¿Cómo quedan los salarios con una inflación de tres dígitos?

El especialista en trabajo y empleo y precandidato a legislador por la Ciudad, Juan Pablo Chiesa, analiza en MDZ por qué los salarios siempre corren de atrás a la inflación, que en marzo llegó a su nivel más alto en 21 años.

El especialista en trabajo y empleo y precandidato a legislador por la Ciudad, Juan Pablo Chiesa, analiza en MDZ por qué los salarios siempre corren de atrás a la inflación, que en marzo llegó a su nivel más alto en 21 años.

En los últimos años, los salarios se pulverizaron en un intento de luchar contra una inflación en permanente crecimiento. Los precios suben por un ascensor y los ingresos de las familias van por la escalera. Tomando como ejemplo el último año, las paritarias 2022/2023 avanzaron a ritmo acelerado.

Con la intención de no perder frente a la inflación, los sindicatos de trabajadores privados y públicos buscaron cerrar nuevos acuerdos, que compensen la pérdida del poder adquisitivo.

El dominio de los sindicatos para elevar los sueldos mediante el mecanismo lineal de paritarias, con carácter permanente (y en relación con la totalidad de los 6 millones de trabajadores sindicalizados) se ha vuelto severamente exagerado. Esta exageración es el resultado, no solo de la politización de los sindicatos, sino principalmente, de no reconocer que los sueldos evolucionan en función de la productividad del trabajo y no de las paritarias.

Es importante destacar y tener en cuenta que el sindicato de comercio, que lidera eternamente Armando «Gitano» Cavalieri. Posiciona al sindicato más representativo del país, con 1,5 millones de empleados, con un promedio de básico de convenio de $197.000, si tomamos en cuenta los descuentos de ley (17%), más los descuentos sindicales, nos damos cuenta de que los salarios están pulverizados por la inflación.

Un incremento del 98% de paritarias de marzo a marzo 23 contra 104.3% de inflación. Y si sumamos por mes, 6% de aumento mes a mes de los salarios de comercio contra el famoso 7.77%. Te das cuenta de que el plan es “la muerte por goteo” El crecimiento acelerado de la inflación (que actualmente nos encuentra en 104,3% interanual) pulverizó esa victoria hace apenas unos meses.

Ni el control de precios ni el fallido intento de controlar el dólar (con distintos tipos de dólares en circulación) lograron parar la inflación y con ello detener la pulverización del salario. Primero fue la pandemia, después la guerra en Ucrania y a continuación la sequía, pero en las últimas horas, el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini, en total y absoluta soledad y tratando de encontrar una respuesta a la debacle económica, creyó encontrar, finalmente, a los responsables de la suba de precios en los comercios asiáticos y en los comercios de proximidad o barriales.

Un mercado laboral sólido refiere a leyes laborales modernas, eficaces, equilibradas y que nivelen la relación empleador – trabajador, terminando con el conflicto y los lóbregos de leyes anti productivas.
Es decir, increíblemente, los supermercados chinos y los comercios barriales se convirtieron, de repente, en formadores de precios y en los únicos responsables de la suba de la inflación, cuando durante la pandemia nos pedían apoyarlos para que no se hundan en la inactividad y no se vean obligados a bajar las persianas para siempre.

Lamentablemente, la economía doméstica o la microeconomía argentina está en crisis desde hace 80 años. Lo único que se está haciendo es tapar el sol con un dedo (ni siquiera con una mano). Hay que evitar que la Argentina colapse. Sólo hay que resistir.

Existe un claro “Plan Aguantar” hasta fin de año o mejor dicho hasta el 13 de agosto, día en el que podremos decidir el futuro que necesitamos. Un futuro sin una Patria subsidiada, sin una asistencia eterna que fomenta el crecimiento de la pobreza. Hay
mucha oferta, muchos candidatos que pelean por el puesto y no proponen mucho, algunos inclusive se han convertido en meros relatores o informadores de la realidad. La demanda es la gente y nuestra incertidumbre.

Argentina está actualmente en el podio de la inflación, con el peor dato mensual de los últimos 21 años, subió 7,7 % en marzo. No hay dudas de que los salarios pactados en paritarias quedaron atrás. Por más paritarias que uno consiga o pelee, no es posible detectar que la pérdida del salario tiene su raíz en los básicos de convenio, tampoco que tiene su arranque en las escalas salariales de convenios vetustos o desactualizados que nadie se anima o tiene el coraje de revisar. Sí, de revisar los más de 1200 Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) que Argentina tiene, en desmedro de la producción y el crecimiento económico.

A pesar de la evidente importancia de la productividad laboral como factor determinante para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores dependientes, la conclusión es negada y menospreciada por los «dueños» de los sindicatos, cuya ambición por el trono y por sus cargos los vuelve ignorantes en su función principal que es la de defender a los trabajadores.

En lugar de eso, se posicionan del lado de las ideas más radicalizadas de la izquierda que los lleva a defender la lucha contra una patronal que solo anhela sus propios beneficios. Todo esto concluye en un conflicto desmedido en el que la productividad se ve perjudicada.

Por qué no nos planteamos que la autonomía de la voluntad de contratación entre el dependiente y el empleador debe ser la base innegable para una libre y segura contratación laboral en beneficio de la producción. Con este planteo, la tercera pata, los sindicatos, lo único y más importante que deben perseguir es cerciorarse de que todos sus miembros obtengan por sus servicios el verdadero y real valor del mercado laboral.

Ahora bien, la competencia de los dependientes por el empleo y la competencia de los empleadores por la fuerza física o intelectual de los dependientes no funciona para nada bien. Ambas partes carecen de una real información de lo que necesita el mercado laboral y la producción. Esto se llama, falta de seguridad jurídica para conseguir trabajo y para contratar, y es algo que les pasa a las dos partes.

¿Y esto a qué se debe? A tener un mercado laboral donde la plataforma normativa tiene más de 45 años, donde no se adapta o no se alinea a la 4° revolución industrial, a la globalización, a la modernización y al trabajo del futuro. Entonces, claramente, la
realidad golpea el bolsillo y el poder de compra de todo laburante, por lo que la productividad y la inversión de capital humano como factores de crecimiento, es y será totalmente nulo.

En conclusión, un mercado laboral sólido refiere a leyes laborales modernas, eficaces, equilibradas y que nivelen la relación empleador – trabajador, terminando con el conflicto y los lóbregos de leyes anti productivas.

Fuente: MDZ