Cómo viven las pymes el descalabro económico

La volatilidad del dólar desdibujó los precios internos. Se frenan operaciones, se acortan plazos de pago y, sin crédito bancario, se paga el 132% por descuento de cheques. 

La volatilidad del dólar desdibujó los precios internos. Se frenan operaciones, se acortan plazos de pago y, sin crédito bancario, se paga el 132% por descuento de cheques.

Las nuevas jornadas de fuerte incertidumbre económica vuelven a pegar de lleno en la actividad de la economía real y encaminan al mes de agosto como uno de los peores desde la crisis de 2001. Como sucedió hace apenas dos semanas luego de las PASO, la volatilidad del dólar desdibujó los precios en el mercado interno. Se frenan operaciones de venta o bien las empresas siguen con sus colocaciones a sabiendas que en muchos casos están vendiendo a pérdida. Asimismo, siguen acortándose los plazos de pago ante la necesidad de cubrirse frente al creciente riesgo financiero y por la desaparición del crédito bancario: se pide hasta un 132 por ciento de tasa para el descuento de cheques, un número absolutamente inviable. Hay una fuerte reducción del capital de trabajo que deja bajo amenaza el pago de sueldos y empuja a la contracción a las empresas hasta llegar a las situaciones de cierre de persianas que se ven a diario.

“La situación es un quilombo total, estuvimos demasiado tiempo parados después de las PASO y ahora volver a frenar todo implicaría terminar agosto con un negativo impresionante. Por eso muchas pymes siguen vendiendo a pesar de que pierden plata, porque las materias primas cotizan en dólares y las ventas son en pesos a 30 ó 60 días. En agosto terminaremos perdiendo el 30 por ciento del capital de trabajo y en este contexto es imposible recuperarlo, porque no hay préstamos bancarios ni de los proveedores y mucho menos hay rentabilidad”, explicó a este diario Raúl Hutin, dueño de la empresa textil Scalter, fundada en 1950, y secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales.

Raúl Zylbersztein, de la Confederación General Empresaria de la Argentina (Cgera), indicó que “nadie sabe a qué precio vender y en ese contexto los grandes tienen ventaja, ya que proveedores fuertes y concentrados hacen notas de débito por diferencia de cambio de la mercadería ya facturada y chequeada”. “Pero ahora todos salen a vender porque no hay margen para especular con la mercadería adentro. Hay que vender a pesar de que está en riesgo el capital y los precios se ponen a ojo, con teorías propias porque no hay referencias. Las empresas van a continuar cerrando, no hay manera de sostenerse, ni siquiera si la AFIP puede aplacar la situación, porque la medida que lanza de refinanciación a diez años es un gotero ante tamaña crisis y recesión. Y las medidas para levantar el consumo es como acelerar con el freno de mano puesto, ya que se aplican con la plaza seca de pesos por la política monetaria contractiva”, agregó.

“Es muy difícil hacer una composición de precios con semejante nivel de incertidumbre y el riesgo país en 2200 puntos. Hay mucho caos”, indicó Mario Galizzi, presidente de Apyme Santa Fe. “Se había estabilizado un poco pero hay quilombo de vuelta. En la metalurgia está todo dolarizado y las empresas ya descuentan precios con el dólar a 65 pesos. Además, proveedores de Brasil llaman preocupados por las versiones de controles de cambios”, señaló a este diario Aldo Lo Russo, de Camima, entidad que agrupa a las empresas metalúrgicas.

Una de las medidas del paquete «alivio» lanzado por el Gobierno es la reducción de hasta 2 mil pesos en aportes y contribuciones sociales, lo cual permite que el salario aumente en esa cuantía en septiembre y octubre. Más allá de que ese aumento del sueldo de bolsillo permitiría apuntalar en algún punto las ventas, que vienen muy deprimidas, las pymes lanzaron una advertencia sobre el impacto financiero negativo. La oficina pyme del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires advirtió que la seguridad social viene siendo pagada por las pymes a través de los llamados «mini planes» de la AFIP, con financiación de seis a ocho cuotas. Ahora la plata que era financiada se debe depositar en efectivo en la cuenta del trabajador. La crítica a la medida oficial es otro síntoma de la crisis económica en las pequeñas empresas.

Fuente: Página 12