Cómo quedarán en 2022 el dólar, la inflación, el PBI, la inversión y los sueldos: adelanto exclusivo del Presupuesto
Este miércoles se presenta el Presupuesto del año próximo. Proyecta crecimiento de la economía, más gasto público, leve reducción del déficit fiscal, tipo de cambio oficial al ritmo de la inflación, mejora del salario real y mucha obra pública en infraestructura, viviendas y red de agua y cloacas.
13/09/2021 El PaísEste miércoles se presenta el Presupuesto del año próximo. Proyecta crecimiento de la economía, más gasto público, leve reducción del déficit fiscal, tipo de cambio oficial al ritmo de la inflación, mejora del salario real y mucha obra pública en infraestructura, viviendas y red de agua y cloacas.
La economía avanzará más de lo que prevén consultoras del establishment porque ese mayor potencial de crecimiento vendrá ahora por el lado del sector servicios, que empieza a superar el golpe de la pandemia. Aumentará el gasto público en términos reales privilegiando la obra pública, con especial énfasis en infraestructura, viviendas y ampliación de la red de agua y cloacas.
La política fiscal será expansiva, al tiempo que se reducirá un poco el déficit global de las cuentas públicas por incremento de la recaudación de impuestos por encima de la inflación. Disminuirán los subsidios energéticos en relación al PIB sin afectar el poder adquisitivo de las mayorías y habrá recursos para ampliar la infraestructura energética.
Se proyectan reducción de la inflación anual, aumento del salario real y expansión del empleo formal. Se promete consolidar el sesgo progresivo en la recaudación y la ampliación del mercado de deuda en pesos para facilitar el financiamiento del sector público.
Estos son los principales lineamientos del Presupuesto 2022 que se presentarán este miércoles. La idea política principal es la del fortalecimiento del rol Estado-Nación, el cual se moverá sobre dos ejes: la Política Macroeconómica y la Política Productiva. Ambos requieren la consolidación del crédito público y de la moneda nacional para lograr un despliegue consistente.
En un año que, si no irrumpe una tercera ola intensa o si no aparece una variante que eluda las vacunas, será de pospandemia con condiciones para impulsar un crecimiento vigoroso. El objetivo de la política económica deberá ser entonces que los frutos de ese crecimiento no queden en pocas manos, y quienes ya arrastran casi cuatro años de castigos sobre sus ingresos inicien un sendero de firme recuperación.
Algunos números
De acuerdo a los lineamientos básicos que trascendieron, el proyecto de Presupuesto del próximo año reafirmará el carácter progresivo del plan económico de gobierno. El debate se orienta a la velocidad que la gestión imprimirá a la tarea de reparación de la doble pandemia (macrismo+coronavirus) que padeció la economía.
Definidos los conceptos rectores del proyecto de Presupuesto, luego aparecen las cifras de las variables macroeconómicas, entre las que se destacan el crecimiento del PIB del 3,0 al 4,0 por ciento, una tasa de inflación arriba de 30 por ciento y debajo de 40 por ciento, y un déficit fiscal primario de 3,0 a 3,5 por ciento que se eleva a cerca de 5,0 en el total incluyendo el financiero.
El sendero fiscal de estos años fue un déficit global de 8,5 por ciento en 2020 debido a la imprescindible expansión del gasto covid. En la primera mitad de este año hubo una importante reducción de ese desequilibrio para luego ampliar la intervención en el segundo semestre, que implicaría un saldo final de déficit total estimado de 5,3 por ciento.
El objetivo oficial es financiar gran parte del desequilibrio previsto en el mercado de deuda en pesos más que con emisión monetaria.
Otro factor que influirá en las cuentas públicas es que el crecimiento económico vendrá por el lado de la dinámica precios-salarios y por la disponibilidad de divisas para financiar el consiguiente incremento de las importaciones. El alza del PIB impactará de ese modo en forma positiva sobre la recaudación y, por lo tanto, en el frente fiscal.
¿Qué pasará con el dólar?
El tipo de cambio oficial acompañará la evolución del índice de inflación. Esto implica una leve aceleración de la pauta de ajuste de este año, que se ubicó por debajo de la evolución promedio de los precios, pero teniendo en cuenta que en 2020 terminó 4 puntos por encima de la inflación. El tipo de cambio no está atrasado ni lo estará el año próximo.
Además un factor importante para evaluar el nivel del tipo de cambio real consiste en incorporar en ese análisis la evolución de los precios internacionales de las materias primas de exportación. En este año registraron fuertes subas y las perspectivas para el próximo es que se mantengan en esos niveles, que derivan en extraordinarias ganancias para el complejo agroexportador.
Pese a la inmensa campaña promoviendo inestabilidad en el frente cambiario, el Gobierno se encamina a cumplir con la pauta de devaluación prevista en el Presupuesto de este año y ratificando que no habrá un fuerte ajuste en el próximo, como atemoriza la secta de economistas del poder económico.
El compromiso en el Presupuesto 2022 es continuar con el esquema de control de cambio y con la economía operando con una brecha estable de tendencia decreciente administrando el tipo de cambio real.
El rol central del Estado y la obra pública
La pandemia revalorizó el papel del Estado en la sociedad no sólo porque fue el organizador de la estrategia sanitaria y científica para enfrentar la expansión de la covid-19. También lo fue al diseñar una red de emergencia para proteger el entramado productivo y laboral, base esencial para iniciar la recuperación luego de la debacle.
El Presupuesto 2022 reafirmará el rol central del Estado en la economía sobresaliendo el impulso de la obra pública.
Algunas voces ortodoxas igual continúan con la prédica de minimizar la intervención estatal en la economía, cuando hasta economistas del FMI promueven el aumento del gasto público para fomentar el crecimiento. Aunque parezca extraño, la derecha política y mediática local se ubica a la derecha del Fondo Monetario, cuadro de por sí complejo para proponer un acuerdo básico sobre cuestiones centrales para retomar un sendero de desarrollo de mediano y largo plazo.
La investigación «Poniendo la inversión pública a trabajar», de Marian Moszoro, economista polaco, senior del Departamento de Finanzas Públicas del FMI, muestra que cuando los gobiernos gastan en infraestructura crean muchos puestos de trabajo. Señala que para los países en vías de recuperación reactivar la actividad económica es una prioridad fundamental y enfatiza «que la mejor manera de hacerlo es creando puestos de trabajo».
En base a un conjunto de registros de 19 años de más de 5600 empresas de construcción de 27 economías avanzadas y 14 economías de mercados emergentes, la investigación ha calculado el efecto directo en el empleo de 1 millón de dólares destinado al gasto en infraestructura en los sectores de electricidad, carreteras, escuelas, hospitales y agua y saneamiento.
El saldo de la investigación es que en una economía de mercado emergente con alta movilidad laboral y alta intensidad laboral, se crean alrededor de 35 puestos de trabajo en agua y saneamiento por cada 1 millón de dólares de inversión adicional. En un país con baja movilidad laboral y baja intensidad laboral, ese número se reduce a alrededor de 8.
En los países en desarrollo de bajos ingresos, las estimaciones van desde 16 puestos de trabajo en carreteras hasta 30 puestos de trabajo en agua y saneamiento.
Para concluir que «estos resultados indican que el gasto público en infraestructura puede hacer una contribución significativa a la creación de empleo. El 1 por ciento del PIB mundial en inversión pública puede crear más de 7 millones de puestos de trabajo en todo el mundo sólo a través de los efectos directos sobre el empleo».
Plan económico
Cada uno de los números de las principales variables macroeconómicas se conocerán con precisión el día de la distribución pública del proyecto de ley, pero lo relevante es que el Presupuesto de cada año expone con claridad cuál es el plan económico del gobierno de Fernández, que existe pese a la insistencia en negarlo por parte de voceros del establishment.
Un elemento no menor es que el Presupuesto 2022 se presentará antes de firmar el acuerdo con el FMI y, según el contenido que se conoce, no implicará ajuste económico como amenazan o desean ciertos sectores cuando hablan del nuevo programa que se rubricará con ese organismo internacional.
Habrá un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional, que en realidad es la refinanciación del inmenso crédito otorgado al gobierno de Mauricio Macri. La tecnoburocracia de ese organismo multilateral quiere presentarlo como otro programa porque de esa forma queda diluida la responsabilidad de haber entregado un inédito préstamo por el monto involucrado y la velocidad de los desembolsos.
En países con economías de relativa estabilidad el proyecto de Presupuesto define la hoja de ruta de la administración pública ordenando las fuentes de recursos y el destino del gasto público. El gobierno de Alberto Fernández aspira a que sea así para la economía argentina, desafío considerable teniendo en cuenta las crisis pasadas y la persistente campaña de desestabilización de la conducción política del poder económico.
¿Cuál es la orientación del programa económico?
El mensaje del Presupuesto 2022 apunta a transmitir que la economía está en una etapa de firme recuperación, y que no se trata sólo de efecto rebote luego de la fuerte caída padecida en el peor momento de la pandemia. Señala que el crecimiento es consecuencia de las políticas públicas que se implementaron en los peores meses de la crisis para preservar los puestos de trabajo, la producción y «el saber hacer de la economía».
Esto último es el concepto que ha ido reiterando el ministro Martín Guzmán en las presentaciones que estuvo haciendo por varias provincias, que significa gestionar con eficacia las bases de una política económica. Otra de las ideas con la que insiste está referida a las iniciativas oficiales «para tranquilizar la economía».
El Presupuesto 2022, si no irrumpe la tercera ola de coronavirus alterando el normal funcionamiento de sectores productivos, es el corazón de la política económica. El objetivo enunciado es consolidar un Estado que genere estabilidad, distribuya oportunidades con criterio federal y reafirme la soberanía política en las decisiones económicas. Uno de los conceptos fundamentales apunta a que «el Estado tiene un rol fundamental en una economía de mercado».
Respecto a la política macro la meta es construir una economía dinámica y colocarla en un sendero por encima del crecimiento esperado. Para conseguir este resultado, ya sin la crisis de la pandemia pegando a pleno, será clave el incremento en términos reales de los ingresos de los sectores populares.
¿Qué pasará con el salario y el empleo?
En este año la inversión (pública y privada) y las exportaciones fueron los principales impulsores del crecimiento económico. A esos dos factores se les deberá agregar la mejora del consumo privado para consolidar el avance del Producto.
El aumento de los ingresos en términos reales y el empleo, con desaceleración de la tasa de inflación desde niveles elevados, constituyen la condición necesaria para alcanzar ese objetivo.
La expansión fiscal prevista y la movilidad de la población a niveles prepandemia, facilitada por la exitosa campaña de vacunación, generan las condiciones para fomentar el consumo privado.
Los datos recientes muestran que el empleo sigue creciendo y el salario de los trabajadores registrados (RIPTE) también. El último registro es una mejora de 2,3 por ciento en lo que va del año por encima de la inflación acumulada.
Para que esta dinámica se sostenga en 2022 será determinante que los salarios se mantengan por encima de la evolución de los precios y que el empleo acelere la recuperación.