El vaciamiento de Aerolíneas Argentinas

La privatización de la aerolínea de bandera fue uno de los casos emblemáticos de la década del 90, con denuncias de corrupción y dudosas maniobras empresariales. La reestatización y el rol clave que hoy tiene para millones de argentinos.

La privatización de la aerolínea de bandera fue uno de los casos emblemáticos de la década del 90, con denuncias de corrupción y dudosas maniobras empresariales. La reestatización y el rol clave que hoy tiene para millones de argentinos.

El 21 de noviembre de 1990, un año después de que se presentara en sociedad la reforma del Estado, el gobierno de Carlos Menem anuncia la privatización de Aerolíneas Argentinas.

El traspaso a la empresa española Iberia no sólo resultó ser un caso emblemático de vaciamiento, sino que también estuvo signado por diversas denuncias de irregularidades y corrupción.

Antes de la transferencia, el Estado absorbió la deuda de la compañía.

El consorcio español desembolsó solamente 260 millones de dólares en efectivo y el resto lo pagó en títulos públicos.

La privatización, además de ser una venta por un valor tres veces menor, significó el desmantelamiento de la empresa. Se entregaron aviones, simuladores de vuelo, oficinas, rutas, la red de procesamiento de datos y el sistema de reservas.

Y lo que es peor de todo, el capital por todas las ventas y operaciones inmobiliarias nunca llegó ni a Aerolíneas, ni al país. Quedó en poder de Iberia.

En 1994, el gobierno argentino entregó la “acción de oro”, lo que significó renunciar a su derecho a fiscalizar decisiones estratégicas, como las políticas de rutas y navegación.

Cuatro años más tarde, la empresa norteamericana American Airlines se incorporó a la sociedad, pero no pasaron dos años cuando se retiró definitivamente, dejando una deuda de 874 millones de dólares.

Aerolíneas Argentinas estaba en bancarrota.

En 2001, bajo la presidencia de Fernando De la Rúa, el gobierno español cedió la firma al Grupo Marsans, que adquirió el 92 por ciento de las acciones. Sin embargo, se sucedieron nuevas denuncias que incluyeron el robo de bienes de la empresa, entre otras irregularidades.

El destino era incierto. Mientras crecían los rumores de despidos colectivos, la ministra de Trabajo Patricia Bullrich lanzó una advertencia: “El futuro de Aerolíneas se está contando en horas”.

Finalmente, en 2008, como resultado del vaciamiento y la desinversión, el gobierno argentino volvió a hacerse cargo y a recuperar el control de Aerolíneas Argentinas.

Para entonces la empresa registraba un patrimonio negativo y su flota era la más antigua de la región. Tenía solo 2 aviones que podían hacer vuelos internacionales porque Marsans, de hecho, usaba los repuestos de los que quedaban en tierra para mantenimiento.

Después de su reestatización en 2008, Aerolíneas Argentinas hoy cuenta con 80 aviones y llega a 39 destinos locales y 21 internacionales. Para fin de año se espera superar la marca histórica de 13 millones de pasajeros. En 2018 batió un record en puntualidad y al año siguiente fue elegida como la mejor aerolínea latinoamericana.

A esto se suma un dato clave: del total de rutas, 45 tienen una única conexión aportada por Aerolíneas. Algo que resume la importancia del tema.

Esta privatización ha sido considerada una de las más ruinosas del menemismo. Los números así lo demuestran.

Pero además, ¿se imaginan lo que podría significar un eventual cierre para esos 45 destinos que tienen a la aerolíneas como su única conexión?

(Esta cápsula forma parte del ciclo “40 años de democracia” que se emite todos los miércoles y domingos por la TV Pública)

Fuente: Telam