El optimismo del gobierno no llega al changuito: el consumo sigue cayendo en picada y los ingresos siguen atrasados

Los números de la realidad contrastan con el optimismo que manifiesta el gobierno nacional, envalentonado por la estabilidad cambiaria, los resultados fiscales anunciados o la apertura importadora.

Los números de la realidad contrastan con el optimismo que manifiesta el gobierno nacional, envalentonado por la estabilidad cambiaria, los resultados fiscales anunciados o la apertura importadora. Lejos está cualquiera de esas realidades de influir en la diaria de quienes aspiran a mejorar su capacidad de compra, ni mucho menos de llenar un changuito

La caída del consumo en distintos sectores que componen el mapa productivo en territorio nacional evidencian la pérdida de poder adquisitivo y las dificultades que tiene la población para acceder a bienes y servicios, tanto básicos como de segunda necesidad. Es un dato que representa con mayor precisión aún lo que describen las evoluciones salariales por sector.

Solo durante septiembre en Santa Fe, las ventas en supermercados cayeron un 31,8% en la medición interanual y el indicador acumula diez meses consecutivos de derrumbe. Lejos de mostrar una recuperación, la caída es la peor de las últimas diez y los rubros más afectados fueron bebidas, artículos electrónicos e indumentaria.

A nivel nacional, la última medición de Indec también evidenció un retroceso en las ventas de supermercados que se hundieron un 21,7% interanual y acumularon un 14,4% en lo que va del año. Ambas son las peores cifras en lo que va del año y lejos parecen de indicar un piso para la caída.

Pero eso no es todo, ya que las estimaciones privadas también brindan datos poco auspiciosos, pese al optimismo oficialista. Según la consultora Scentia, el consumo masivo cayó en octubre 20,4% y acumuló un retroceso de 12,8% en lo que va del año. La medición interanual apenas superó la caída del 22,3% de septiembre, el peor dato de los últimos veinte años.

Los números de la realidad contrastan con el optimismo que manifiesta el gobierno nacional, envalentonado por la estabilidad cambiaria, los resultados fiscales anunciados o la apertura importadora. Lejos está cualquiera de esas realidades de influir en la diaria de quienes aspiran a mejorar su capacidad de compra, ni mucho menos de llenar un changuito.

Salarios en suspenso

En simultáneo a los datos de consumo, los índices salariales ratifican las dificultades que atraviesa la economía doméstica. Evaluar estos dos indicadores en paralelo permite tener un panorama un poco más claro de cómo atraviesan el día a día los argentinos y argentinas. Las variaciones sobre salario registrado privado, estatal o no registrado, representan solo promedios. Hacia adentro de cada uno hay un mundo distinto.

De acuerdo a un informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso) el promedio de los salarios registrados, tanto en el ámbito privado como público, mantuvo cierta competitividad frente a la inflación, pero con la pérdida brutal a cuestas de diciembre de 2023, cuando tras la asunción de Javier Milei y la desregulación de la economía la inflación se disparó al 25,5%.

Por su parte, los no registrados fueron quienes sufrieron los efectos colaterales más fuerte de ese fenómeno a lo largo de este 2024. Cayeron brutalmente y en septiembre volvieron a un nivel similar al que tenían previo al descontrol de precios de diciembre.

Pero incluso hacia adentro de los privados registrados hubo grandes distancias en la recomposición, a causa de distintos arreglos paritarios. Los datos relevados en noviembre posicionaron al sector de Hoteleros, Alimentación y Camioneros como los de mejor recomposición salarial.

Entre los perdedores parecieron Comercio, con una caída del 21% interanual, Transporte con el 14,3% y Docentes santafesinos con un derrumbe del 10,7%. Comercio es el caso de uno de los sectores más afectados, tanto por la caída del consumo, como por la pérdida de poder adquisitivo de sus trabajadores.

Los datos y las realidades de cada sector por ahora colisionan contra un discurso oficialista entusiasmado por datos macro o balances contable que lejos están de tener influencia en la vida diaria.

Fuente: El Ciudadano