Empleo y equidad de género, ¡te la debo!
Las mujeres siguen ganando menos que los hombres en puestos de igual calificación y dicha brecha no sólo es mensual
11/03/2019 El PaísEl Presidente en el discurso de inauguración del periodo de sesiones ordinarias del Congreso Nacional se refirió a varios temas, dos de los cuales, quisiera destacar y analizar. Por un lado, ensalzó las acciones realizadas en materia de equidad de género (tarea que seguramente no puede restringirse a permitir el debate que la sociedad reclamaba sobre la ILE) y por otro a la creación de empleo en los primeros dos años de su gobierno, que aparentes “razones externas” lo detuvieron. Mi propuesta es reflexionar sobre estas dos dimensiones en forma combinada. Para este análisis, debemos recordar que los datos oficiales de estos días nos hablan de 191.000 puestos de trabajo perdidos en este último año, de los cuales, la mayor parte corresponde a empleos registrados del sector privado protegidos por ley en sus derechos laborales y un mejor nivel de ingresos por la dinámica de la negociación colectiva. Y asimismo destacar que la generación de puestos 2016-2017 – al que se refirió el Presidente- se produjo, mayoritariamente, bajo la modalidad del monotributo (ocultando, muchas veces, relaciones salariales fraudulentas), del monotributo social (hoy en contracción) o de empleo no registrado. Esta “creación” de empleo se dio en el marco de un aumento de la tasa de desempleo, que está alcanzando a los temibles dos dígitos.
También debemos señalar que a raíz del aumento de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo en el último año (por necesidad de mejorar ingresos familiares ante la pérdida del poder adquisitivo, y aumento del costo de vida), de cada 3 nuevos desocupados, 2 son mujeres, como lo consigna el CETYD-Unsam. Las mujeres, por las razones ya mencionadas, aumentaron su tasa de actividad a 1.2 mientras que disminuyó la de los varones. Tres millones de mujeres (casi el 40% de las mujeres activas en el mercado de trabajo, son desocupadas o informales (precarias).
A este panorama habría que adicionar, entre otros rasgos, la brecha salarial. Las mujeres siguen ganando menos que los hombres en puestos de igual calificación y dicha brecha no sólo es mensual, (con un promedio del 25%) sino, que muchas veces también lo en el salario horario) Las mujeres trabajan en el mercado menos horas que los hombres por su doble o “triple” jornada en sus tareas de cuidados y/o del hogar.
Este panorama, si bien no es nuevo, está empeorando en los últimos tres años, por el crecimiento de la desigualdad social y económica, donde la brecha entre el decil superior e inferior de ingresos es cada vez mayor, con destrucción de puestos de trabajo de calidad, con salarios que pierden su capacidad adquisitiva en porcentajes significativos, con aumento de la pobreza que históricamente recae más en las mujeres y niños, etc. También han desaparecido o han sido debilitados Programas de Empleo, de formación, con énfasis en las mujeres, de los Programas de inclusión en territorio y, simultáneamente, la importante ausencia de una política de cuidados institucionalizada hacia la primera infancia. Lejos quedaron los jardines materno- infantiles prometidos. Hoy más lejanos que nunca ya que con las políticas de ajuste parecen imposibles, del mismo modo que se constata el deterioro en las áreas de Educación, Salud, y temas como Educación sexual y reproductiva (ESI) parece una asignatura a esconder y no a expandir. Y estas son decisiones políticas.
Sin políticas públicas adecuadas, que busquen promover la inclusión de las mujeres, evitar la precarización de sus empleos, aumentar su participación en sectores de mayor productividad y desarrollar la corresponsabilidad en el trabajo de cuidado, fortaleciendo las políticas en este ámbito, con la participación de los actores de la sociedad civil, las mujeres no podrán acceder a los empleos del futuro. Por el contrario, corren el riesgo de verse afectadas por una profundización de las brechas existentes y las carencias de trabajo decente que experimentan en la actualidad.
Cómo preparase para el “futuro del trabajo”, sino se mejora la educación general y la técnica y profesional? Si no se adoptan políticas que aborden los sesgos de género? En este sentido, es primordial que las políticas relacionadas con el sistema educativo, con la formación continua y el empleo se coordinen para incorporar la perspectiva de género de forma transversal. Debe promoverse la inserción de las mujeres en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, entre otros, a partir de formación y de empleo.
Sin políticas públicas adecuadas, las mujeres no solo podrían perderse los beneficios de los empleos del futuro, sino el futuro mismo. El gobierno, nos dice una vez más: el empleo de calidad, la equidad de género y las políticas de cuidado, esas no las tengo, ¡¡¡¡te las debo!!!!
Marta Novick: Investigadora Conicet en el Citra, presidenta del Consejo Académico de la UMET.