos de desaparecidos. De este proceso, que lleva más años que la propia institución, surge la lista, los 114 nietos recuperados.
Antes de la creación formal del organismo, en 1984, fue recuperada la primera nieta, Paula Logares, a través del análisis genético impulsado por las abuelas.
La herramienta científica que les permitió identificar a esos chicos, que hoy ya son hombres y mujeres que pasan la treintena, fue el «índice de abuelidad».
El genetista Víctor Penchaszadeh fue fundamental en la creación de ese centro, y quien puso en contacto a las abuelas con dos científicos especializados en genética, Fred Allen y Marie Claire King. Ellos se pusieron a trabajar en las fórmulas estadísticas matemáticas para llegar al llamado «índice de abuelidad».
«Finalmente se produjo una fórmula estadística, probabilística que tuviera en consideración que no se pudiera hacer análisis a los padres de estos niños porque estaban desaparecidos, pero en los casos en que estuvieran los cuatro abuelos, incluso con tres abuelos, y después con otras técnicas que aparecieron a posteriori, con menos familiares se podía probar relación de parentesco», cuenta Penchaszadeh en el documental «99,9%-La ciencia de las Abuelas», producido por el Ministerio de Cultura de la Nación.
«En 1982 nos recibió la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en Nueva York. Dejamos nuestra inquietud y prometieron darnos respuesta», le contó Estela de Carlotto a BBC Mundo. «Y la encontraron: en 1983, determinaron que haciendo en las familias el estudio de (antígenos de) histocompatibilidad, o HLA, se podía comparar después con la sangre del presunto nieto».
«Después se incorporó la técnica del ADN, que permitió mayor precisión. La formación del Banco fue un caso único en el mundo, porque no hay por ahí abuelas buscando a sus nietos por razones políticas», contó Carlotto. Y sin la prueba genética, la validación del parentesco sería casi imposible.
El Banco Genético, entidad autónoma y autárquica bajo la jurisdicción del Ministerio de Ciencia y Tecnología, atesora unas 10.000 muestras acopiadas desde 1984, en busca de unos 400 nietos que se estima todavía continúan sin ser hallados.
Sus resultados son fundamentales para las causas judiciales que persiguen a represores y apropiadores y es un ente indispensable para la lucha que llevan adelante las abuelas: han recuperado 114 nietos, faltan muchos otros.