Futuro esperanzado con cucarachas

Es conjeturable que no haya muchos comunicadores en este país a quienes no les lluevan mensajes pidiendo "hacer algo". Y casi siempre un "algo" tan enorme como inabarcable, porque la base electoral del Frente de Todos, en esencia, puede parecer hoy algo huérfana, fraccionada y en creciente desaliento

Es conjeturable que no haya muchos comunicadores en este país a quienes no les lluevan mensajes pidiendo «hacer algo». Y casi siempre un «algo» tan enorme como inabarcable, porque la base electoral del Frente de Todos, en esencia, puede parecer hoy algo huérfana, fraccionada y en creciente desaliento. Natural producto de una realidad palpable que se alimenta no sólo de la prensa maldita y los mentimedios -–y en especial la telebasura que hoy ya es prácticamente toda–- sino también de algunos inocultables retrocesos y ambigüedades políticas y económicas que no disimulan ni atenúan las buenas intenciones del gobierno.

Por caso, la cuestión territorial y marítima, dada la constante entrega de la plataforma petrolera terrestre y marina por parte de YPF, devenida hoy empresa argentinajajaraijajá. O la cuestión del maíz, las retenciones y el apriete constante de la dizque «mesadenlace» de latifundistas y corporaciones de millonarios, cuyo objetivo verdadero es un golpe de estado. O la absurda bestialidad jurídico-política que es un gobierno peronista con presos políticos como la truchamente condenada Milagro Sala y como Amado Boudou, a quien siguen acosando la mafia de tinta, papel y pantalla y su Corte Chirolita. Y así siguiendo ante la indefensión de un Poder que cada dos por tres parece que no puede y nosotros a los bandazos.

Bueno es, en este sentido, que la sociedad sepa que en el otrora bendito territorio nacional hay, hoy, y por lo menos en 14 provincias, emprendimientos mineros contaminantes de gran envergadura que no se hubieran admitido ni siquiera en las colonias africanas que Europa superexplotaba en el Siglo 19. Tómese nota de las corporaciones que hoy se llevan nuestro oro, plata, cobre y más de nuestros Andes y dejando pueblos y paisajes arrasados detrás en la mitad del país que muchos ambientalistas llaman «Cuenca del cianuro»: Barrick Gold, Glencore, Lumino Cooper, Teck, Goldcorp, Pan American Silver, McEwn Mining, Yamana Gold, AngloGold, Minera San Jorge, Patagonia Gold y Depromisa. En esa gigantesca extensión, desde Salta y Jujuy hasta Santa Cruz y la Tierra del Fuego, contaminan por lo menos los ríos Desaguadero, Colorado, Neuquén, Negro, Limay, Chubut, Deseado, Chico y Santa Cruz.

En la otra mitad, denominada «Cuenca del Glifosato», operan: Bayer, Monsanto, Dow, Basf, Dupont, Syngenta, Sunmi Agro, Rainbow, Don Mario, Bunge, Farm Chemical, y Red Surcos. Allí los ríos víctimizados son menos, pero es muchísimo mayor el requerimiento humano: Pilcomayo, Bermejo, Paraguay, Paraná, Salado del Norte, Uruguay, Salado bonaerense y toda la cordobesa Mar Chiquita.

En ese contexto, ahora mismo el epicentro de la resistencia ambiental está, como anticipó esta columna hace semanas, en la primera provincia petrolera de la Argentina: Chubut. Provincia riquísima, primera productora de petróleo y de aluminio, con energía eólica inmensurable, inmensas riquezas ictícolas y grandes posibilidades turísticas, está hoy sumida en una situación social desastrosa porque a empleados públicos y jubilados se les deben los dos aguinaldos del año pasado y los últimos cuatro meses de sueldos. Como si el poder de turno especulara con que, quebrados y en desánimo, los chubutenses aceptarán las migajas de las megaempresas mineras.

Pero quizás olvidan que también fueron chubutenses, hace 25 años, los que hicieron retroceder el delirante Proyecto Gastre del menemismo. Y quizás ignoran que en nuestro país hay ejemplos recientes de resistencia popular admirables. Justo en este enero se cumple un año de las puebladas mendocinas que frenaron al gobernador Rodolfo Suárez, quien apenas asumido en diciembre de 2019 hizo que Diputados y Senadores, incluso varios del FdT, votaran una ley que autorizaba el uso de cianuro y ácido sulfúrico en las explotaciones mineras mendocinas. El repudio popular inmediato fue tan generalizado que copó rutas nacionales y pueblos enteros, de todo signo político. Hasta las reinas de la vendimia y el arzobispo se plegaron a las protestas, y en decenas de Asambleas del Agua se impusieron dos consignas en toda la provincia: “No hay licencia social para la mega minería” y “El agua es más importante que el oro”. Y así el gobierno retrocedió y no se volvió a hablar del tema. Hasta que los depredadores y políticos de toda calaña regresen, claro está. Porque van a volver; las cucarachas siempre vuelven. Y por eso las vigilias populares no pueden tener fin.

Claro que las cucarachas de la política siempre engordan a base de basura mediática y así es muy dificil que aminoren los fastidios, reclamos, protestas, enojos y furias populares contra un gobierno. Y si a la bronca la fogonean fascistas y gorilas incendiarios, el peligro es mayor aún. Por eso esta columna juzga asombrosa y conmovedora la serenidad y la prudencia populares, así como la esperanza galvanizada de que esto en algún momento va a cambiar. Los mensajes que se reciben y escuchan, en general, dicen que el pueblo votó «otra cosa», y aunque dicen que «ya no se aguanta más» la confianza no disminuye. Y es evidente que el Presidente Alberto sigue teniendo crédito y que el de Cristina está intacto. Como es obvio que el FdT está vivo y sano y sostenido por millones de compatriotas.

De donde sí, cuesta mucho sostener apoyos, pero hay conciencia –maravillosa conciencia– de que hoy la unidad lo es todo. De que desunidos, divididos, cuarteados, fragmentados o como se quiera llamar cualquier disidencia fáctica y operativa, solamente servirá para debilitar al campo popular.

Por eso la misión de hoy, según entiende esta columna, debe ser la de contenernos y contener las broncas cuando las hay. Como si le dijésemos a Alberto: oiga, compañero Presidente, aunque nos fastidien tantos funcionarios blanditos con los gorilas, tantos macristas en puestos intermedios y tantos genuflexos con empresarios, banqueros y campesinos angaú -–como decimos en el Nordeste, significando «de mentira»–-, nosotros, el pueblo, a usted lo seguimos bancando. Por lo menos hasta consumar la paliza que les propinaremos a macristas y radicales genuflexos en las elecciones de medio término. Hasta entonces, compañero, cuente seguro con el pueblo que ya vio usted cómo salió cuando el 2×1, y el 17 de octubre, y el 27 de idem, y así saldrá las veces que hagan falta. Cuente con ello y eso sí: por favor no lo malgaste.

Por eso es conmovedora la notable, preciosa mística recuperatoria de íconos populares que se aprecia hoy en todos los barrios y en todas las provincias: Perón, Evita, Cooke, Jauretche, Walsh, Cuba, Unasur y tanto más, resultan bases cementadas para empujar las luchas ciudadanas. La igualdad de géneros y la IVE, y muchas otras conquistas que arduamente viene consiguiendo el pueblo argentino, así como los reclamos de soberanía y de justicia que son y van a seguir siendo incesantes, hablan de la maravilla que es nuestro pueblo, capaz de firme disciplina colectiva aún en la jodienda generalizada.

Es precisamente eso lo que desespera a los sirvenes y sus patrones.

Por Mempo Giardinelli

Fuente: Página 12